Teólogos iberoamericanos: Centrados en la sinodalidad
4:00 p m| 12 jun 19 (RD/VN).- Semanas atrás se realizó el Tercer Encuentro Iberoamericano de Teología en Puebla (México), para rememorar la III Asamblea General del Episcopado Latinoamericano, celebrado precisamente en la misma localidad hace 40 años. Las reflexiones e intercambios se han centrado en la sinodalidad desde una triple perspectiva, histórica, teológica y canónica, en el contexto de la experiencia de la Iglesia latinoamericana. Reseñas de las exposiciones y entrevistas a los participantes.
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La experiencia de los congresos iberoamericanos comenzó hace dos años en Boston y continuó el año pasado en Bogotá. “La sinodalidad en la vida de la Iglesia. Puebla 40 años después” es el título del encuentro, que ha debatido los temas de la reforma estructural de la Iglesia, desde una perspectiva latinoamericana, y de la sinodalidad.
El teólogo venezolano Rafael Luciani, profesor del Boston College y de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, explicó: “Queríamos contribuir a este proceso a través del diálogo entre teólogos, teólogos, pastores y canónigos, con el fin de llegar a propuestas para la reforma de la Iglesia, en un clima de diálogo fraterno, como el que se produjo con ocasión de los dos primeros congresos”.
Los tres días se dividieron en una parte de carácter de seminario y una reunión pública, con motivo del 40º aniversario de la Conferencia de Puebla, en la que participaron, entre otros, el card. Baltazar Porras Cardozo, administrador apostólico de Caracas, y los teólogos Agenor Brighenti (Brasil), el jesuita Pedro Trigo (Venezuela), Ana María Bidegaín (Uruguay), Carlos M. Galli (Argentina), Ernesto Valiente (El Salvador).
El encuentro del grupo teológico, en los dos primeros días, se dividió en cuatro sesiones: “Sinodalidad e Iglesia en América Latina”, “Sinodalidad y Reforma de la Iglesia”, “Sinodalidad y Conferencias Episcopales”, “Sinodalidad y Ministerios”.
La reunión de trabajo fue inaugurada por el Rector de la Universidad Iberoamericana de Puebla, el padre Fernando Fernández Font, que dio a la bienvenida a la treintena de teólogas y teólogos presentes y agradeció su presencia.
A su juicio, se trata de un evento que conecta con “la línea por la que también esta luchando nuestra Universidad” y puede contribuir a “renovar la esperanza en una Iglesia, que se ha separado un poco de los principios del Vaticano II”.
Y el padre Font, terminó su saludo animando a los teólogos presentes a seguir luchando por una Iglesia que luche “por la opción por los pobres y por los jóvenes, que se han retirado de la práctica religiosa” y, por lo tanto, “si no los reincorporamos, perderemos el dinamismo de la Historia”. Y el Rector concluyó deseando un “éxito total al Encuentro” e invitando a “seguir buscando la renovación de la Iglesia desde nuestras respectivas trincheras”.
-Colegialidad y sinodalidad
Tras la inauguración oficial, la primera ponencia a cargo de Carlos María Galli, el prestigioso teólogo argentino, miembro de la Comisión Teológica Internacional, que presentó, precisamente, el documento de la citada comisión, titulado ‘La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia’.
Un documento que costó sacar del horno de la Comisión y que ha tenido dificultades de recepción, quizás porque es algo novedoso, que transita por categorías que ni siquiera se abordaron en el Concilio y, que, en tiempos de Francisco, están cogiendo cada vez más aire, más consistencia y relevancia en la Iglesia.
Tras explicar las “reticencias” de algunos de los miembros de la Comisión al documento, Carlos María Galli pasó a exponer su estructura, centrada en una “nueva comprensión católica de la colegialidad de los obispos y de la sinodalidad de la Iglesia”.
El documento consta de una introducción y cuatro capítulos. El primero, sitúa “la figura sinodal en el desarrollo histórico de la Revelación transmitida por la Iglesia”. El segundo, esboza una teología de la sinodalidad. El tercero desarrolla “la concreta actuación de la sinodalidad”. Y concluye con el cuarto capítulo, un capítulo pastoral, que “ayuda a pensar la conversión espiritual y pastoral”.
