Comisión COVID-19 para afrontar el futuro

2:00 p.m. | 22 abr 20 (TT/CRUX).- El Vaticano anunció la creación de una comisión enfocada en las consecuencias de la pandemia. Tendrá como labor urgente analizar los desafíos socioeconómicos y culturales del futuro y proponer pautas para enfrentarlos. Un comentario adjunto expone los aportes únicos que se podrían ofrecer desde la Santa Sede.

Con respecto a la comisión, ya se ha designado una directiva y cinco grupos de trabajo, cada uno con encargos diferentes: escuchar y apoyar a las iglesias locales, financiar organismos católicos de apoyo, investigar el impacto de la pandemia, impulsar relaciones con organismos internacionales y difundir los avances de la comisión y sus grupos de trabajo.

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El cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio Humano Integral (DSSUI), confirmó que ya se estableció una directiva y cinco grupos de trabajo, después de que el Papa encargara a su oficina que liderara la respuesta de la Iglesia al Coronavirus.

El prelado ghanés, de 71 años de edad, comentó que el mundo corre el riesgo de sufrir una “crisis social” si no se aborda “inmediatamente” los problemas económicos causados por el COVID-19. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional para 2020 sugieren una caída del 3% del producto interno bruto mundial, con un declive económico peor que el de la Gran Depresión de la década de 1930.

“Debemos actuar ahora. Y debemos pensar inmediatamente en lo que sucederá después”, dijo Turkson. “El Papa está convencido de que estamos viviendo un cambio de época, y está reflexionando sobre lo que seguirá a la crisis, sobre las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, sobre lo que tendremos que enfrentar, y sobre todo sobre cómo la Iglesia puede mostrarse como un referente ante un mundo perdido por un acontecimiento inesperado”.

El Vaticano dice que la comisión informará directamente al Papa. Por lo pronto, ya se han reunido con él dos veces para discutir los planes. “Debemos ofrecer nuestra contribución en esta crisis. Se trata de poner en marcha acciones para apoyar a las Iglesias locales, para salvar vidas, para ayudar a los más pobres”, dijo el cardenal.

Según Turkson, la respuesta exige “concreción y creatividad, enfoque científico e imaginación, pensamiento universal y la capacidad de entender las exigencias locales” e implicará a una variedad de oficinas de la Santa Sede. Además, está trabajando con la Universidad de Georgetown, en Washington DC (EE.UU.), la Universidad de Potsdam (Alemania), la Universidad del Sacro Cuore de Milán, y el World Resources Institute.

¿Cómo se organizan los grupos de trabajo?

-“Actuar ahora para el futuro” (Caridad): grupo coordinado por DSSUI, se dedica a escuchar y apoyar a las Iglesias locales, en un servicio que las convierte en protagonistas de las situaciones en las que viven en cooperación con Caritas Internationalis. El grupo tiene la tarea de colaborar positivamente con iniciativas de caridad promovidas por otras realidades de la Santa Sede, como la Limosnería Apostólica, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y la Farmacia del Vaticano.

-“Mirar al futuro con creatividad” (Investigación): También coordinado por el DSSUI, se ocupará de la investigación y el estudio de la pandemia, para reflexionar sobre la sociedad y el mundo posterior a COVID-19, particularmente en los sectores del medio ambiente, la economía, el trabajo, la salud, la política, la comunicación y la seguridad. Los socios de este comité serán las Academias Pontificias para la Vida y las Ciencias junto con varias organizaciones que ya colaboran con el DSSUI.

-“Comunicar la esperanza” (Comunicaciones): Este grupo será coordinado por el Departamento de Comunicación, y tendrá como tarea informar sobre el trabajo llevado a cabo por los Grupos. Además, promoverá la comunicación con las Iglesias locales, ayudándoles a responder de manera auténtica y creíble al mundo posterior a COVID-19.

-“Buscar el diálogo y la reflexión común” (Relaciones Exteriores): Este grupo será coordinado por la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, apoyará a la Santa Sede en sus actividades y relaciones con los países y organismos internacionales, comunicándoles los frutos de la investigación, el diálogo y de los reflejos producidos.

-“Apoyar para custodiar” (Finanzas): El último grupo, coordinado por DSSUI, será el responsable de la financiación para apoyar la asistencia de la Comisión Covid-19 a las iglesias locales y las organizaciones católicas, así como de sus actividades de investigación, análisis y comunicación.

En conjunto, los cinco grupos parecen representar un esfuerzo integral para hacer frente a los desafíos sociales y políticos generados por la pandemia, en consonancia con la preocupación de Francisco de que se puedan exacerbar las desigualdades que ya alimentaban lo que él llama una cultura “de usar y tirar”.

¿Cómo puede marcar la diferencia el Vaticano?

