Liturgia: Dos palabras que hacen la diferencia
5:00 p.m. | 11 set 20 (TT/RD).- Una revisión en la oración para la consagración del vino ha dejado un gesto con mucho significado por parte del Papa. El hecho que respalde la confirmación de la expresión “derramada por todos”, antes que la alternativa de cambiarla a “por muchos”, es coherente con el espíritu de su pontificado. Y no solo por la noción de una Iglesia que acoge a todos sin restricciones, sino que también se posiciona en una cuestión debatida por casi dos décadas, cuando el papa Benedicto XVI insistió en que la traducción que debía usarse era “por muchos”. Esto se vio como una contrarreforma, luego que el Concilio Vaticano II inspirara a la gran mayoría de conferencias episcopales a decidirse por la versión “por todos”, bajo un modelo de salvación universal e integral.
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Serán solo dos palabras, pero expresan muy bien el sentido de las reformas del pontificado de Francisco. Días atrás el Papa recibió una copia de la traducción del Misal Romano al italiano. En los nuevos textos de la misa, en el momento de la consagración del pan y el vino, el sacerdote seguirá diciendo que la sangre de Jesús fue derramada per tutti (“por todos”) y no per molti (“por muchos”). Los obispos italianos no han cambiado nada, simplemente mantienen la traducción de la frase latina pro multis que ha sido ampliamente utilizada desde el Concilio Vaticano II.
Sin embargo, eso es lo que es tan significativo. La traducción de pro multis ha sido objeto de un intenso debate en las últimas décadas. Después del Concilio, muchos países usaron el equivalente de “por todos” en sus traducciones, aunque esto comenzó a cambiar en 2001, después de que Liturgiam Authenticam pidiera una traducción más literal de los textos en Latín.
En el 2006, Roma dictaminó que pro multis debía traducirse como “por muchos”; Benedicto XVI insistió en este punto. En las traducciones del Misal Romano utilizadas en la mayoría de países de habla inglesa, española y francesa, se ha venido utilizando “por muchos”. Pero en el 2011 los obispos italianos votaron abrumadoramente para mantener la versión “por todos”. Y así es como se ha mantenido en los misales italianos recién impresos. (Según datos filtrados por el vaticanista Sandro Magister, de los 187 votantes, 171 votaron a favor de “por todos”. Un rechazo rotundo al cambio pretendido por Benedicto XVI que ya se había dado previamente en las Conferencias episcopales regionales italianas).
En el centro del debate hay un importante matiz teológico. “Por todos” refleja la verdad de que Cristo murió por todos, mientras que “por muchos” refleja la verdad de que la salvación requiere la participación de los individuos. El tema constante del pontificado de Francisco es que la Iglesia es un hospital de campaña que acoge a todos los pecadores. Aunque es una traducción menos literal del latín, la frase “por todos” refleja mejor la enseñanza de que el sacrificio de Cristo fue para toda la humanidad, y está en consonancia con el Vaticano II.
El nuevo Misal Italiano es una traducción de los textos en Latín de la tercera editio typica del Misal Romano, publicada en 2002 -la Iglesia en Italia había estado usando una traducción de 1983 del Misal de 1975. Francisco aprobó la nueva versión en 2019. El nuevo Misal, que ya se debería estar usando en toda Italia antes del domingo de Pascua, 4 de abril de 2021, incluye también una versión modificada del Padre Nuestro, de modo que “no nos dejes caer en la tentación” (non ci indurre in tentazione) es ahora “no nos abandones a la tentación” (non abbandonarci alla tentazione). Este cambio es algo que el Papa abogó.
El obispo Claudio Maniago, responsable de la liturgia en la jerarquía italiana, confirmó que el Papa le comentó que los libros litúrgicos deben exponer las reformas conciliares. Francisco ha descrito estas reformas como “irreversibles”.
Como explica el antiguo lema latino: lex orandi, lex credendi. La regla de la oración es la regla de la creencia.
Y no son sólo las palabras, sino la forma en que se aprueban las traducciones litúrgicas lo que refleja la nueva forma de hacer las cosas en la Iglesia. En el 2017, en la Magnum Principium, el Papa otorgó mayor control a las conferencias episcopales sobre cómo los textos litúrgicos en Latín deben ser traducidos a lengua vernácula, y redujo el poder de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Esto reflejó el deseo de Francisco de una “sana descentralización” del gobierno fuera de Roma. Alineó a la Iglesia más estrechamente con la visión del Concilio Vaticano II, que había preparado el camino para que los obispos locales tuvieran más autoridad.
“La excesiva centralización”, escribió el Papa en su documento “manifiesto” Evangelii Gaudium, “complica la vida de la Iglesia y su alcance misionero”. En otras palabras: cuando se trata de la formulación de las oraciones, son los obispos locales -conocedores de su realidad- y no la curia romana, los que van a estar en mucha mejor posición de ayudar más efectivamente a la evangelización.
Ahora queda impulsar la confirmación de esta fórmula litúrgica en todas las conferencias episcopales e instancias locales, que expresan la universalidad del amor y la salvación ofrecida por Dios, y la insistencia de Jesús que no descansa en priorizar el servicio a los que más necesitan, sin restricciones.
Al ser un tema que acumula un debate por años, compartimos un enlace con información más detallada y explicada:
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Fuentes:
The Tablet / Religión Digital / Foto: NLM