El bien común y el mercado

9:00 a m| 5 jul 19 (RD/VN).- Pudiera parecer que ambos términos fueran antagónicos, sin embargo no es de esta manera. Existe un nexo, éste es el valor del trabajo y la dignificación de las personas. El trabajo que las personas realizamos se pone en valor cuando lo que hemos producido, a través del mismo, se ofrece para ser adquirido por un tercero. Es precisamente, cuando esto se produce, que se puede reconocer la dignificación de la persona.

Ese es el punto de partida para una reflexión de David López Royo, sociólogo vinculado a Cáritas España, enfocada en describir un entramado de instituciones y funciones que pueden favorecer la riqueza social (bien común) desde el valor del trabajo. Además, el texto es oportunidad para compartir las 17 recomendaciones que inspiran políticas para un trabajo digno, propuestas por las Conferencias Episcopales de la Unión Europea, extraídas de una publicación en homenaje a los 100 años de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

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El valor del trabajo y la dignificación de las personas

el tejido empresarial, los gobiernos y las personas tenemos una obligación, buscar la dignificación. Esto conlleva esforzarse por construir una sociedad en donde la riqueza social sea un eje que vertebre las relaciones comerciales que se generan. El mercado forma parte de lo que se puede denominar compromiso social siendo al mismo tiempo un mecanismo para que las sociedades puedan crecer y desarrollarse, además de ayudar a configurar relaciones constructivas entre los diversos países; por ello es urgente revisar cómo está articulándose este objetivo.

Estando atentos a este cumplimiento podemos, desde el compromiso empresarial, solucionar una buena parte de los problemas existentes en nuestra sociedad. El mercado, indudablemente fomenta, desde la libertad, un espacio para intercambiar proyectos que ayuden a que a las personas se les reconozca la dignidad. Esto, hoy, todavía es una meta lejana; pero no puede significar nunca que debamos desistir de su logro.

Tenemos que empeñarnos y esforzarnos por intentar proponer un camino en donde el mercado pueda ser una herramienta que ayude a dignificar a las personas.

Siguiendo a la Rerum Novarum y lo que plasma la doctrina social de la Iglesia, cabe tener en cuenta el siguiente texto, que si bien interacciona el trabajo con la tierra tiene una gran validez por cuanto es la tierra el punto de partida del sistema productivo por excelencia:

“A lo largo de la historia, en los comienzos de toda sociedad humana, encontramos siempre estos dos factores, el trabajo y la tierra; en cambio, no siempre hay entre ellos la misma relación. En otros tiempos la natural fecundidad de la tierra aparecía, y era de hecho, como el factor principal de riqueza, mientras que el trabajo servía de ayuda y favorecía tal fecundidad.

En nuestro tiempo es cada vez más importante el papel del trabajo humano en cuanto factor productivo de las riquezas inmateriales y materiales; por otra parte, es evidente que el trabajo de un hombre se conecta naturalmente con el de otros hombres. Hoy más que nunca, trabajar es trabajar con otros y trabajar para otros: es hacer algo para alguien. El trabajo es tanto más fecundo y productivo, cuanto el hombre se hace más capaz de conocer las potencialidades productivas de la tierra y ver en profundidad las necesidades de los otros hombres, para quienes se trabaja”.

El trabajo es hacer algo para alguien. Esto tiene una significación muy clara, buscar la dignidad. Si miramos a nuestro alrededor nos encontramos que existe en algunos nichos productivos y según los países, un mercado laboral precario que no cumple con la dignificación de las personas.

Por contraparte, cada día hay más empresarios y emprendedores que están buscando responder con un verdadero compromiso social, y están introduciendo variables que pretenden establecer unas relaciones comerciales que se apoyen en principios que desarrollen la dignificación de las personas, exigiendo a las sociedades en donde están presentes sus empresas, más implicación con los derechos laborales. Son conscientes que el mundo solo puede tener equilibrio si somos capaces de respetarnos y de salvaguardar el medio ambiente.

Desde esta perspectiva podemos decir que entramos de lleno en lo que se podría denominar transformación de la sociedad. Por esta razón junto al tejido empresarial, los responsables políticos tienen que marcar un camino que nos ayude a vivir con dignidad. Todavía estamos lejos de alcanzar un mundo justo y equilibrado; pero también es cierto, que la sociedad vamos teniendo claro, que debemos implicarnos en lograr un mercado más solidario.

-Dignidad e innovación

El valor del trabajo y de la dignificación está ligado a la innovación. Hoy, el mundo, está interaccionado por medio de la tecnología teniendo una gran presencia en nuestras vidas, sin duda es un punto esencial en las relaciones que se generan. El mercado no se entiende sin esta dimensión. Pero la innovación no puede agotarse en el desarrollo de la tecnología, innovar es afianzar que, a través del espacio tecnológico, cada persona puede alcanzar un mayor nivel de dignidad.

