Diez mujeres santas: Artífices de humanidad

3:00 p.m. | 25 set 24 (LFV/AO).- Una publicación anunciada por la Santa Sede recoge las intervenciones del II Congreso Internacional Interuniversitario de este año, parte del proyecto “Mujeres en la Iglesia: Artífices de humanidad”. La iniciativa ofrece una contribución a la reflexión teológico-pastoral sobre el aporte femenino en la Iglesia a partir de los testimonios de mujeres santas, y tuvo un primer encuentro en el 2022 con una conferencia titulada “Doctoras de la Iglesia en diálogo con el mundo de hoy”.

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La Libreria Editrice Vaticana (LEV) ha publicado el volumen “Diez santas mujeres: artífices de humanidad”, que reune las ponencias presentadas en la segunda edición del Congreso. Fueron dos jornadas de reflexión (en marzo de este año) coordinadas por diversas instituciones académicas: la Universidad Católica de Ávila, la Pontificia Universidad Urbaniana, la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, la Pontificia Universidad Regina Apostolorum y la Pontificia Facultad Teológica Teresianum de Roma, patrocinadas por 5 Dicasterios de la Curia Romana, incluido el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y 6 Embajadas ante la Santa Sede.

La iniciativa tuvo su primera edición en 2022, cuando puso de relieve la figura de algunas mujeres doctoras de la Iglesia como Catalina de Siena, Teresa de Jesús, Teresa de Lisieux e Hildegarda de Bingen. Este año, en cambio, la cita académica ha destacado el testimonio de santidad de diez mujeres. El proyecto se inscribe en el actual camino sinodal para resaltar el papel de las mujeres como discípulas de Cristo a la manera de María.

El papa Francisco, al inicio de su pontificado, había subrayado que “el papel de la mujer en la Iglesia es precisamente el icono de María, la que ayuda a crecer a la Iglesia” (Conferencia de prensa durante el vuelo de regreso de la JMJ Brasil, 2013). Y precisamente a la manera de María, el proyecto sobre las mujeres como “artífices de lo humano” pretende promover el carisma y el papel de la mujer en la Iglesia y en el mundo con vistas a corresponsabilidad y complementariedad entre lo femenino y lo masculino.

El volumen “Diez mujeres santas: artífices de humanidad” explora la santidad de diez mujeres que, como recordó el Papa durante la audiencia a los participantes en la Conferencia, “en diferentes tiempos y culturas, con estilos propios y diferentes, y con iniciativas de caridad, educación y oración, han demostrado cómo el ‘genio femenino’ es capaz de reflejar de manera única la santidad de Dios en el mundo”.

La publicación puede ser una herramienta útil en la pastoral universitaria, pero también en la pastoral diocesana y parroquial para promover la “pastoral de la santidad”, que ofrece ejemplos de santidad a los jóvenes, “especialmente a las mujeres, para que se animen a criar sus mirada, ampliar sus horizontes de sueños y formas de pensar, prepararse para seguir altos ideales. De este modo, la formación será aún más capaz de tocar a cada persona en su integralidad y singularidad” (Papa Francisco, Discurso a los participantes en el Congreso, 2024).

Descargar la publicación:

Actualidad del testimonio de algunas santas

El Congreso, realizado el 7 y 8 de marzo de este año, se organizó en cinco paneles cuyas protagonistas fueron mujeres, religiosas y laicas, que en distintas épocas y contextos socioculturales han llevado a cabo con valentía la misión a la que se sintieron llamadas y que siguen siendo fuente de inspiración para hoy. Se trata de Josefina Bakhita, Magdeleine de Jesús, Elizabeth Ann Seton, Mary Mackillop, Catalina Tekakwitha, María Laura de Jesús, Teresa de Calcuta, Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, María Beltrame Quattrocchi y Daphrose Mukasanga.

La búsqueda del diálogo y la paz, la superación de cualquier discriminación o prejuicio, la práctica del perdón, la atención a los más desfavorecidos, el reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, son algunas de las cualidades que comparten estas santas y que hablan también de las características del ser mujer en la Iglesia.


