Combatir la trata: Educación, prevención y conciencia social

3:00 p m| 17 abr 19 (VN/RD).- Se celebró en Roma una conferencia para conocer mejor el fenómeno del tráfico de seres humanos y poder combatirlo. Específicamente, se debatió ideas y proyectos destinados a poner en práctica las “Directrices pastorales sobre la trata de personas”, desarrolladas por la sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y presentadas por Francisco en enero de este año.

Fueron 4 días en que se reunieron cerca de doscientos expertos entre obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales y representantes de organizaciones católicas de diversos países. Reunimos entrevistas y declaraciones de algunos participantes, el mensaje del Papa y un artículo sobre esta problemática en la Amazonía.

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La trata de personas es “una de las manifestaciones más dramáticas” de la “mercantilización” en la que, progresivamente, va cayendo el ser humano. Así lo ha denunciado Francisco en el encuentro, el jueves 11 de abril en el Nuevo Salón del Sínodo, con los participantes en la Conferencia Internacional sobre la Trata de Personas.

Reunidos en el Vaticano desde el día 8, las decenas de expertos en trata de todo el mundo que han participado en las jornadas han escuchado a Bergoglio, que se ha referido a esta lacra como “una herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea, un profundo flagelo en la humanidad de quienes la padecen y quienes la implementan”.

ENLACE: El Vaticano presentó documentos sobre trata de personas y refugiados

“De hecho –ha lamentado el Papa–, el tráfico desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y dignidad”. Y es que la trata “constituye una violación injustificable de la libertad y la dignidad de las víctimas, dimensiones constitutivas del ser humano deseado y creado por Dios, por lo que debe considerarse un crimen de lesa humanidad”.

En este sentido, Bergoglio ha advertido que a los victimarios también les deshumaniza: “Los culpables de este crimen causan daños no solo a los demás, sino también a ellos mismos. De hecho, cada uno de nosotros está creado para amar y cuidar a los demás, y esto alcanza su clímax en el don del yo: ‘Nadie tiene más amor que este: dar su vida por sus amigos’ (Jn 15, 13)”. Así, “toda elección contraria a la realización del proyecto de Dios sobre nosotros es una traición a nuestra humanidad y renuncia a la ‘vida en abundancia’ ofrecida por Jesucristo”.

-Congregaciones a la vanguardia

En la otra cara de la moneda, el Papa ha destacado a quienes luchan frente a este aberrante fenómeno y acompañan a sus víctimas, siendo su acción “un signo tangible del compromiso que muchas Iglesias locales han asumido generosamente en este campo pastoral. Por ello, ha querido mostrar “un agradecimiento especial a las numerosas congregaciones religiosas que han funcionado, y continúan operando, incluso en línea, como ‘vanguardia’ de la acción misionera de la Iglesia contra todas las formas de trata”.

“Mucho se ha hecho y se está haciendo –ha proseguido Francisco–, pero queda mucho por hacer. Ante un fenómeno tan complejo como oscuro, como el tráfico de personas, es esencial asegurar la coordinación de las diversas iniciativas pastorales, tanto a nivel local como internacional. Las oficinas a cargo de las Iglesias locales, las congregaciones religiosas y las organizaciones católicas están llamadas a compartir experiencias y conocimientos y a unir sus fuerzas en una acción sinérgica que concierne a los países de origen, tránsito y destino de las personas objeto de trata”.

-Coordinación con la sociedad civil

Además de esta acción colegiada, el Papa ha llamado a ofrecer una respuesta coordinada junto a la sociedad civil: “Para que su acción sea más adecuada y efectiva, la Iglesia debe saber cómo hacer uso de la ayuda de otros actores políticos y sociales. La estipulación de colaboraciones estructuradas con instituciones y otras organizaciones de la sociedad civil garantizará resultados más incisivos y duraderos”.

Francisco ha concluido su discurso invocando la memoria de santa Josefina Bakhita, “reducida a la esclavitud de niña, vendida y comprada, pero luego liberada y ‘florecida’ como la hija de Dios”. Con este espejo, un cambio en positivo no es una utopía.

ENLACE: Discurso completo del papa Francisco ante los participantes del encuentro sobre la trata

 

Testimonios de participantes

El jesuita Alberto Ares, Director del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, hace especial hincapié en la necesidad de combatir la trata realizando un trabajo coordinado y conjunto, tanto a nivel de Iglesia como en las instituciones internacionales.

