Celibato: Monseñor Scicluna a favor de una revisión y abrir el debate

8:00 a.m. | 24 feb 24 (NCR/AO).- Cuando se plantea la posibilidad de sacerdotes casados, normalmente se hace en el contexto de resolver un problema: para conseguir más sacerdotes o mantener a los que ya hay. Rara vez se plantea como una medida que aporte al sacerdocio. Por eso, puede sorprender el argumento de Mons. Charles Scicluna, secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que pidió revisar el requisito del celibato y abrir el debate. El llamado nace de una preocupación por la salud y coherencia en la vida de aquellos clérigos que en algún momento llevan lo que describe como una “doble vida”.

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El arzobispo de Malta, Charles Scicluna -quien también es parte del liderazgo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe- se ha manifestado sobre el celibato en dos ocasiones en lo que va del año. En una entrevista concedida a Times of Malta señaló que los años y la experiencia -por su labor en la Iglesia y cercanía a muchas otras personas- le han demostrado que es mejor darles la opción a los sacerdotes. Luego, en un podcast en National Catholic Reporter argumentó que sin el celibato obligatorio el clero no tendría motivos para tener una “doble vida”, que les afecta y les hace llevar una vida incoherente con su misión. En ambos casos resaltó que no pretende disminuir el valor del celibato, que de todas manera seguirá teniendo un espacio en la Iglesia.

Sea con intención o no, la propuesta de Scicluna también comienza, implícitamente, a excavar en cuestiones más profundas sobre la naturaleza del sacerdocio, de la vida sacramental de nuestras comunidades, de lo que la ordenación -formada, modificada y reformada a lo largo de los siglos- ha llegado a significar en el siglo XXI. El punto de partida de Scicluna es una premisa sencilla e irrefutable, basada en una preocupación humana. “Una de mis preocupaciones es que las personas se encuentren en una situación en la que se sientan cómodas con una doble vida”, dijo. “No se trata de menospreciar la belleza del celibato ni el compromiso heroico de las personas que han aceptado el celibato como un don y lo viven”, prosiguió. “Pero creo que es bueno que lo discutamos”.

Se podría añadir que no hay mejor momento para debatirlo, dado el énfasis de este papado en la sinodalidad, ese enfoque ampliamente consultivo del discernimiento. El tema goza de un impulso favorable en muchos sectores. Las encuestas han mostrado que los católicos se muestran a favor de que haya sacerdotes casados y se aprobó una propuesta al respecto en el sínodo para la Amazonía de 2019.

Las credenciales de Scicluna son impecables. Es un ejemplo inusual de continuidad de papados anteriores en una profunda alineación con el Papa actual. El hecho de que haya sido capaz de pasar por esta transición sin problemas dice mucho de su integridad personal. Es un abogado civil y canónico que fue elegido por el entonces cardenal Joseph Ratzinger para ser el principal investigador de los delitos de abusos sexuales del clero. Por consiguiente, Scicluna tenía una visión particular del lado oscuro de la cultura clerical.

Sigue siendo funcionario de la curia, además de arzobispo; fue pastor de parroquias, además de profesor y conferenciante muy solicitado. Su experiencia en la investigación de la crisis de los abusos le ha dado una perspectiva global de otros problemas clericales. Es muy respetado por su conocimiento, su experiencia y su integridad. No es una bala perdida haciendo sugerencias descabelladas.

“Te das cuenta cuando viajas mucho y conoces a otras personas, que la gente se encuentra en diferentes estados de vida”, dijo. “Y esto podría ser, podría ser -no digo que esto sea una especie de varita mágica real- podría ser también algo que valga la pena debatir”, explicó en el diálogo con NCR. “Lo que se aprende con la experiencia es que hay que tener en cuenta la fragilidad humana y el hecho de que las personas maduran en situaciones diferentes; viven situaciones psicológicas y espirituales diferentes”, dijo Scicluna. “Esto es algo que la Iglesia, en su más alta autoridad, tendrá que decidir”.

Su propuesta podría considerarse la última de una larga serie de sugerencias, ajustes y reticencias institucionales sobre la cuestión del sacerdocio y la continua disminución de clérigos ordenados en algunas partes del mundo. La diferencia es que el planteamiento de Scicluna no pretende resolver un problema de personal. Empieza por el individuo, los sacerdotes que llevan una doble vida, y por extensión a los demás afectados: las mujeres, los niños, las familias más amplias y, desde luego, las congregaciones.

En sus años de servicio en la Iglesia, explicó en la entrevista publicada en The Times of Malta, aprendió que los sacerdotes que mantienen relaciones ocultas de larga duración son un fenómeno global. Los sacerdotes, dijo, “pueden madurar, entablar relaciones, amar a una mujer, amar a otra persona, y tienen que tomar una decisión. Ahora mismo, tienen que tomar una decisión”.