Por supuesto, Francisco es muy consciente de que instituciones globales como la ONU, la UE, el gobierno de los EE.UU. y otros también están ponderando esos temas, aunque ninguno desde la perspectiva única del Vaticano. Sin embargo, también hay desafíos a los que solo el Vaticano está en posición de responder en relación a las consecuencias espirituales y pastorales de la pandemia.

La lista potencial de tales asuntos es larga, pero aquí hay una muestra:

-La libertad religiosa: En todo el mundo, los gobiernos han impuesto restricciones a la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia. En la mayoría de los casos, las autoridades de la Iglesia aceptaron estos límites como razonables, pero algunos han demostrado ser polémicos, y será necesario un examen “a posteriori” sobre las lecciones aprendidas. También se plantea la cuestión de si los Estados que asumieron la facultad de regular la actividad religiosa durante una emergencia renunciarán por completo a esas facultades una vez que haya pasado la crisis.

-La Misa: Desde hace más de un mes, los católicos de muchos del mundo no han podido asistir a la misa dominical, algunos han migrado a las opciones virtuales y otros se han desconectado por completo. Algunos obispos y teólogos han declarado con confianza que el “ayuno eucarístico” forzado impulsará un renacimiento postpandemia en la misa, ya que la gente que lo daba por sentado será más intencional en cuanto a la participación.

Pero también puede ser que algunos que se acostumbraron a no aparecer nunca regresen, mientras que otros deciden que están satisfechos con la alternativa virtual. Puede ser que se necesite un nuevo impulso de catequesis litúrgica y de evangelización, tanto para los que vuelven como para los que, al menos temporalmente, se mantienen alejados.

-La confesión: La demanda de confesión puede aumentar tan pronto como vuelva la normalidad, y los pastores necesitarán orientación sobre cómo hacer frente al aumento del número, incluyendo si se puede ampliar la autorización limitada del Vaticano en marzo para el llamado Tercer Rito de Confesión, es decir, para los grupos.

Los confesores también pueden encontrar un nuevo conjunto de “pecados de cuarentena”, único en la dinámica del encierro. Históricamente, la teología moral católica se desarrolló a partir de manuales para confesores escritos durante la Edad Media para ayudar a los sacerdotes a distinguir la severidad de los diversos pecados, y esta crisis puede hacer que los confesores necesiten una guía similar.

-Un vademécum de cuarentena: Puede que no sea la última vez que un virus se apodera del mundo, e incluso sin una crisis global, los individuos y las familias pueden encontrarse de vez en cuando aislados durante largos periodos. Un manual de buenas prácticas espirituales y personales, basado en las experiencias del coronavirus y dirigido a los no expertos, podría ser de verdadera utilidad en el futuro.

-Espiritualidad: Hasta el jueves, el número de muertes por coronavirus en todo el mundo era de casi 140.000, lo que significa que el número de personas afectadas por la muerte, ya sea por la pérdida de un miembro de la familia o de un amigo, es incalculablemente mayor. En muchos casos, el dolor se ha agravado por la incapacidad de celebrar un funeral.

Otros se enfrentan a las tensiones del aislamiento, y pueden encontrarse con la imposibilidad de encontrar consuelo en la oración o la devoción convencional. Se pedirá a los pastores que traten estos temas en la confesión, en las homilías, en las visitas a domicilio, y en cualquier otro tipo de entorno, y probablemente apreciarán algunos recursos y sugerencias bien pensadas.

-La santidad: Toda gran calamidad genera héroes, comenzando en este caso con los médicos, enfermeras, farmacéuticos y otros trabajadores de la salud que han formado las primeras líneas de respuesta. Al menos algunos de los que han dado sus vidas han sido católicos motivados por la fe. También hay numerosos sacerdotes y religiosos que han hecho sacrificios similares.

En el 2017, el papa Francisco creó una nueva categoría de santidad para los creyentes que murieron prematuramente a través de una ofrenda de su vida por amor a Dios y al prójimo, incluso si su muerte no se ajusta a la definición tradicional de martirio porque no hubo un perseguidor. Puede haber muchos casos de este tipo en días del coronavirus, y la Iglesia puede querer empezar a recopilar testimonios y documentación mientras los recuerdos están frescos.

Durante la pandemia, Francisco surgió más o menos como el párroco del mundo, ofreciendo una misa en vivo todos los días y, en momentos clave, oraciones y bendiciones que proporcionaron símbolos de esperanza muy necesarios.

Sin duda el Papa aprecia mejor que la mayoría que cuando habla del dopo, es decir, el “después” de esta crisis, la dimensión espiritual y pastoral será tan apremiante como la social y política, y será interesante ver cómo elige responder también en esos niveles.

Fuentes:

The Tablet / Crux / Vatican News / DSSUI / Foto: Grupo Reforma

 

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