“En esta conferencia hemos buscado tener una mirada global de lo que ocurre en este tema”, explica el sacerdote añadiendo que hay mucho trabajo por hacer: “partimos de una buena base y la Iglesia puede desempeñar un papel clave para crear una red de información, educación y conciencia global que haga incidencia de cara a los organismos internacionales. Para ello necesitamos estar unidos, juntos somos más”.

Asimismo, Sandra Ortiz de la Congregación religiosa Oblatas del Santísimo Redentor, quien vive en Uruguay y trabaja con mujeres víctimas de la explotación sexual, afirma que para luchar contra la trata es esencial fomentar la prevención, por medio de campañas, educación, publicidad y comunicación: “Ayudando a construir buenos valores en el proceso vital de una persona y sobre todo advirtiendo a quienes migran forzadamente a otros países, sobre los engaños y propuestas irreales que ofrecen quienes están detrás del tráfico humano”.

Por otra parte, Cristina Manzanedo del proyecto Proyecto ÖDOS España que ofrece apoyo a madres y niños en situación de vulnerabilidad, cuenta en qué consiste su labor ayudando a mujeres africanas con bebés que llegan a las costas andaluzas y que se ven envueltas en este panorama desolador.

ENLACE: Audios de los testimonios de los participantes

“El desamparo en el que caen una vez que llegan a España y Europa al no tener trabajo, documentos ni posibilidades concretas, hace que la mayoría se vea forzada a ejercer la prostitución. La trata existe porque hay una demanda social de servicios a muy bajo precio ya sean sexuales, domésticos o laborales”, argumenta Cristina indicando que en cierto modo, cada sociedad es responsable directa o indirectamente de este crimen, ya que con sus comportamientos alimenta un sistema que es cómplice de esta “herida en el cuerpo de la humanidad”.

Finalmente, María Silvia Olivera perteneciente a las Hermanas del servicio social misionero de Argentina y miembro de la Red KAWSAY (rama de la vida consagrada por una sociedad sin trata de personas), describe cómo es la realidad del tráfico humano en su país y cómo pueden las víctimas empezar una nueva vida, tras haber sufrido el brutal arrebato de su dignidad.

-Otros testimonios en video

 

Trata en la Amazonía peruana, mercantilización de personas por quienes expolian la Casa Común

El mercantilismo se ha instalado como cultura dominante, lo que lleva a ver las cosas, la naturaleza y las propias personas como algo de lo que aprovecharse en la medida en que puede reportar lucro. Eso ha llevado a una mercantilización del otro, como dijo el papa Francisco a los participantes en la Conferencia Internacional sobre Migración y Trata.

En su discurso, el obispo de Roma afirmó que “la trata de seres humanos es una de las manifestaciones más dramáticas de esta mercantilización”. En la Amazonía, donde el expolio de los recursos se ha instalado como actitud dominante, la trata es algo que está íntimamente relacionado con estas prácticas. Esto se puso de manifiesto en la llamada “Operación Mercurio”, con la que el gobierno peruano pretendió acabar con la minería ilegal en la región de La Pampa, departamento de Madre de Dios, Amazonía peruana.

Uno de los problemas, como reconocen desde la Defensoría del Pueblo, es que muchas no se consideran víctimas, lo que dificulta el trabajo y demanda otras estrategias de acercamiento, de información, para que se identifiquen como víctimas. Eso también es confirmado desde el Ministerio de la Mujer, quienes afirman que en la “Operación Mercurio” todas quisieron irse, porque estaban presionadas, siguiendo la consigna de las líderes del grupo, que no admiten soplonas, lo que es una limitación en el trabajo de combate.

De hecho, el trabajo es muy improvisado, sin articulación. Inclusive es necesario que se tenga una visión diferente de las víctimas, a quienes muchas veces se las persigue y se las ve como acusadas. Eso reclama nuevos protocolos de actuación, algo en lo que parece que se está trabajando, intentando aprobar un protocolo único de actuación para el rescate de víctimas.

