Revolución de Francisco en el Dicasterio de la Doctrina

7:00 p.m. | 5 jul 23 (TT/AM).- En una noticia que ha remecido el ámbito eclesial, el Papa nombró al arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández -cercano asesor teológico- como nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF), un cargo de mucha trascendencia. El DDF es la instancia más antigua de la curia romana, es responsable de la doctrina y antiguamente era conocido como el Santo Oficio responsable de la Inquisición. Pero además de la designación, impactó el anuncio de una renovación de la forma de trabajar del ministerio de Doctrina: priorizar la evangelización, reflexión y diálogo abierto, antes que una función punitiva.

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Durante el siglo XX, incluso bajo los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe se ganó una reputación por investigar y silenciar a teólogos. Algunos casos recientes de gran repercusión son los del P. Jacques Dupuis, jesuita belga, y el P. Tony Flannery, redentorista irlandés, que afirmó haber sufrido una falta total de garantías procesales. Cualquiera que haya sido objeto de una de sus investigaciones puede dar fe de la carga psicológica y emocional que supone.

Lo que el Papa anunció, junto con el nombramiento de Víctor Manuel Fernández, es que comparte las preocupaciones que se han planteado sobre el proceder de la oficina de doctrina. “El Dicasterio que presidirás en otras épocas llegó a utilizar métodos inmorales”, escribió Francisco en una carta al arzobispo Fernández. “Fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente”.

El Papa está abriendo un nuevo capítulo para el dicasterio de doctrina. Quiere que el prefecto se focalice en asegurar que la doctrina y la teología católicas se pongan al servicio de la evangelización y permitan un “crecimiento armonioso” de “las distintas líneas de pensamiento”, tanto filosófico, teológico y pastoral. “Nos hace falta un pensamiento que sepa presentar de modo convincente un Dios que ama, que perdona, que salva, que libera, que promueve a las personas y las convoca al servicio fraterno”, escribió Francisco.

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El Papa subrayó que los futuros documentos del dicasterio deben contener la “enseñanza perenne de la Iglesia”, pero también abarcar “el magisterio reciente”, entre lo que se cuentan sus encíclicas y cartas. En la última década, los documentos producidos por la oficina de doctrina han aparecido a veces fuera de sincronía con este pontificado. La carta de Francisco apunta a un cambio de régimen.

El arzobispo “Tucho” Fernández sabe de primera mano lo que es experimentar oposición desde dentro de la Curia Romana. En 2009, el entonces cardenal Jorge Bergoglio lo designó rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina, pero el nombramiento se retrasó después de que Roma frenara su aprobación. Todo cambió en 2013 con la elección de Bergoglio al papado.

El arzobispo ha sido un importante asesor teológico de Francisco y fue un colaborador clave del cardenal Bergoglio en la redacción del documento de Aparecida de los obispos centroamericanos y latinoamericanos en 2007. También desempeñó un papel influyente en Evangelii Gaudium, el documento manifiesto del papado de Francisco, Amoris Laetitia, el documento sobre la vida familiar y Laudato si, la encíclica sobre el medio ambiente. Desde 2018 es arzobispo de La Plata y ha compaginado la teología académica (numerosos libros y más de 300 artículos) con la pastoral.

Austen Ivereigh, biógrafo papal, dice que el nombramiento del arzobispo Fernández es significativo a la luz del proceso sinodal en curso de la Iglesia. “Francisco cree que el DDF tiene que desempeñar ahora sus funciones en el mundo contemporáneo, no tanto vigilando y controlando la ortodoxia, sino más bien abriendo nuevos caminos de reflexión teológica, sobre todo los que surgen de una Iglesia sinodal”, dijo a The Tablet. “Es un nombramiento clave a la luz del sínodo, y creo que tendrá enormes implicaciones para los avances que se deriven del sínodo sobre la sinodalidad”.

El documento de trabajo para el sínodo, publicado recientemente, plantea cuestiones teológicas fundamentales, desde cuestiones sobre el ministerio femenino hasta el ejercicio del ministerio de un obispo. Todas ellas necesitarán la aportación del dicasterio de doctrina a medida que se desarrollen, junto con un prefecto dispuesto a explorar las diferentes propuestas que surjan. El enfoque anterior de investigar y silenciar a los que hacen preguntas o proponen ideas ya no está en el orden del día.

