Francisco y presidente palestino: Preservar “valor universal” de Jerusalén
9:00 p m| 7 dic 18 (VATN/RD).- El Papa recibió en audiencia al presidente palestino Mahmud Abbas y ambos coincidieron en reclamar “urgentes caminos de paz” para Medio Oriente. Se refirieron además “a los esfuerzos en reactivar el proceso de paz para alcanzar la solución de dos Estados”, y destacaron la necesidad de “preservar” el status de Jerusalén -valor universal de Ciudad santa para las tres religiones abrahámicas- como reclama la comunidad internacional pese a la decisión de EE.UU. y otros países de trasladar allí su embajada ante Israel. Reproducimos también el comentario del custudio de Tierra Santa sobre este encuentro, el padre franciscano Francesco Patton, testigo cercano de la tensión en la región.
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En la cuarta audiencia que Francisco ha concedido al presidente palestino Mahmoud Abbas desde que comenzó su Pontificado, volvió a subrayar la importancia de preservar “el valor universal de Ciudad Santa para las tres religiones abrahamíticas” de Jerusalén. Eso, a propósito de la controvertida mudanza de la embajada estadounidense de Tel Aviv, decisión anunciada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en diciembre de 2017. A partir del pasado mayo, pues, con la nueva sede en Jerusalén se le reconoce como capital de Israel.
Durante los “cordiales coloquios” entre Abbas y el Papa (y después entre el primero y el “ministro del Exterior” de la Santa Sede, monseñor Paul Richard Gallagher; esta vez no estuvo presente el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, puesto que se encuentra en París) se reflexionó sobre “el camino de reconciliación dentro del pueblo palestino”, según indicó la nota vaticana en referencia a la relación entre la Organización por la Liberación de Palestina y Hamas.
También se habló sobre “los esfuerzos para volver a activar el proceso de paz entre israelíes y palestinos, y alcanzar la solución de los dos Estados, esperando un renovado compromiso de la Comunidad internacional para salir al encuentro de las legítimas aspiraciones de ambos pueblos. Una atención particular se reservó al estatuto de Jerusalén, subrayando la importancia de reconocer y preservar su identidad y valor universal de Ciudad santa para las tres religiones abrahamíticas”.
Se recordaron también durante el encuentro las “buenas relaciones entre la Santa Sede y Palestina”, además del papel “positivo de los cristianos y de la actividad de la Iglesia en la sociedad palestina, marcada por el acuerdo global de 2015”. También hubo espacio para reflexionar “sobre los demás conflictos que afligen el Medio Oriente y sobre la urgencia de favorecer caminos de paz y de diálogo, con la contribución de las comunidades religiosas, para combatir cualquier tipo de extremismo o de fundamentalismo”.
Francisco recibió al líder palestino con un abrazo y un beso. La entrevista, a puerta cerrada y en la que solo participó un intérprete de árabe de la Secretaría de Estado vaticana, duró alrededor de 20 minutos. Cuando Francisco le regaló su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, Abbas comentó: “recemos por la paz en este periodo de Navidad”.
El presidente palestino, por su parte, le regaló al Pontífice argentino un libro sobre las relaciones históricas entre el Vaticano y la Tierra Santa, y una imagen de Jerusalén: “Esta representa el espíritu de la ciudad vieja de Jerusalén”, subrayó.
Abbas iba acompañado por una delegación de 16 personas, entre las que estaban el ministro del Exterior Riyad al-Maliki, el embajador ante la Santa Sede, Issa Kassissieh ey la embajadora ante Italia, Mai Alkaila. Al despedirse del Papa, Abbas dijo: “Estoy contento por este encuentro: contamos con usted”.
La agencia de prensa palestina “Wafa” refirió que Abbas habló con Francisco sobre la situación actual de Palestina y sobre “las implicaciones de la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, transfiriendo la propia embajada a la ciudad”. El presidente palestino también refirió al Papa sobre “las violaciones de Israel en contra del pueblo palestino, su tierra y sus lugares sacros, en particular en Jerusalén”.
En una entrevista con el periódico italiano “La Stampa”, Abbas, que después del encuentro con el Papa se reunió con el presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, y con el presidente del Consejo Giuseppe Conte, explicó: “Los Estados Unidos de Trump no pueden ser los únicos mediadores en el Medio Oriente”. Y explicó que “en febrero pasado sugerí al Consejo de Seguridad de la ONU que la única manera para hacer progresos era crear un mecanismo que incluya a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, del Cuarteto y otros. También Europa puede tener un papel. Y además siempre estamos abiertos a negociaciones directas: he aceptado varias veces encuentros con el primer ministro Netanyahu, también en Moscú, invitado por Putin, pero él nunca se ha presentado”.
La de hoy en el Vaticano fue la cuarta audiencia privada que el Pontífice ha concedido al líder palestino, después de las del 17 de octubre de 2013, del 16 de mayo de 2015 y del 14 de enero de 2017, sin olvidar la oración de paz en los Jardines Vaticanos con el entonces presidente israelí Shimon Peres y el patriarca de Constantinopla Bartolomé en junio de 2014, después del viaje del papa Francisco a la Tierra Santa, en donde también se encontró con Abbas en Palestina.