Josefina Bakhita y Magdeleine de Jesús

El primer panel se tituló “Dignidad, diálogo y paz”. Sor Maria Carla Frison, directora de los Archivos Bakhita de Schio (Vicenza), resume los momentos más significativos de la vida de la santa sudanesa sor Josefina Bakhita, que vivió entre 1869 y 1947 y que, según ella, “experimentó una humanidad herida que luego se transfiguró”, hasta el punto de que siempre utilizaba palabras de asombro hacia Dios por todo lo que Él había realizado en su vida. Secuestrada y esclavizada a los 7 años en una aldea de Darfur, descubrió la humanidad a través de la inhumanidad. Ante los horrores de la esclavitud, nace en ella un sentimiento de compasión y no de rebelión. Experimenta humillaciones y torturas, pero sobrevive y llega a Italia, donde permanecerá el resto de su vida.

La hermana Frison resume el mensaje más profundo de su vida en el perdón. “Es tan hermoso perdonar”, dijo. Santa Bakhita era consciente de la preciosidad de su vida y del don que recibía al conocer al Señor; amaba la naturaleza en la que veía al Creador. Incluso antes de convertirse al cristianismo, “esperaba tiempos mejores”, y había descubierto que su voz interior la guiaba hacia el bien. El suyo es un testimonio de cómo el amor supera todas las barreras y diferencias.

De la Hermanita Magdeleine de Jesús, francesa nacida en 1898 y fallecida en 1989, habla la Hermana Paola Francesca, encargada de su Causa de canonización. Atraída desde niña hacia los más pobres y despreciados, dice, Magdeleine experimentó la diferencia entre las clases sociales y su vida estuvo marcada por la Primera Guerra Mundial, durante la cual murieron dos de sus hermanos. Le impresiona la vida de Charles de Foucauld y, cuando enferma de tuberculosis, los médicos le aconsejan que “se vaya a vivir donde no cae ni una gota de agua”, se traslada entonces al Sáhara, al sur de Argel. El suyo es un camino de confianza y abandono.

Funda la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús y nace la primera comunidad entre los nómadas. Con los musulmanes experimenta una relación de amistad y gratuidad. Más tarde funda nuevas comunidades en todo el mundo. Su carisma se resume en esta expresión suya: “Sólo seré feliz cuando haya encontrado sobre la superficie de la tierra a la tribu más incomprendida, al hombre más pobre para decirle: el Señor es tu hermano y te ha elevado a él y yo vengo a ti para que aceptes ser mi hermano y mi amigo”. Era alérgica a todo tipo de barreras, prosigue Paola Francesca, “toda su vida consistió en ir más allá de todo tipo de divisiones, fue una constructora de paz y unidad en el reconocimiento de la diversidad como riqueza. Se atrevió a ir más allá de la mentalidad de su tiempo para abrir nuevos caminos”. A la humanidad de hoy ofrece un mensaje de esperanza, enseña a reconocer la dignidad de cada persona, habla de la importancia de la humanidad de cada uno y de la posibilidad de ir hacia el otro “desarmado”.


Elizabeth Ann Seton y Santa María Mackillop

“La caridad de la educación”, fue el tema del segundo panel. La profesora Susan Timoney, de la Universidad Católica de América, Washington, presentó a la hermana Elizabeth Ann Seton (1774-1821), primera mujer canonizada en Estados Unidos. Tras una infancia en soledad por la pérdida de su madre, se casó y tuvo cinco hijos. De joven, asistió a la Iglesia Evangélica y trabajó para ayudar al gran número de pobres que veía a su alrededor. Tras trasladarse a Italia, se acercó a la fe católica, a la que se adhirió más tarde. Experimenta la viudedad y la pobreza. Para salir adelante, comienza a dar clases en su propia casa y la educación será la misión de su vida.