También es significativo que el arzobispo Fernández tenga 60 años, lo que significa que es probable que preste servicio durante un largo periodo como prefecto, dado que la edad de jubilación episcopal es de 75 años. El Dr. Ivereigh añadió que se trata de un “nombramiento de legado” y llega después de que Francisco haya tenido una década para considerar cómo debe funcionar la oficina de la doctrina.

Ha hecho cambios graduales que, con el tiempo, han resultado decisivos. Tras su elección, Francisco heredó al cardenal Gerhard Müller, nombrado prefecto de doctrina menos de un año antes por Benedicto XVI. El cardenal Müller afirmó que su trabajo consistía en “proporcionar la estructura teológica” para el pontificado porque Francisco es “más pastoral”. En otras palabras: el Papa no era competente para tratar asuntos teológicos. El cardenal Müller fue sustituido por el cardenal Luis Ladaria, un jesuita español más leal a Francisco. Pero Ladaria, que ahora tiene 79 años, está arraigado en la cultura de lo que era la Congregación para la Doctrina de la Fe (antes de que pasara a ser Dicasterio en el 2022) y no es un reformador natural.

En 2022, Francisco emitió una norma legal reestructurando lo que era la Congregación para la Doctrina de la Fe, convirtiéndola en Dicasterio y separándola en dos secciones: una para la doctrina y otra para tratar asuntos disciplinarios, incluidos los sacerdotes acusados de abusos sexuales. En este decreto se estableció que la sección doctrinal debía fomentar la comprensión de “la fe al servicio de la evangelización… especialmente ante los interrogantes que plantean el progreso de las ciencias y el desarrollo de la sociedad”. Para confirmar sus intenciones, el Papa nombró al padre Armando Matteo, teólogo italiano experto en la transmisión de la fe a los jóvenes, para dirigir la sección de doctrina. El padre Matteo ha dicho que, aunque las “ideas superclaras y superdistintas” son “atractivas”, no son la respuesta.

Francisco también cambió al arzobispo Giacomo Morandi, anterior secretario o “número dos” del dicasterio, nombrándolo obispo de la diócesis de Reggio Emilia-Guastalla, en el norte de Italia. Se cree que el arzobispo Morandi estuvo detrás del documento que prohibía las bendiciones eclesiásticas a las parejas del mismo sexo, al que Francisco “dio su asentimiento” pero del que luego se distanció.

En Praedicate Evangelium, la constitución para la Curia Romana, el Papa se aseguró de que el dicasterio conocido como “La Suprema” se ubicara “detrás” de una renovada instancia para la evangelización -en orden de precedencia- haciendo hincapié en que la promoción de la doctrina no se produce en el vacío.

El nombramiento del arzobispo Fernández es la culminación de una reorganización lenta pero sostenida de la oficina de doctrina y apunta a la revolución silenciosa que el Papa ha estado llevando a cabo en la Iglesia. Es probable que provoque algunas reacciones feroces, pero incluso a sus 86 años y con problemas de salud, Francisco se niega a perder el rumbo.

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¿Quién es el Arz. Víctor Manuel Fernández?

Fernández, de 60 años, es actualmente arzobispo de La Plata, en Argentina. En el DDF sustituye al teólogo jesuita español, el cardenal Luis Ladaria Ferrer, que ha ocupado el cargo desde 2017, pero a la edad de 79 años ya ha superado por mucho la edad oficial de jubilación (75 años). El nombre del arzobispo Fernández no había sido mencionado previamente en la prensa como candidato a sustituir al cardenal Ladaria.

El arzobispo Fernández es el primer argentino que Francisco nombra para un alto cargo en la curia romana, la administración central de la Iglesia católica, durante sus diez años de pontificado. Se le considera en sintonía con el Papa tanto a nivel pastoral como teológico, y su elección por parte de Francisco es la indicación más clara hasta ahora de la determinación del pontífice de continuar por el camino de la renovación teológica y pastoral de la Iglesia católica en la aplicación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

A veces referido como el “teólogo de confianza” de Francisco, el arzobispo Fernández tiene una relación con el Papa que se remonta a su trabajo para la Conferencia Episcopal Argentina, donde fue reconocido por su capacidad para armonizar diferentes puntos de vista en la redacción de documentos. Como teólogo, Fernández desempeñó un papel clave ayudando al cardenal Bergoglio en la conferencia de Aparecida en 2007 -momento clave para la iglesia latinoamericana- en la redacción del documento final de esa conferencia, que además constituyó la base de algunos de los principales escritos del papa Francisco. Participó en el sínodo de los obispos sobre la familia (2014-2015) como miembro, y también formó parte de los grupos editoriales de dicho sínodo.