-Caminar juntos
Basado en una “teología trinitaria eucarística y pneumatológica”, el documento deja claro que “la Iglesia es nombre de Sínodo y Sínodo es nombre de Iglesia”, porque la Iglesia, como dice San Juan Crisóstomo, “es el nombre que indica caminar juntos”.
Porque, como señalaba Galli “los bautizados somos compañeros de camino del Señor, llamados a ser sujetos activos en la convocación a la santidad y a la misión, porque participamos del único sacerdocio de Cristo”.
Según Galli, el corazón del documento se basa en una terna de propuestas. La primera apunta a la sinodalidad como “estilo peculiar”. La segunda, a que la sinodalidad “incluye las estructuras y los procesos, que expresan la comunión sinodal a nivel institucional”. Y la tercera, a que la sinodalidad “integra la realización de variados acontecimientos o actos, desde un sínodo diocesano hasta un concilio ecuménico”.
-Sinodalidad vs clericalismo
El ponente explicitó en varias ocasiones que “el Papa quiere reforzar los aspectos sinodales de la Iglesia”, como plasma en la ‘Amoris laetitia’. Una sinodalidad que Francisco plasma en la figura de la “pirámide invertida”, al tiempo que “señala, de modo creciente, la contraposición entre sinodalidad y clericalismo.
Galli concluyó su ponencia invitando a “una sinodalidad misionera de la Iglesia”, que se plasme en “reflejos ecuménicos, pastorales y teológicos”, que camine hacia la “cultura del encuentro” y que lleve a “pensar una teología de la sinodalidad e imaginar caminos para hacer teología sinodalmente”.
-“Puebla no relativizó Medellín, lo confirmó”
La siguiente comunicación corrió a cargo de la historiadora de la Iglesia colombiana y laica, Ana María Bidegaín, que disertó sobre ‘Experiencias de sinodalidad en la Iglesia latinoamericana’, entre las que citó, entre otras, la de Montevideo y la de Santiago de Chile. Experiencias que demuestran la existencia de “un laicado adulto, que se siente parte activa de la Iglesia, que no es sólo contestatario, sino también propositivo”. Como conclusión, la teóloga apostó “por una Iglesia horizontal y que dé mas importancia a la participación de la mujer”.
Luego, la teóloga brasileña, Alzirinha De Souza, abordó ‘La fuerza de la colegialidad en las Conferencias del Celam, una ruta histórico-teológica’. Una fuerza que, a juicio de la teóloga, se expresó claramente y sobre todo en Medellín y Puebla, que “revelan el rostro más eminente de las Iglesias de América Latina”.
A pesar de los intentos de domesticación de las conferencias del Celam por parte de la Curia romana, Alzirinha concluyó que “Puebla no relativizó Medellín, sino que lo confirmó”. Y planteó dos preguntas interpeladoras: “¿Cómo reconquistar hoy la colegialidad como fuerza transformadora?” y “¿cómo recuperar la conciencia latinoamericana, que se construyó en Medellín y Puebla?” Tras una larga discusión grupal, muy abierta y sincera, concluyó la sesión de la mañana.
ENLACES. Reseña de las demás sesiones del III Encuentro iberoamericano de Teología / Videos de las conferencias
Baltazar Porras: “Puebla debe ser rememorada, más que conmemorada”
Cuando se celebró la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, el cardenal venezolano Baltazar Porras era un joven sacerdote ordenado apenas dos años antes y dedicado a la formación de seminaristas.
-¿Qué queda hoy en la Iglesia latinoamericana del ardor misionero impulsado hace 40 años por la Conferencia de Puebla?
La herencia de Puebla es enorme. Vista a 40 años de distancia, podemos tener una visión distorsionada porque fue un parto difícil, pero cargado de pasión por ser fiel al Concilio y a las intuiciones de Medellín (1968). La perspectiva abierta por ‘Evangelii nuntiandi’ abrió el escenario de la historia y la cultura en la vertiente de la religiosidad popular. Entre los obispos, más allá de las posturas extremas y de las presiones conservadoras, se impuso la cercanía a los pueblos y a sus necesidades. Se decantó una dinámica post-Puebla rica en participación de todo el pueblo de Dios.
De tal modo que Medellín y Puebla forman una unidad en la diversidad con rostro propio, mestizo, latinoamericano. Hoy es parte de la identidad católica latinoamericana, aunque está pendiente todavía asumirlos con mayor fuerza, enriquecida por 40 años de camino con nuevos desafíos que exigen tradición y creatividad.