Los católicos de más edad recordarán el éxodo masivo de sacerdotes, que comenzó a mediados de la década de 1960 y se prolongó durante años. Muchos se fueron para casarse. A menudo, descubrieron que no había lugar para ellos, a pesar de su larga formación, experiencia y amor por la Iglesia, simplemente porque se habían enamorado. Algunos se unieron a otras confesiones que admitían clérigos casados. Poco después, y desconcertando a muchos católicos, el papa Juan Pablo II decidió en 1980 permitir que clérigos casados de otras confesiones fueran ordenados sacerdotes católicos. La ironía de rechazar a los propios sacerdotes que deciden casarse mientras se acepta a otros se agrava al darse cuenta de que muchos de los que proceden de otras confesiones apoyan la regla del celibato.

Scicluna, en su entrevista, se hace la misma pregunta que se plantearon muchos católicos que presenciaron aquel éxodo hace décadas: “¿Por qué debemos perder a un joven que habría sido un buen sacerdote sólo porque quería casarse?”. Permitir que los sacerdotes se casen no es la respuesta a todos los retos demográficos ni a los problemas más amplios y profundos de la cultura clerical. De hecho, no responde a la pregunta mucho más controversial de por qué las mujeres siguen estando excluidas de las filas clericales.

Pero en una institución que puede parecer que cambia a un ritmo incremental y evolutivo, permitir sacerdotes casados sería un paso significativo hacia la honestidad y la coherencia. Y, cabe señalar, también constituiría una conexión con nuestro pasado más profundo, el milenio anterior al siglo XII, cuando los sacerdotes casados no eran inusuales.

Los obstáculos para los sacerdotes casados -pagar un salario que permita mantener a las familias, tratar con relaciones de esposo y esposa que pueden ser muy complicadas- pueden parecer insuperables. Pero sin duda se puede aprender de la experiencia de los antiguos ministros protestantes que han cruzado el Tíber y, lo que es más importante, de los sacerdotes casados de las iglesias de rito oriental que tienen siglos de experiencia con sacerdotes casados.

El punto principal que impulsa la sugerencia de Scicluna no debe perderse en medio del bosque de preocupaciones sobre “la falta de personal” y las consideraciones prácticas de la organización institucional. Su principal preocupación es la salud y la integridad del clero. Los sacerdotes que viven con relaciones ocultas y con hijos que no pueden reconocer abiertamente están haciendo malabarismos con una especie de doble engaño. Están involucrados en mentiras que son, de hecho, incompatibles con el tipo de honestidad y transparencia esenciales para la salud individual, así como para el bien de la comunidad cristiana católica.

No se trata de una cuestión doctrinal, señala Scicluna. Además, “el sacramento del matrimonio es también un estado de vida santo y no es incompatible con el sacerdocio”. El celibato, dijo Scicluna, “fue opcional durante el primer milenio de existencia de la Iglesia, y debería volver a ser opcional”.

La voz del Papa al respecto

En una de sus últimas referencias a esta cuestión, el papa Francisco señaló que el celibato está en el corazón de la identidad del sacerdocio. “Los sacerdotes son célibes —y quieren serlo— sencillamente porque Jesús fue célibe”, dijo el pasado mes de diciembre en un mensaje a los seminaristas franceses enviado a través del secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin.

“La exigencia del celibato no es primariamente teológica, sino mística”, afirmaba en sus palabras. “Hoy en día oímos hablar mucho de los sacerdotes, y la figura del sacerdote a menudo se distorsiona en ciertos círculos, se relativiza y a veces se considera subordinada”. Los invitaba también a no asustarse por esto. “Nadie tiene poder para cambiar la naturaleza del sacerdocio y nadie lo tendrá nunca, aunque las formas de ejercerlo deban necesariamente tener en cuenta los cambios de la sociedad actual y la grave crisis vocacional que estamos viviendo”, señaló Parolin en nombre del Pontífice.

El propio Francisco, en una entrevista al diario argentino Infobae a principios de 2023, no descartaba la revisión del celibato sacerdotal. “El celibato en la Iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna como la ordenación sacerdotal, que es para siempre, te guste o no te guste. Que dejes o no dejes es otro tema, pero es para siempre. En cambio, el celibato es una disciplina”. Aunque, al mismo tiempo, se mostraba escéptico de que anular esta obligación fuera a aumentar las vocaciones sacerdotales.

Información adicional
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Fuentes

National Catholic Reporter (2) / Revista Alfa y Omega / Foto: Europa Press

Puntuación: 4.5 / Votos: 2

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Un pensamiento en “Celibato: Monseñor Scicluna a favor de una revisión y abrir el debate

  • 26 febrero, 2024 al 7:51 pm
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    Mi esperanza y Fe se fortalecen con este tipo de pensamientos. Jesús siga dando fuerzas para realizar estos cambios tan importantes. Excelente articulo.

    …”El celibato, dijo Scicluna, “fue opcional durante el primer milenio de existencia de la Iglesia, y debería volver a ser opcional”. …“el sacramento del matrimonio es también un estado de vida santo y no es incompatible con el sacerdocio”.
    …“La exigencia del celibato no es primariamente teológica, sino mística” …

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