Nacido el 18 de julio de 1962 en Alcira Gigena, provincia de Córdoba (Argentina), Fernández fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1986 para la diócesis de Villa de la Concepción del Río Cuarto. Posteriormente fue enviado a estudiar a Roma, a la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo la licenciatura en Teología con especialización en Teología Bíblica en 1988. Dos años más tarde, se doctoró en Teología en la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Posteriormente ejerció la pastoral parroquial en Río Cuarto y trabajó en la formación de seminaristas y laicos. Autor de numerosos libros y más de 300 artículos, desde hace tiempo es reconocido por su estrecha colaboración con Francisco -a veces también se le llama el escritor fantasma del Papa-.

Cuando el cardenal Bergoglio nombró a Fernández rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) en 2009, el cardenal se encontró inicialmente con una fuerte oposición de la Curia Romana. Fernández fue decano de la facultad de Teología de la universidad entre 2008 y 2009, y luego rector entre 2009 y 2018. Cuando Francisco se convirtió en Papa en 2013, nombró inmediatamente arzobispo a Fernández. Francisco lo nombró entonces arzobispo de La Plata el 2 de junio de 2018.

El arzobispo argentino estuvo en Roma la semana pasada, y acompañó al nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, cuando el papa bendijo los palios (símbolo de autoridad que llevan los obispos y que entrega el papa) en la basílica de San Pedro el 29 de junio, fiesta de los santos Pedro y Pablo. Fernández pasó gran parte del tiempo con Francisco, como reveló en un tuit en el que aparecía una foto del Papa y él el 30 de junio. “Compartí una semana con Francisco”, escribió. “Trabaja el día entero. Tiene audiencias y reuniones a la mañana y a la tarde. Trabaja más horas que cualquiera en el Vaticano. Lo ven cansado tras 5 horas con cosas densas, pero después de la siesta estaba perfecto y feliz”. Se espera que Francisco haga cardenal al arzobispo Fernández en el próximo consistorio, que probablemente se celebrará antes de finales de este año.

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El papa Francisco acaba de dar al Vaticano su Ratzinger

Hace dieciocho años, un Colegio Cardenalicio nombrado en gran parte por el Papa cuyo mandato acababa de terminar quería continuidad, así que eligió al hombre que había sido el arquitecto intelectual de la administración anterior. Así fue como el cardenal Joseph Ratzinger se convirtió en el papa Benedicto XVI, como heredero natural del legado doctrinal y espiritual del papa Juan Pablo II.

Después de este reciente nombramiento para el DDF, cabe preguntarse: ¿está el papa Francisco intentando alinear los astros para que la historia se repita nombrando a su propia mano derecha teológica, el arzobispo Víctor Manuel Fernández, para el mismo puesto que en su día ocupó Ratzinger como zar doctrinal del Vaticano? Antes de proseguir, una advertencia: no se trata de comparar la calidad o la importancia de la producción intelectual de Ratzinger y Fernández, sino más bien sugerir que, política y personalmente, Fernández está a punto de ser para Francisco lo que Ratzinger fue para Juan Pablo II, aunque con algunas diferencias importantes.

En todo caso, el vínculo entre Francisco y Fernández, ambos argentinos, es aún más profundo que el que unía al polaco Juan Pablo II y al alemán Ratzinger. La conexión se remonta al menos a 2007, en la Conferencia de Aparecida. Luego, cuando Francisco publicó su polémico documento Amoris Laetita, que abría la puerta a la recepción de la comunión a los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente, mostró sorprendentes similitudes con los artículos que Fernández había escrito sobre el mismo tema en 2005 y 2006. El arzobispo de La Plata se convirtió en uno de los defensores más prominentes de Amoris Laetitia, y en un momento dado argumentó que los críticos que citaban las Escrituras para oponerse a la posición del Papa estaban involucrados en una “trampa mortal” destinada a obligar a otros a “asumir una lógica particular”.