-¿Por qué se ha elegido el tema de la sinodalidad para hacer memoria de este aniversario?
La sinodalidad se ha ido decantando, tanto desde el punto de vista doctrinal como en la praxis eclesial, pues la experiencia colegial y la realidad del ‘sensus fidelium’ abren y exigen nuevos caminos que el papa Francisco ha puesto sobre el tapete en línea superadora de los documentos relativos al ministerio episcopal individual y colectivamente.
No se trata de delegar competencias de arriba hacia abajo, sino al contrario; la condición de bautizados, la praxis eclesial de los primeros siglos en concilios y sínodos, y la riqueza de la actual eclesiología nos invitan a avanzar en fidelidad a la tradición y a las exigencias de la posmodernidad.
Es un tema en pleno desarrollo, que anuncia un nuevo rostro de la Iglesia en un mundo ávido de trascendencia y no de estancamiento, en un presente desconcertante por falta de un proyecto humanizador. La fe cristiana abierta a las periferias y a los excluidos es la tarea de ser buena noticia para todos desde los más pobres. Es la espiritualidad cristiana auténtica.
-¿Podría decirse que Puebla supuso la mayoría de edad de Medellín?
Puebla es algo más que la mayoría de edad de Medellín. Es la consolidación en el dinamismo de configurar la identidad católica desde la realidad propia del continente latinoamericano y caribeño. Con sus más y sus menos, es lo que se ha ido consolidando sin posibilidades de retroceso en la especificidad católica desde la realidad sociocultural y religiosa de una región en un mundo globalizado.
-¿Se ha hecho justicia histórica con todo lo que aportó aquel encuentro a la vida de los pueblos del continente?
Puebla requiere todavía de ser rememorado, más que conmemorado, pues el cambio de mentalidad no se da automáticamente. Hace falta reflexión, discernimiento y extraer de los éxitos y retrocesos los nuevos desafíos que asumir. Esa herencia forma parte ahora de una exigencia católica por la presencia del primer Papa hijo del fin del mundo latinoamericano.
ENLACE. Entrevista completa al cardenal Baltazar Porras
Rafael Luciani: “Hay que cambiar las estructuras eclesiales, no vale solo la mentalidad”
La reforma de la Iglesia está en marcha. Ahora toca poner los medios para hacerla realidad. Desde este convencimiento el Grupo Iberoamericano de Teología se reúne cuarenta años después de la histórica III Conferencia General del CELAM.
Recuperando el espíritu profético de aquella cita, este encuentro busca cauces operativos para aterrizar la colegialidad y la corresponsabilidad en espacios de gobierno, en la legislación, en participación de los laicos, etc.
Preguntado por la nueva constitución apostólica “Praedicate Evangelium”, cuyas líneas guías adelantó Vida Nueva, el teólogo venezolano Rafael Luciani considera que se trata de “un cambio fundamental” en tanto que “institucionaliza la visión de la Iglesia discipular misionera” que dio sus primeros pasos en Aparecida y que se desarrolló en “Evangelii Gaudium”, la exhortación programática del papa Francisco.
Aun así, el profesor del Boston College y de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas sugiere que “no se trata de una reforma de Francisco, sino hecha en el pontificado de Francisco siguiendo el mandato conciliar que inició el papa Pablo VI, pero desde un nuevo aggiornamento”.
A juicio de Luciani, “ahora hay que dar el paso siguiente, o lo que es lo mismo, la integración de sujetos eclesiales en la gobernanza de la Iglesia, para que puedan interactuar”. Y en este cometido incluye a obispos, sacerdotes, religiosos, laicos. “Tenemos que aterrizar el reconocimiento de la teología del bautizado, como base de esta pirámide invertida, que ya planteó se planteó en el Concilio Vaticano II. La totalidad de los fieles tiene que participar, no puede depender solo de la potestad del obispo, sino de la misión de la Iglesia”, apuesta.
“En el actual Código de Derecho Canónico se dice que el obispo tiene potestad prácticamente para todo, sino embargo, ahora hay muchos temas que exigen abordarse desde la interdisciplinariedad, lo que requiere gente preparada específicamente para esos determinados ámbitos”, reflexiona el coordinador de las jornadas.
ENLACE. Reseña completa de la intervención completa de Rafael Luciani en el Encuentro
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Fuentes:
Religión Digital / Vida Nueva