El Papa recibió el pasado 15 de noviembre al presidente israelí, Reuven Rivlin. Abbas y Francisco también han intercambiado varias llamadas telefónicas después de la decisión de Estados Unidos de mudar la propia embajada ante Israel a Jerusalén. No hay que olvidar que la Santa Sede reconoció el “Estado de Palestina” en enero de 2016.
Custodio Tierra Santa: el mensaje de Abbas es un grito de sufrimiento
Desde Jerusalén, el padre franciscano Francesco Patton, ante los micrófonos de Radio Vaticana, explicó la señal que el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina quiere dar a Occidente y al jefe de la Iglesia Universal.
-La intención de Abbas -explicitada por él mismo antes de la audiencia en el Vaticano en una entrevista en el diario italiano “La Stampa”– es hacer llegar a los líderes italianos y al Pontífice el mensaje por el cual “América no basta más para alcanzar la paz” y que los Estados Unidos no pueden ser los únicos mediadores en Oriente Medio.
Diría que la señal es, sobre todo, el ver que después de tantos años, todavía no se han dado pasos significativos. Es el ver también que el así llamado proyecto de los dos Estados corre el riesgo de evaporarse de a poco. Es un proyecto que parece estar continuamente erosionado por el cambio de la situación y, por lo tanto, pienso que el mensaje del presidente Abbas es sobre todo –osaría decir– un grito de sufrimiento.
Es la situación que vive la gran mayoría de los palestinos, quienes de alguna manera sienten que su sueño, incluso de tener una patria, de tener un Estado, no es para nada cercano. Entonces, más que un tipo de declaración, como decir, política, quizás es también una declaración de un hecho, de un sufrimiento que es el sufrimiento de un pueblo entero.
-Y entonces, según usted, ¿de quién debería llegar una obra de mediación que contribuya realmente al logro de este objetivo?
En efecto la tarea es de la comunidad internacional y creo, en primer lugar, de los grandes países como Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea. Pero además es tarea de las dos realidades, es decir, de las realidades de la clase política palestina y de la clase política israelí: encontrar el modo de sentarse realmente entorno a una mesa y retomar el diálogo. Porque hasta que no se retomara el diálogo entre los dos directos interesados, será difícil dar pasos adelante.
No puede ser ni siquiera una solución simplemente propuesta o impuesta desde lo alto, debe ser también una solución que ve a los dos pueblos –la clase política de los dos pueblos– directamente involucrada y capaz efectivamente de dialogar, sabiendo que para llegar a resultados es necesario que exista, de parte de ambos, la capacidad de tener una apertura de confianza con respecto al otro, de tener también un lenguaje que sea recíprocamente respetuoso y una serie de actitudes en las que se esté dispuestos a ceder algo y por lo cual, en cambio, se sepa también que se obtiene algo.
-El primer Domingo de Adviento, usted –como es tradición– ingresó solemnemente en Belén, en la Iglesia de Santa Catalina. ¿Cómo vive la población esta espera de la Navidad?
Depende un poco de lugar a lugar: en Belén, el evento Navidad se siente de manera muy fuerte ya desde el comienzo del Adviento, por lo cual los cristianos locales logran, de alguna manera, poner entre paréntesis también todas las dificultades que hay. De hecho, Belén es la realidad un poco más difícil porque es una realidad en la cual los cristianos viven circundados por este muro que pesa en la vida de todos los días.
Solo los cristianos que viven en Gaza se encuentran en un contexto más difícil de aquel de Belén. Para los cristianos que viven en las otras comunidades aquí en Tierra Santa, naturalmente está siempre este deseo de esperanza. Muchos cristianos piden incluso explícitamente: “Nosotros rezamos tanto, deseamos tanto, pedimos tanto, pero no vemos nunca el final de una situación en la cual somos la parte frágil”.
-Ayer, después de la oración del Ángelus, el papa Francisco quiso rezar en particular por “la amada Siria”; lo hizo también con el encendido del cirio, que significa la llama de la esperanza que debe permanecer encendida. “Recemos y ayudemos a los cristianos a permanecer en Siria y en Oriente Medio –dijo Francisco– como testigos de misericordia, de perdón y de reconciliación”. ¿Cómo llegó a ustedes este gesto y este renovado llamamiento?
La cercanía del Papa se siente en modo directo y muy fuerte. Sobre todo para nuestros hermanos que viven en Siria en una situación de martirio, en particular, para aquellos que están en la región de Idlib. Ellos viven bajo la presión cotidiana de Jabhat al-Nusra, que es la evolución de Al Qaeda; viven humillaciones cotidianas y se encuentran allí para acompañar a los pocos centenares de cristianos que se han quedado en un valle que antes tenía un millar de cristianos.
Fuentes:
Vatican News / Religión Digital / Vatican Insider