En Perú existe el Programa de Asistencia a Víctimas y Testigos, que es llevado a cabo por la UDAVIT (Unidad Distrital de Víctimas y Testigos), donde las víctimas, una vez que las rescatan, pasan por una entrevista donde dan el consentimiento para hacer parte de ese programa de protección, pero muchas no quieren acogerse, pues no se consideran víctimas. De hecho, en la “Operación Mercurio” sólo dos se acogieron a la UDAVIT y al día siguiente se fueron, reconocen desde el Ministerio de la Mujer.

En ese sentido, desde el Ministerio se insiste en hay que separarlas, pues cuando están en grupo no dejan que ninguna se acoja al programa, protegiendo al explotador. Hay víctimas que sabiendo que lo son, no quieren denunciar, no quieren quedar mal con la “mano que les ha dado de comer”. Se puede decir que hay un “Síndrome de Estocolmo”.

En muchos casos, las víctimas llegan desde localidades alto andinas, de la selva norte y de la costa norte, donde se vive con recursos precarios, de una manera muy paupérrima, que no dan para subsistir, con condiciones infrahumanas, sin agua, sin luz, sin nada. De hecho, mucha gente llega a la región de Madre de Dios para conseguir un poco de dinero, ganan un poco de plata y no se sienten explotados, se sienten más explotados cuando una arroba de papas, que son once kilos, les hacen un cambio por quince naranjas, o un poco de sal, o un poco de azúcar, afirman desde la Defensoría Pública.

Ahí, algunos se hacen una pregunta que no deja de tener cierta lógica, ¿quiénes somos nosotros para decirles que eso está mal, que eso no debe ser, si no les hemos dado otras mejores opciones de vida? Este es un problema de estructura social, que el gobierno esconde, ha abandonado al pueblo, le ha dejado en vulnerabilidad, no dudan en afirmar desde la Defensoría, pues el estado tiene que estar en todas esas zonas de donde viene la gente y darles todas las alternativas para vivir. Hay que trabajar en las zonas de donde vienen. ¿Qué hacer para que cuando vuelvan a sus lugares de origen tengan mejores condiciones? Mucha gente no quiere volver, prefieren seguir y mandar un poco de dinero a su familia.

Existen ejemplos que nos muestran la forma de pensar y la magnitud del problema, como lo que pasó con una mamá que decía que no le querían devolver a su hijo, a quien había dejado en una panadería ayudando a trabajar y así poder estudiar en el colegio. El papá falleció y quería el hijo de vuelta, pues la mamá sola no podía cultivar la tierra. El niño, que no iba a la escuela y se levantaba a las tres de la mañana a hacer pan y pasaba toda la mañana repartiéndolo, durmiendo un poco por la tarde, no quería volver, “porque la señora es buena, me da desayuno, me da dos panes con café con azúcar, la sopa a veces me da con carne”. En la casa de su mamá, sólo conocían un poco de sal, comían todo el año cebada, no había más que comer. Para el chico comer esas cosas hacía que no se sintiese explotado.

El proceso de visibilización de la trata en el Perú tiene poco tiempo, desde 2011 en adelante. En cada departamento peruano estas leyes se han ido implementando poco a poco. Inclusive faltan datos actuales, pues los últimos se remiten a 2014, como señalan en el Ministerio de la Mujer. Según esos datos, Madre de Dios, con 205, tenía el mayor número de víctimas de todo el país. De hecho, hay muchas trabajadoras sexuales en torno a la minería, lo que no se determina como trata. Actualmente, en esa situación están muchas migrantes venezolanas. Se puede decir que el sistema es el mismo en la explotación sexual y en el trabajo en condiciones degradantes. En este aspecto, hay un nuevo concepto en la ley peruana que es trabajo forzoso, que se está analizando.

Tampoco se oculta que, en el Perú hay mucha tolerancia social a la violencia de género y a la violencia en la explotación laboral, es algo histórico. Desde el Ministerio de la Mujer, se dice que en los últimos nueve o diez años el estado está asumiendo la lucha frontal contra la trata, cada vez se invierte más recursos públicos en la prevención y combate a la trata, pero la sociedad todavía es muy tolerante, hasta el punto de que hay gente que dice que a las víctimas les gusta la plata fácil. Todo es consecuencia de un estado fallido, que no garantiza condiciones de trabajo dignas (leer aquí artículo completo).

 

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Fuentes:

Revista Vida Nueva / Religión Digital / Vatican News

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