Edith Stein: Modelo de vida contra la intolerancia

10:00 p.m. | 20 set 22 (VTN/VN).- Este año se cumplió el 80 aniversario de la muerte de Edith Stein, quien al iniciar su vida religiosa carmelita tomó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Es una de las mujeres patronas de Europa, mártir del siglo XX al ser asesinada por su fe en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Una figura extraordinaria para nuestro tiempo, no solo por ser ejemplo de vida contra “toda forma de intolerancia y de perversión ideológica”, como lo señaló el papa Francisco, también -antes de entrar al monasterio- por destacar en lo académico, como discípula de Husserl -fundador de la fenomenología- y ser la primera mujer doctorada en Filosofía en Alemania, y su lucha social por los derechos de la mujer.

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Edith Stein nació en Breslau, capital de la Silesia prusiana, el 12 de octubre de 1891, en el seno de una familia judía de origen alemán. Criada en los valores de la religión hebrea, abandonó la fe de sus padres a los 14 años, convirtiéndose en atea. Estudió filosofía en Gotinga y se convirtió en discípula de Edmund Husserl, el fundador de la escuela fenomenológica. Tuvo fama de ser una filósofa brillante.

En 1921 se convirtió al catolicismo, recibiendo el bautismo en 1922. Dio clases durante ocho años en Speyer (de 1923 a 1931). En 1932 la llamaron para enseñar en el Instituto Pedagógico de Münster (Westfalia), pero su actividad se suspendió al cabo de un año debido a las leyes raciales. En 1933, cumpliendo un deseo largamente acariciado, ingresó como postulante en el monasterio carmelita de Colonia. Tomó el nombre religioso de Sor Teresa Benedicta de la Cruz. El 2 de agosto de 1942 fue arrestada por la Gestapo y deportada al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde murió en la cámara de gas el 9 de agosto.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, su historia llegó gradualmente a la atención de la comunidad internacional, revelando su gran estatura, no sólo filosófica sino también religiosa, y su original camino hacia la santidad: Había sido filósofa de la escuela fenomenológica, feminista ante litteram, teóloga y mística, autora de obras de profunda espiritualidad, judía y agnóstica, monja y mártir; “una personalidad -dijo de ella Juan Pablo II- que lleva en su intensa vida una síntesis dramática de nuestro siglo”.

 

La historia de conversión: experiencia de santidad fue la clave

Para la conversión de Stein al catolicismo fue decisiva la vida de Santa Teresa de Ávila leída una noche de verano. Era 1921, Edith estaba sola en la casa de campo de unos amigos, el señor y la señora Conrad-Martius, que se habían marchado brevemente y le habían dejado las llaves de la biblioteca. Ya era tarde, pero no podía dormir. Cuenta: “Cogí por casualidad un libro de la biblioteca; llevaba el título ‘Vida de Santa Teresa narrada por ella misma’. Empecé a leer y no pude dejarlo hasta que lo terminé. Cuando lo cerré, me dije: esta es la verdad”.

Había buscado la verdad durante mucho tiempo y la había encontrado en el misterio de la Cruz; había descubierto que la verdad no es una idea, un concepto, sino una persona, la Persona por excelencia. Así, el joven filósofo judío, brillante ayudante de Husserl, recibió el bautismo en la Iglesia católica en enero de 1922. Entonces, Edith, una vez convertida al catolicismo, se sintió inmediatamente atraída por el Carmelo, una orden contemplativa fundada en la Palestina del siglo XII, un verdadero “jardín” de la vida cristiana (la palabra karmel significa, de hecho, “jardín”) todo orientado a la devoción específica a María, como signo de obediencia absoluta a Dios.

Después de su conversión, el deseo de Edith Stein era formar parte de la Pasión de Cristo, amar cada vez más, como escribió en la estampa de su profesión perpetua, recordando las palabras de San Juan de la Cruz. “En el testimonio de la fe, no cuentan los éxitos, sino la fidelidad a Cristo”, escribía el papa Francisco en un tuit, el 9 de agosto de 2017, en la conmemoración litúrgica de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, en la cual aparece la parábola apasionada de quien lo deja todo por esa chispa que te cambia para siempre, por esa mirada de la que no se puede escapar, por esa verdad que es una persona: Cristo. Y, en el 2019, Francisco volvió a señalar la experiencia de la Santa: “Invito a todos a mirar sus valientes opciones, expresadas en una auténtica conversión a Cristo, así como en la entrega de su vida contra toda forma de intolerancia y de perversión ideológica”.