Otras mujeres se unen a ella y en 1813 funda las Hermanas de la Caridad de San José, cuyo objetivo es la educación de los niños indigentes. Su enseñanza se basaba en el espíritu evangélico de la caridad. Enseñó a sus hermanas a respetar las diferencias entre los niños, las preparó para la enseñanza, su deseo era la educación de todos los niños en una época en la que la educación estaba reservada a los ricos. Rehuyó toda forma de prejuicio, apostando por la inclusión y la formación integral de la persona. Estos son, concluye Timoney, los elementos de actualidad de su testimonio.

De Santa María Mackillop, la primera santa australiana, la profesora Maeve Louise Heaney VDMF, de la Universidad Católica Australiana, esboza los principales aspectos. La santa trabajó como institutriz desde muy joven, deseosa de consagrar su vida a Jesús. Está impregnada de celo por la educación. Soñaba con que en su diócesis se pudiera ofrecer educación católica, especialmente a quienes de otro modo no la tendrían. Fundó las Hermanas de San José del Sagrado Corazón con este objetivo: “La piadosa instrucción de los niños cuyos padres se encuentran viviendo en circunstancias humildes”. Junto con sus hermanas, construyó una primera escuela a la que seguirían otras en las que practicaba la enseñanza gratuita.

En el momento de su muerte había más de 600 Hermanas Josefinas en 106 casas repartidas por diversos lugares de Australia y Nueva Zelanda. Se preocupó por la formación de los profesores, fue valiente: denunció un caso de abusos por parte de un sacerdote en una de sus escuelas. Fue poco comprendida en sus acciones, pero demostró un equilibrio entre docilidad y fortaleza, entre obediencia a la Iglesia y fidelidad a las normas de su congregación. La profesora Heaney resume la relevancia de su mensaje en la opción preferencial por los pobres: su deseo de que la educación fuera para todos confiando en la Providencia fue profético, dice. Y concluye: “La Iglesia necesita personas que tengan el valor de arriesgarse y hacer algo nuevo”.

VIDEO. Congreso Internacional Mujeres en la Iglesia – Primera Jornada

 

Catalina Tekakwitha y María Laura de Jesús

“La caridad de la oración”, fue el título del tercer panel, que expuso la vida de dos santas con experiencias parecidas pero con unos 300 años de diferencia. Dos santas vecinas, la primera en Colombia, la segunda en Estados Unidos: son las protagonistas del tercer panel. La profesora Melissa Miscevic Bramble, directora de operaciones del Santuario Nacional y Sitio Histórico de Santa Kateri Tekakwitha, Estados Unidos, intervino para presentar a la santa nativa americana Catalina Tekakwitha (1656-1680). Nacida en una familia en la que su madre era una mujer cristiana algonquina y su padre un cacique iroqués mohawk que seguía la religión tradicional, quedó parcialmente ciega a causa de la varicela.

Vivió en una época compleja y difícil para Norteamérica, en la que franceses y británicos atacaban con frecuencia las aldeas habitadas por los nativos. Ya a la edad de 13 años, se insta a Catalina a encontrar marido. Se resiste a la fuerte presión para abrazar la vida religiosa. A los 18 años, los jesuitas la educan en la fe católica. ¿Cuál era su mensaje espiritual? “Era una persona de gran bondad y humildad”, señala el maestro, “rezaba constantemente mientras trabajaba. Ayudaba a los niños y a los pobres de su comunidad. No hacía diferencias entre las personas, había reservas sobre ella por ser joven y discapacitada, pero no permitía que nadie influyera en su fe”. Ante cualquier dificultad, como epidemias y convulsiones sociales y políticas, “su respuesta fue dedicarse siempre a Jesús y confiar en Dios, y ésta puede ser su enseñanza incluso en nuestros tiempos complejos”.

Por último, es el turno del profesor Luis Martínez Ferrer para hablar de Santa Laura de Jesús, la primera santa colombiana canonizada por Francisco en 2013, fundadora en 1914 de la congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Casada, perdió a su marido que fue asesinado pero hizo rezar a sus hijos por el asesino de su padre para sembrar en ellos semillas de reconciliación. Fue despreciada por algunos miembros de su familia, vivió una infancia de soledad y dolor y sufrió profundos traumas.

