El Papa pide perdón a indígenas por abusos en escuelas católicas
2:00 p.m. | 2 abr 22 (RNS/VTN).- Canadá está conmocionada desde que se descubrieron fosas comunes en escuelas católicas donde se internaba a niños indígenas (desde 1863 y décadas después) para forzarles a que asimilaran la cultura occidental. Un proceso que incluyó numerosos casos de maltrato, abuso sexual y la desaparición de muchos de los pequeños. Como parte del camino de acercamiento y responsabilidad por parte de la Iglesia, esta semana Francisco recibió -en cuatro días diferentes- delegaciones de pueblos originarios canadienses, para escuchar sus testimonios, anticipar una pronta visita y pedir perdón en nombre de la Iglesia: “Lo lamento… siento vergüenza y pena por el papel que varios católicos han jugado en todo lo que han sufrido”.
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El papa Francisco pidió perdón por los “deplorables” abusos sufridos por los pueblos indígenas en las escuelas residenciales canadienses gestionadas por la Iglesia. Ocurrió durante una audiencia con decenas de miembros de las comunidades Metis, Inuit y de las Primeras Naciones, que acudieron a Roma en busca de una disculpa papal y del compromiso de la Iglesia Católica de reparar el daño. Además, dijo que espera visitar Canadá -en días cercanos a la fiesta de Santa Ana, abuela de Jesús venerada por muchos de ellos, el 26 de julio- para pedir perdón en persona a todos aquellos que sufrieron el descarriado celo misionero de la Iglesia católica.
Más de 150.000 niños nativos de Canadá fueron obligados a asistir a escuelas cristianas financiadas por el Estado desde el siglo XIX hasta la década de 1970, en un esfuerzo por aislarlos de la influencia de sus hogares y su cultura. El objetivo era cristianizarlos y asimilarlos a la sociedad dominante, que los anteriores gobiernos canadienses consideraban superior. “Por la deplorable conducta de esos miembros de la Iglesia católica, pido perdón al Señor”, dijo Francisco. “Y quiero decirles de corazón que estoy muy dolido. Y me uno a los obispos canadienses para pedir perdón”.
El viaje de los indígenas a Roma se gestó durante años, pero cobró impulso el año pasado tras el descubrimiento de cientos de tumbas sin marcar en el exterior de algunos de los internados. Los tres grupos de indígenas se reunieron por separado con Francisco durante varias horas esta semana, culminando con una audiencia el día viernes. El Papa habló en italiano y no quedó claro de inmediato si el público entendió lo que había dicho, aunque se pusieron de pie y aplaudieron cuando terminó. Y los invitados continuaron con alegres representaciones de oraciones, tambores, danzas y violines indígenas que Francisco observó, aplaudió y, en un momento dado, levantó el pulgar. A continuación, los nativos le entregaron regalos, entre ellos unas botas para la nieve.
El jefe de los metis, Cassidy Caron, obsequió al Papa un libro encuadernado con las historias de su pueblo: Gran parte de lo que los indígenas trataron de conseguir durante sus reuniones de esta semana fue contar las historias personales de pérdidas y abusos que sufrieron.
El gobierno canadiense ha admitido que los abusos físicos y sexuales eran frecuentes en las escuelas, y que los estudiantes eran golpeados por hablar en sus lenguas nativas. El legado de esos abusos y el aislamiento de la familia han sido citados por los líderes indígenas como una de las causas principales de las tasas epidémicas de alcoholismo y drogadicción en las reservas canadienses. Casi tres cuartas partes de las 130 escuelas residenciales estaban dirigidas por congregaciones misioneras católicas. El pasado mes de mayo, la nación Tk’emlups te Secwepemc anunció el descubrimiento de 215 tumbas cerca de Kamloops (Columbia Británica), halladas mediante un radar de penetración terrestre. Fue el mayor internado indígena de Canadá y el descubrimiento de las tumbas fue el primero de numerosos lugares lúgubres similares en todo el país.
“Sin una firme indignación, sin memoria, los problemas no se pueden resolver y vuelven”
El Papa, que en estos días ha escuchado “atentamente” los testimonios de los miembros de las delegaciones, quiso retomar algunos aspectos que a su decir le llamaron la atención. En primer lugar, mencionó su “forma de ver la vida”, que en un refrán dice así: “hay que pensar en siete generaciones adelante cuando se toma una decisión hoy”. Algo “sabio y previsor” y “contrario de lo que suele ocurrir en nuestros días, donde perseguimos objetivos útiles e inmediatos sin tener en cuenta el futuro de las próximas generaciones”. El vínculo entre los ancianos y los jóvenes es indispensable, reiteró, señalando que debe “cultivarse y salvaguardarse, porque garantiza que la memoria no se borre y la identidad no se pierda”.