Las empresas tecnológicas tienen una gran responsabilidad en los mercados relacionados con sus objetivos comerciales. Son una pieza clave del puzle que configura el mundo, por cuanto pueden ayudar al desarrollo económico, político y social de los países altamente empobrecidos.

La doctrina social de la Iglesia anima a estas empresas a que forme parte de sus parámetros productivos y comerciales el siguiente texto:

“Existe otra forma de propiedad, concretamente en nuestro tiempo, que tiene una importancia no inferior a la de la tierra: es la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. En este tipo de propiedad, mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las naciones industrializadas. Se ha aludido al hecho de que el hombre trabaja con los otros hombres, tomando parte en un ‘trabajo social’ que abarca círculos progresivamente más amplios. Quien produce una cosa lo hace generalmente —aparte del uso personal que de ella pueda hacer— para que otros puedan disfrutar de la misma, después de haber pagado el justo precio, establecido de común acuerdo mediante una libre negociación”.

La tecnología debe ayudar a dignificar, de esta manera se dará una innovación constructiva, buscando por medio de la misma, la generación de riqueza social. Las empresas tecnológicas y sus directivos, así como sus accionistas deben de impulsar un mercado que facilite un compromiso por un mundo más saludable y justo. Ganar dinero no puede estar nunca reñido con degradar la tierra que habitamos y con someter a las personas a situaciones límites para sobrevivir. La tecnología puede hacer mucho bien ayudando a reconducir modelos obsoletos del sistema productivo.

La tecnología tiene la vocación de aportar lo mejor de sí misma para hacer que la educación y la sanidad puedan ser elementos de cambio y del apoyo necesario para que crezcamos en dignidad entre las personas. La innovación, a través del desarrollo tecnológico, puede fomentar un crecimiento económico que redunde en beneficio de las sociedades.

-Organización y riqueza social

A todo lo dicho anteriormente hay que añadir organización. Sin ésta no será posible avanzar en un mercado sensato y que busque ante todo, además de la riqueza económica, la riqueza social.

La organización puede ayudar a configurar un mercado ordenado por medio de parámetros justos que no busquen el beneficio exclusivo de unos pocos, sino que propongan un sistema en donde el reparto del mercado sea más global y equitativo. La globalización del sistema debería ayudar a hacer esto realidad, por esta razón tener en cuenta lo que la doctrina social de la Iglesia nos señala con respecto a la organización es muy pertinente:

“Precisamente la capacidad de conocer oportunamente las necesidades de los demás hombres y el conjunto de los factores productivos más apropiados para satisfacerlas es otra fuente importante de riqueza en una sociedad moderna. Por lo demás, muchos bienes no pueden ser producidos de manera adecuada por un solo individuo, sino que exigen la colaboración de muchos. Organizar ese esfuerzo productivo, programar su duración en el tiempo, procurar que corresponda de manera positiva a las necesidades que debe satisfacer, asumiendo los riesgos necesarios: todo esto es también una fuente de riqueza en la sociedad actual. Así se hace cada vez más evidente y determinante el papel del trabajo humano, disciplinado y creativo, y el de las capacidades de iniciativa y de espíritu emprendedor, como parte esencial del mismo trabajo”.

 

Las 17 recomendaciones de los obispos de la Unión Europea para un trabajo decente

Son 17 recomendaciones de políticas que van desde la promoción de las normas internacionales del trabajo y la economía social hasta disposiciones especiales sobre justicia fiscal y trabajadores en transición:

1. Promover el desarrollo humano integral: Orientar políticas cuyo objetivo sea impulsar la economía social. Por este motivo, la UE debería adherirse estrictamente al clima, al empleo y los objetivos sobre la pobreza establecidos en la estrategia Europa 2020, situada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030.

2. Reequilibrar la libertad económica con los derechos sociales: La UE debería traducir rápidamente “Los pilares europeos de los derechos sociales” en acciones políticas concretas utilizando todos los instrumentos políticos a su alcance, incluyendo legislaciones, los fondos de la UE y el diálogo social.

3. Asegurar condiciones de trabajo decentes en todas las formas de empleo: Las legislaciones europeas deberían salvaguardar la seguridad de cada trabajador. Las personas tendrán derecho a un conjunto básico de derechos exigibles, incluidos la protección de la salud y la seguridad, el acceso a la formación obligatoria y a la información.

4. Respetar las normas internacionales del trabajo: La UE debe convertirse en un líder mundial en abogar, promover e implementar el trabajo internacional por medio de la promulgación de normas, que hagan especial referencia a la “Declaración de la OIT sobre las multinacionales y la política social”. Además, la Comisión Europea debería incorporar sistemáticamente estas normas laborales como condicionantes en sus acuerdos de libre comercio.

