Reforma al Sínodo de Obispos: Colegialidad

Lorenzo Baldisseri

8.00 p m| 7 nov 13 (VIDA NUEVA/BV).- El Sínodo de los Obispos es la primera institución vaticana que reformará Francisco, quien pretende convertirlo en el órgano representativo de la colegialidad de los prelados con el Papa. El primer paso de este cambio vino con la sustitución, el 21 de septiembre, de su secretario general: el arzobispo croata Nikola Eterovic dejó su puesto al arzobispo italiano Lorenzo Baldisseri.

Diplomático vaticano y secretario del Colegio Cardenalicio, Baldisseri adelanta algunas de las posibles novedades en el Sínodo y analiza el tema de la asamblea del año que viene, en la que se debatirá sobre la pastoral familiar. Entrevista publicada en la revista Vida Nueva.

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¿Cómo será la reforma del Sínodo de los Obispos?

El Santo Padre conoce bien esta institución, pues participó en varias de sus asambleas, además de en los consejos de la secretaría general, que es un organismo ejecutivo de actividades sinodales. Desde el inicio de su pontificado, ha hablado de la necesidad de que haya una colaboración más estrecha del episcopado mundial en el gobierno de la Iglesia. Naturalmente, con la fórmula clásica cum Petro et sub Petro, subrayando en este momento el cum Petro.

En estos últimos meses, el Santo Padre ha madurado la idea de una asamblea extraordinaria sobre los desafíos de la pastoral de la familia en el contexto de la evangelización. Este tema se trató en 1981 en la exhortación apostólica Familiaris Consortio. Han pasado ya más de 30 años y la sociedad y la familia han evolucionado. Francisco ya habló de esta cuestión en el vuelo de vuelta de Río de Janeiro. Luego, en la entrevista con La Civiltà Cattolica también se refirió a la necesidad de realizar una reforma metodológica del Sínodo de los Obispos. Dijo que esta institución estaba como cansada. La revisión está comenzando, aún no sabemos cómo será.

¿Será una suerte de “parlamento” de la Iglesia?

La Iglesia se fundamenta en el Colegio Apostólico, cuyo jefe es el obispo de Roma. En la historia, esta institución ha tenido variaciones, pero sustancialmente ha mantenido su estructura. No tiene un equivalente en las instituciones de los estados. Habrá un desarrollo dentro de este esquema, sobre todo respecto a la relación entre el jefe de esta estructura, que es el Papa, y el colegio, formado por los obispos. Al mismo tiempo, se puede hablar de un desarrollo de la relación de colegialidad entre el Santo Padre y los obispos. El Papa ha dicho en varias ocasiones que la colegialidad debe ocupar el espacio que se merece.

¿Cómo se hace eso de forma práctica y concreta?

No sabemos aún cómo.

¿Existe la posibilidad de que el Sínodo no sirva solo para reflexionar sobre algún tema en concreto, como ocurre ahora, y sea también un organismo para aconsejar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal?

El Sínodo nació como una institución de ayuda al Santo Padre en el gobierno de la Iglesia. Por lo tanto, es un órgano consultivo. El derecho canónico prevé que el Sínodo pueda, por mandato expreso del Papa, asumir una función como colegio deliberativo con él. La expresión más alta de la colegialidad es el Concilio Ecuménico. Para tener una colegialidad efectiva se instituyó el Sínodo. De hecho, cuando el Sínodo se reúne lo hace con miembros elegidos por las conferencias episcopales, lo que constituye una forma de relación directa con el Pueblo de Dios. ¿Cómo se concreta el Sínodo? En primer lugar, existe la asamblea general ordinaria, que dura el tiempo de desarrollo del Sínodo, entre dos y cuatro semanas. Luego, la asamblea como tal, antes de disolverse, elige un consejo compuesto por 15 miembros, de los cuales 12 son elegidos y 3 designados por el Papa. Este consejo dura en el tiempo hasta la asamblea sucesiva. Actualmente, dicho consejo tiene la función de ordenar y estudiar todo lo que se ha determinado en la asamblea y preparar el Sínodo siguiente. La novedad podría consistir en que este consejo desarrollase otras tareas que el Santo Padre le confiara.

¿Sería un nuevo grupo para ayudarle en el gobierno de la Iglesia, como el consejo de ocho cardenales ya existente?

Este consejo, normalmente llamado ordinario porque nace de una asamblea ordinaria, podría tener naturalmente un mayor desarrollo respecto al previsto hasta el presente. Habrá que esperar. Estamos aún en una situación embrionaria.

El papel de los laicos en el Sínodo es muy reducido. ¿Existe la posibilidad de darles más hueco en esta institución? ¿Habría que crear un Sínodo para laicos?

Ya existe un Pontificio Consejo para los Laicos en la Curia romana. Al contrario, el Sínodo es un organismo de obispos. La colegialidad toca a los obispos, no a toda la Iglesia. El Sínodo seguirá siendo de los obispos. No hay espacio para otra cosa.

Hay muchas expectativas puestas en el Sínodo respecto a la cuestión de los divorciados vueltos a casar y su posible acceso a la comunión…

Es un tema que, ciertamente, será afrontado, porque está claro que este problema existe. El Santo Padre quiere que se hable de la familia y de este tema, pero dentro de un contexto. El próximo Sínodo extraordinario será una primera etapa que tendrá su continuación en 2015, con la asamblea general ordinaria en la que, entre otras cosas, se conmemorarán los 50 años del organismo. La palabra “sínodo” significa caminar juntos, por etapas. En el transcurso del camino, algunos temas irán madurando y se podrán definir. Otros no. Hay que aplicar los principios de la doctrina a la realidad de hoy.

¿Qué consecuencias puede tener la esperada reflexión sobre la nulidad de los matrimonios? ¿Se pretende que haya menos matrimonios, pero formados por personas más convencidas de lo que significa este sacramento?

Se insistirá sobre la preparación al matrimonio. Hay que ver si realmente se prepara a los novios para asumir las responsabilidades del sacramento. Está claro que puede haber consecuencias. Si no hay una conciencia de lo que significa, se abre una eventual posibilidad para ver si hay o no matrimonio. Hay que casarse por la Iglesia porque se tiene fe.

¿Vamos, pues, hacia comunidades cristianas más reducidas, pero más conscientes de su fe, como decía Benedicto XVI?

En Europa estamos ya constatando este fenómeno. Hay una mayor conciencia del cristianismo en algunos, mientras que otros se alejan. Hay que ver si las tareas propias del cristiano se llevan o no a cabo. De ahí se puede dar un juicio para que los expertos detecten si se hacen gestos conscientes y completos para que haya de verdad matrimonio, lo que implica fidelidad e indisolubilidad de por vida.

¿Es cierto que cuando se puso por primera vez el solideo blanco, Francisco le colocó a usted, que era el secretario del Colegio Cardenalicio, su solideo rojo sobre la cabeza, indicando su próxima creación como cardenal?

Sí, sucedió así. El Papa seguía una antigua costumbre. El hecho de que me pusiera su solideo sobre la cabeza significa eso. El Papa lo consideró así. De hecho, en el momento en que pasó esto, los cardenales que había alrededor se pusieron a aplaudir. El Santo Padre recuperó una tradición que había sido interrumpida por Pablo VI y sus sucesores. El último en seguirla antes de Francisco fue Juan XXIII. Ese gesto era un anuncio. Yo me siento tranquilo, no tenía ninguna pretensión. Estoy al servicio del Papa y de la Iglesia, ya sea como arzobispo, como ahora, o como cardenal. No cambia.

Fuente:

Revista Vida Nueva

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