Francisco hizo luego referencia a una “hermosa imagen” surgida durante los encuentros, en la que los pueblos se han comparado con las ramas de un árbol que crecen en diferentes direcciones, pasan por distintas estaciones, incluso son azotadas por fuertes vientos. Los pueblos originarios, como los árboles, se han anclado firmemente en las raíces y “continúan dando frutos”, fue su observación. Uno de ellos es el cuidado de la tierra, que no es un bien a explotar, sino “un regalo del cielo”, y es “espacio vivo en el que vivir la propia existencia dentro de un tejido de relaciones con el Creador, con la comunidad humana, con las especies vivas y con la casa común que habitamos”.
El árbol de la imagen, sin embargo, ha sufrido una “tragedia”, la del “desarraigo”, puesto que “la cadena que transmitía conocimientos y estilos de vida, en unión con el territorio, se rompió con la colonización” que, “sin respeto”, arrancó a muchos del propio entorno vital y trató de conformarlos a otra mentalidad, dando como resultado una identidad y cultura heridas, familias separadas y niños “víctimas una acción homologadora” apoyada en la idea de que el progreso se hace por colonización ideológica, “en lugar del respeto de la vida de los pueblos”, lamentó. Por desgracia, esta mentalidad colonial sigue estando muy extendida. Contribuyamos juntos a superarla.
El Pontífice, que ha asimilado los relatos de sufrimiento, privaciones, trato discriminatorio y diversas formas de abuso sufridas por los nativos, en especial en los internados, quiso expresar sus sentimientos de “indignación y vergüenza” por lo acaecido. “Es escalofriante pensar en la voluntad de inculcar un sentimiento de inferioridad, de hacer perder a alguien su identidad cultural, de cortar sus raíces, con todas las consecuencias personales y sociales que ello ha supuesto y sigue suponiendo: traumas no resueltos, que se han convertido en traumas intergeneracionales”. Se dice indignado porque no sólo es injusto aceptar el mal, sino que es peor “acostumbrarse” a él. “Sin una firme indignación, sin memoria y sin el compromiso de aprender de los errores, los problemas no se pueden resolver y vuelven”. Es, según el Papa, como lo que sucede en los últimos días en relación con la guerra: “nunca se debe sacrificar la memoria del pasado sobre el altar de un presunto progreso”.
Francisco también dice sentir “vergüenza” por el papel que varios católicos, particularmente con responsabilidades educativas, han jugado en todo lo que ha lastimado a estas personas: por “los abusos y la falta de respeto hacia su identidad, su cultura y hasta sus valores espirituales”, que son contrarios “al Evangelio de Jesús”. Por ese motivo, por la “deplorable conducta” de esos miembros de la Iglesia católica pide “perdón a Dios” y dice de corazón: “Estoy muy dolido”. A los obispos de Canadá se unió en su pedido de disculpas a estos pueblos y también les agradece por su valor en la humildad en la que “se revela el espíritu del Señor”. Y porque Jesús nos enseñó a acoger, amar, servir y no juzgar, hace presente que no se pueden transmitir los contenidos de la fe de una manera ajena a la misma fe: “Es terrible cuando, precisamente en nombre de la fe, se da un testimonio contrario al Evangelio”.
El deseo de visitar Canadá
“¿Dónde estás? ¿Dónde está tu hermano?”. Las preguntas del libro del Génesis, que los relatos de estos días han sido amplificadas en el corazón del Pontífice, son “esenciales”, dice, “para no olvidar que estamos en esta tierra como custodios de la sacralidad de la vida y, por tanto, custodios de nuestros hermanos, de todo pueblo hermano”. Y pensando, con gratitud, en los “tantos buenos creyentes que, en nombre de la fe, con respeto, amor y gentileza, han enriquecido su historia con el Evangelio” se alegra de la veneración de muchos integrantes de los pueblos originarios por Santa Ana, la abuela de Jesús, y dice: “Este año me gustaría estar con ustedes en esos días. Hoy necesitamos reconstruir una alianza entre abuelos y nietos, entre ancianos y jóvenes, premisa fundamental para una mayor unidad de la comunidad humana”.
Tras los encuentros que Francisco espera que abran nuevos caminos, que inspiren valor y acrecienten el compromiso a nivel local para un eficaz proceso de sanación, anima a sus hermanos obispos al final del discurso a “seguir dando pasos en la búsqueda transparente de la verdad y en la promoción de la sanación de las heridas y la reconciliación”. La Iglesia, dice dirigiéndose a las delegaciones está de su lado y quiere seguir caminando con ustedes. “Hasta pronto en Canadá, donde podré expresar mejor mi cercanía a ustedes”, concluye, asegurando sus oraciones e invocando la bendición del Creador sobre todos.
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Fuentes
Religion News Service / Vatican News / Revista Vida Nueva / Videos: Rome Reports – Vatican News / Foto: Vatican Media – AFP