Durante los diez años en que el cardenal alemán Gerhard Müller, generalmente considerado conservador, y el cardenal español Luis Ladaria Ferrer, percibido como más moderado, dirigieron la Congregación para la Doctrina de la Fe, la mayoría de los observadores los consideraron menos influyentes que Fernández en la formación de las posturas teológicas del pontífice. Al nombrar ahora a Fernández para el cargo, Francisco ha incorporado a su administración a un miembro clave, otorgándole los poderes formales que muchos observadores creían que ya ejercía entre bastidores. Además, Fernández será una fuerza importante en los sínodos de obispos sobre la sinodalidad, previstos para octubre de este año y octubre de 2024.

Para asegurarse de que a nadie se le escapara la naturaleza decisiva del momento, el papa Francisco tomó la medida prácticamente sin precedentes de publicar una carta de casi 800 palabras a Fernández junto con el anuncio de su nombramiento, destacando sus expectativas.

Es cierto que hay importantes diferencias entre Fernández bajo Francisco y Ratzinger bajo Juan Pablo II, empezando por la diferencia de edad: Ratzinger tenía 78 años al final del papado de Juan Pablo II, mientras que Fernández cumplirá 61 el 18 de julio. Además, Juan Pablo II se contentaba en gran medida con delegar la administración interna en otros, lo que potenciaba la importancia de todos sus ayudantes en sus áreas de responsabilidad. Francisco prefiere tomar él mismo las decisiones importantes, lo que significa que ningún adjunto de este Papa podrá tener el mismo grado de autoridad.

Aunque todas las analogías son inexactas, hay tres paralelismos sorprendentes. En primer lugar, el prelado argentino se convierte de la noche a la mañana en la figura más poderosa del Vaticano de Francisco, quizá incluso más que el secretario de Estado Pietro Parolin, del mismo modo que Ratzinger llegó a tener más influencia que el cardenal Angelo Sodano.

En segundo lugar, Ratzinger fue un pararrayos para los elementos más controvertidos del papado de Juan Pablo II, desde sus batallas contra la teología de la liberación hasta sus enseñanzas sobre ética sexual. Era un héroe para los conservadores, pero una figura de amor-odio entre los progresistas; a veces, casi se podía oír de fondo la Marcha Imperial de la Muerte de “La guerra de las galaxias” cuando los comentaristas católicos liberales hablaban de Ratzinger. Fernández ya tiene un perfil similar, de igual a igual, entre los conservadores católicos, y sólo crecerá a medida que le conozcan mejor.

En tercer lugar, suponiendo que Fernández se convierta en cardenal, inevitablemente se le considerará candidato a convertirse él mismo en Papa, especialmente para todos aquellos que no quieren que la Revolución de Francisco termine con el Papa que la lanzó. Por supuesto, su candidatura parecerá impensable a los críticos papales, que no podrán creer que una mayoría de cardenales votaría por una figura tan controvertida -pero exactamente lo mismo se dijo de la candidatura de Joseph Ratzinger hace 18 años.

Cómo se desarrollará la saga de Fernández a partir de ahora depende de muchas variables, y no la menor de ellas es cuánto tiempo le queda al Papa al que sirve. También depende de cómo se comporte Fernández en su nuevo cargo. Incluso entre los críticos más acérrimos de Ratzinger durante su mandato en el Santo Oficio, ganó puntos por ser personalmente amable y humilde; queda por ver qué tipo de impresión dejará Fernández. Sin embargo, pase lo que pase, Francisco ha inyectado un nuevo y atractivo personaje en el ya de por sí intenso drama de este papado, lo que no puede sino hacer del Vaticano un espectáculo aún más apasionante.

En 1984, el periodista italiano Vittorio Messori publicó una entrevista muy leída con Ratzinger, traducida al inglés como The Ratzinger Report, que definió las líneas de batalla del catolicismo para toda una generación. Llegó a ser tan controvertido que, durante un Sínodo de Obispos celebrado en 1985 con motivo del 20º aniversario del Vaticano II, el portavoz papal Joaquín Navarro-Valls se hartó tanto de recibir preguntas al respecto que, en un momento dado, espetó: “¡Esto es un sínodo sobre un concilio, no sobre un libro!”.

Ahora sólo falta que alguien publique The Fernández Report antes del sínodo de este otoño, y el círculo se habrá completado de verdad.

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Fuentes

The Tablet / America Magazine / Crux Now / La Nación / Videos: Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida – Universidad Latinoamericana de las Periferias – Rome Reports / Foto: La Nación

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