5. Promover el reconocimiento del trabajo familiar y el voluntariado: Con la crianza de sus hijos y el cuidado de los ancianos, la familia, las personas realizan un servicio vital para el bien común. Por lo tanto, deberían tener acceso a un seguro de salud y tener derecho a una pensión adecuada. Además, la UE debería valorar la contribución del voluntariado como expresión activa de ciudadanía y promover el reconocimiento del trabajo voluntario.

6. Facilitar los intercambios de buenas prácticas en materia decente: La propagación de dispositivos móviles de trabajo ha facilitado la tendencia hacia una cultura de disponibilidad permanente. Por lo tanto, la UE debe garantizar las horas de trabajo respetando salud de los trabajadores, la seguridad y la dignidad humana a través de acuerdos sobre el tiempo de trabajo y otras legislaciones relevantes, incluido el derecho a desconectarse como lo promulgó Francia recientemente.

7. Reintegrar la protección del domingo en la legislación de la UE: Considerando que en la UE los ciudadanos se enfrentan cada vez más con el trabajo en domingos y festivos, se recomienda que la Unión proteja el domingo en una revisión la Directiva de Horarios Laborales como un día de descanso colectivo.

8. Promover el empleo estable y seguro: La UE debe desalentar el uso de contratos a corto plazo u otras formas de trabajo que se utilicen como medidas de reducción de costos, y ayudar a convertir puestos temporales en permanentes.

9. Repensar la noción de educación: En la infancia y la juventud, la educación sienta las bases para una vida autodeterminada, pero en un mundo laboral que cambia rápidamente, debería convertirse en el elemento constante de la vida laboral. La Comisión Europea por lo tanto, debería facilitar mejores prácticas sobre cómo promover esquemas de aprendizaje permanente, como la posibilidad de introducir una cuenta de actividad personal que cada trabajador pudiese utilizar para pagar la educación y el reciclaje.

10. Promover trabajos y emprendimiento que cuiden la creación: La UE debe convertirse en uno de los pioneros en la promoción de ocupaciones y empresas que cuidan el medio ambiente. COMECE recomienda que se estimule el desarrollo de empresas sociales. En consonancia con el informe del Parlamento Europeo sobre el estatuto de las empresas de base social y solidaria, la UE debería considerar la creación de una economía social europea.

11. Hacer de la sostenibilidad un principio rector de la inversión privada: Un requisito previo para la creación de proyectos sostenibles es establecer condiciones para la inversión que se dirijan hacia el bien común, tanto para las personas como para el medio ambiente.

12. Reforzar la participación de los interlocutores sociales, civiles y eclesiales en el Semestre Europeo: Fomentar el diálogo con los mencionados e involucrar en el diseño e implementación de las normas laborales europeas a las políticas sociales, en particular a través del proceso del Semestre Europeo. Esto mejorará la propiedad y favorecerá una aplicación sin problemas de las medidas políticas.

13. Revitalizar el diálogo social a todos los niveles: Los Estados miembros deberían promover el diálogo social con vistas al bien común en todos los niveles. Este diálogo debe unir a empleados y empleadores para dar forma conjunta al empleo, permitiendo una asociación tripartita con el Estado para contribuir a la formulación de políticas que afectan al trabajo.

14. Adaptar el diálogo social al entorno post-fábrica: Nuevas formas de empleo y, en general, un sector más segregado son representativos de un mundo laboral que desafía los modelos tradicionales. En este contexto, los sindicatos deben ser apoyados en la adaptación de sus modelos de campaña y promoción con el fin de representar de manera efectiva e inclusiva los intereses y derechos de todos los trabajadores de la UE.

15. Apoyar a los trabajadores en la transición hacia el nuevo mundo laboral: Se sugiere crear un “Fondo de Adaptación a la Globalización (FEAG)” que, dotado de recursos ampliados, ayude a los trabajadores a adaptarse al nuevo mundo del trabajo.

16. Desarrollar programas a medida para frenar el desempleo a largo plazo: Los Estados miembros deben explorar la posibilidad de reintegrar mejor a los parados de larga duración, ofreciéndoles una búsqueda de trabajo a medida.

17. Promover la justicia fiscal entre el trabajo y el capital: Los impuestos pueden ayudar a recaudar recursos para financiar una transición justa en el mundo del trabajo. Por ello se anima al Consejo de la UE a mejorar la fiscalidad de la economía digital y acordar una directiva global sobre un Acuerdo común consolidado capaz de eliminar los desajustes.

 

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Fuentes:

Religión Digital / Vida Nueva

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