Se hizo maestra y su vida interior fue muy intensa. Comprendió que su misión era la evangelización de los indígenas, un proyecto lleno de dificultades, pero que llevó a cabo convencida de sus inspiraciones interiores. En el momento de su muerte había 450 religiosas en su congregación y 100 casas. Contemplaba a Dios en la creación, sabía perdonar y sentía el impulso de evangelizar las periferias, como se diría hoy. Todo surgía de su relación con Dios. Como maestro, complementaba su enseñanza con la atención espiritual a las personas que cuidaba. Vivía el espíritu del perdón y de la reconciliación.

El Congreso concluyó con un par de panelas más en que se destacaron las figuras de Santa Teresa de Calcuta (1910-1997) y Rebecca-Rafqa Ar-Rayès (1832-1914), como ejemplos de “corazones compasivos”, mientras que los testimonios de Maria Beltrame Quattrocchi (1884-1965) y la venerable Daphrose Mukansanga (1944-1994), como paradigmas de “fecundidad del don”.

VIDEO. Congreso Internacional Mujeres en la Iglesia – Segunda Jornada

“Sin presiones ni desgarros”: Buscar mayor participación de mujeres en la Iglesia

“La Iglesia las necesita, porque la Iglesia es mujer: es hija, esposa y madre, y ¿quién mejor que la mujer para revelarnos su rostro? Ayudémonos, sin presiones ni desgarros, sino con un atento discernimiento, dóciles a la voz del Espíritu Santo y fieles en la comunión, a encontrar caminos adecuados para que la grandeza y el papel de las mujeres sean más valorados en el pueblo de Dios”. Francisco ha hecho estas consideraciones durante su discurso a los participantes del congreso “Mujeres en la Iglesia: artífices de humanidad”.

El Pontífice ha subrayado que estas mujeres “en diferentes épocas y culturas, con estilos distintos, y con iniciativas de caridad, de educación y de oración” dieron prueba de cómo el “genio femenino” puede reflejar, en modo único, “la santidad de Dios en el mundo”. En épocas en las que la mayoría de las mujeres eran excluidas de la vida social y eclesial, “el Espíritu Santo suscitó santas cuya fascinación provocó nuevos dinamismos espirituales e importantes reformas en la Iglesia”. Del mismo modo, ha recordado a tantas “mujeres desconocidas u olvidadas quienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio”.

Asimismo, ha considerado que la época actual está “desgarrada por el odio”. “La humanidad necesita sentirse amada, pero en cambio, esta se ve frecuentemente marcada por la violencia, por la guerra y las ideologías que ahogan los sentimientos más hermosos del corazón. Y es precisamente en este contexto donde la aportación femenina es más indispensable que nunca; la mujer, en efecto, sabe unir con la ternura. Santa Teresita del Niño Jesús decía que quería ser, en el corazón de la Iglesia, el amor”, ha concluido.

Finalmente, el Pontífice lanzó un llamado para que se respete en todo el mundo el derecho a la formación de la mujer. “En el mundo, donde las mujeres siguen sufriendo tanta violencia, desigualdad, injusticias y maltratos —y esto resulta todavía más escandaloso si es provocado por quienes profesan la fe en el Dios “nacido de una mujer”—, hay una forma grave de discriminación, que está precisamente vinculada a la formación de la mujer”, ha asegurado.

En esta línea, ha considerado que en muchos contextos “dicha formación es temida”, pero ha dejado claro que el camino hacia sociedades mejores “pasa justamente por la educación de las niñas, de las adolescentes, de las jóvenes, de la que se beneficia el desarrollo humano”.

VIDEO. Papa Francisco: “La contribución femenina es más indispensable que nunca”

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Fuentes

Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida / Vatican News / Revista Alfa y Omega / Videos: Rome Reports – Vatican Media / Foto: PUSC

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