 

La persecución: la sombra del nazismo

Cuando empezó a tener una repercusión pública en la sociedad alemana por sus constructivos discursos y trabajos sobre la fe y la dignidad de la mujer, la llegada al poder del nazismo en 1933 marcó su ocaso, teniendo prohibido expresarse en medio alguno, tanto por sus ideas como por su origen judío. Eso sí, este castigo tuvo su parte positiva para ella, pues al fin pudo ingresar en el Carmelo de Colonia, tomando los hábitos el 15 de abril de 1934 y adoptando como nuevo nombre el de Teresa Benedicta de la Cruz.

El 21 de abril de 1938, Sor Teresa Benedicta de la Cruz hizo su profesión perpetua. Hasta 1938, los judíos todavía podían expatriarse, a América sobre todo o a Palestina, pero entonces -después de la quema de todas las sinagogas de las ciudades alemanas en la noche del 9 al 10 de noviembre, que pasó a la historia como la “Noche de los cristales rotos”- aún con invitaciones, permisos, todos los papeles en regla, era muy difícil salir.

En Alemania había ya comenzado la caza abierta al judío. La presencia de Edith en el Carmelo de Colonia representaba un peligro para toda la comunidad: en los libros de la tristemente célebre policía de Hitler, la hermana Teresa Benedicta estaba registrada como “no aria”. Sus superiores decidieron entonces expatriarla a Holanda, a Echt, donde las monjas carmelitas tenían un convento.

El año 1942 marcó el inicio de las deportaciones masivas al Este, llevadas a cabo de forma sistemática para llevar a cabo lo que se había definido como la Endlösung, o “solución final” al problema judío. Incluso Holanda ya no era segura para Edith. En la tarde del 2 de agosto, dos agentes de la Gestapo llamaron a la puerta del Carmelo de Echt para arrestar a la hermana Stein junto con su hermana Rosa. Destino: el campo de clasificación de Westerbork, en el norte de Holanda. Desde aquí, el 7 de agosto, fue trasladada con otros prisioneros al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

La profesora Angela Ales Bello, profesora de la Universidad Pontificia Lateranense de Roma y presidenta de la Asociación Italiana Edith Stein, recuerda que “según el testimonio de algunos de los supervivientes, se dedicó especialmente a cuidar de los niños que a menudo habían sido abandonados por sus madres, que ya no podían ocuparse de ellos por la angustia y el dramatismo de la situación. En sus escritos habla de la fuerza espiritual que puede contrarrestar todas las situaciones negativas de la vida, incluso cuando falta lo que ella llama la fuerza vital”.

El 9 de agosto de 1942, con los demás deportados, incluida su hermana Rosa, cruzó el umbral de la cámara de gas, sellando su vida con el martirio: aún no había cumplido los cincuenta años. En 1987 fue proclamada beata y fue canonizada por Juan Pablo II el 11 de octubre de 1998. En 1999 fue declarada, junto con Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena, copatrona de Europa.

LEER. Edith Stein, el don de la vida contra la intolerancia

6 propuestas de Edith Stein para el mundo de hoy

1. La búsqueda de la verdad

Su estudio de la filosofía, de las humanidades o de la historia forma parte de una vida unificada, aunque su bautismo –”retorno a Dios”, dirá en alguna ocasión– no llegará hasta enero de 1922. Para ella su paso por diferentes universidades y su acceso a la docencia y a la investigación, forma un todo con lo que vivirá tras su conversión. “Mi anhelo por la verdad era ya una oración”, escribió uniendo la mística con el estudio riguroso.

2. El reto de ser mujer

Vivió un estilo particular de feminidad y feminismo, sin reducciones ni exclusiones de los demás, tras haber militado inicialmente en su época estudiantil en el feminismo radical. Para ella, “el alama de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano”. Entre sus temas de estudio está también la cuestión de la mujer, como ha quedado patente en el libro “El significado del valor intrínseco de la mujer en la vida nacional”. Allí escribió que “ser madre significa nutrir y proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo”.

Y la feminidad está más allá de la maternidad, por eso en “El ethos de las profesiones femeninas” dejó dicho que toda profesión “en la que el alma de una mujer es dueña de sí misma y que puede ser realizada por el alma de una mujer es auténtica profesión femenina” (clic aquí para leer artículo completo).

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Fuentes

Vatican News / Revista Vida Nueva / Videos: Rome Reports – Vatican Media – Centro Sefarad Israel / Foto: Mazur – CatholicNews (UK)

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