Religión. Expresión del modo de vida indígena
3:00 p m| 7 ago 18 (LR/RD).- El Sínodo para la Amazonía se presenta como una oportunidad histórica, no solo para la Iglesia de la región sino para toda ella. En la búsqueda de nuevos caminos para la Iglesia y para la ecología integral es fundamental estar cerca y escuchar a los pueblos que viven en ese rincón del planeta. En ese sentido, recogemos entrevistas realizadas al sacerdote indígena Geraldo Baniwa, quien pertenece a la diócesis con mayor porcentaje de población indígena de Brasil, y al obispo peruano Alfredo Vizcarra, quien ha tenido varios encuentros con líderes nativos de la región amazónica. Ambos rescatan una actitud de esperanza, gracias al acercamiento, diálogo y acompañamiento actual de la Iglesia.
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Geraldo Baniwa: “La religión debe ser expresión del modo de vida indígena”
Entrevista de Luis Miguel Modino
La diócesis de São Gabriel da Cachoeira es la circunscripción eclesiástica con mayor porcentaje de población indígena de Brasil, superando el 90%. Son 23 pueblos y 18 lenguas diferentes, cuatro de ellas, nhengatu, tukano, baniwa y yanomami, oficiales junto con el portugués en el municipio de São Gabriel. Del clero diocesano forman parte cuatro sacerdotes indígenas, el último de ellos, Geraldo Baniwa.
Conocedor de la lengua y cultura locales, se siente muy bien acogido, llevando a cabo un trabajo de traducción de la liturgia católica a su lengua materna, haciendo posible que la gente entienda “lo que ellos rezaban en portugués, que ellos no comprendían y ahora están comprendiendo el sentido de las palabras”.
En su reciente ordenación se hizo presente “una combinación entre la liturgia católica y la cultura local, que tiene un discurso mitológico latente”. Al principio la evangelización combatió la cultura local, pero es necesaria “la utilización de los elementos de las expresiones locales, como es el compartir, el trabajo comunitario. Aquí no tiene mucho valor el discurso”.
De cara al Sínodo, es necesario que no sea un momento que se quede reducido “sólo (a) los intelectuales, pero el pueblo en sí no sabe lo que está pasando”. Tampoco se pueden dejar de crear, a partir del Sínodo, mecanismos que den a los catequistas mayor “fuerza institucional, cierta autonomía, también autoridad en las comunidades”.
-¿Qué significa para ti el hecho de ser el primero del pueblo baniwa en ser ordenado sacerdote?
Creo que es una respuesta ante una causa. La primera cosa es la falta de sacerdotes, al principio fue eso. Sólo que después, en el transcurso de la formación, uno va descubriendo que ser sacerdote es mucho más que eso. Asumí volver para mi tierra porque siempre di mucho valor a mi región. Inclusive cuando fui ordenado diácono pedí venir para la región del Içana, hacer una experiencia e intentar ver si la gente me acoge, porque existe aquel principio de que uno no es acogido en la propia tierra, pero yo siento que fui acogido.
-¿Piensas que el hecho de ser baniwa, conocer la cultura, la lengua y trabajar con ellos, eso facilita el trabajo evangelizador?
En la acogida que ellos me dan, eso es algo evidente, pues de hecho tienen una esperanza muy grande, en primer lugar por la lengua. Aquí en este último año, hemos traducido el culto dominical, ya es algo que está hecho, falta reproducirlo. Muchos ya lo reclaman, pues hasta en el Padre Nuestro ellos van descubriendo lo que rezaban en portugués, que no comprendían y ahora están entendiendo el sentido de las palabras.
El primer paso, por el hecho de ser baniwa, está en la limitación de siempre, que es la cuestión de los estudios, porque si la diócesis nos preparase, por lo menos en la línea de la lingüística o en el conocimiento de las lenguas sagradas, ahí hasta podríamos traducir la Biblia. Como no tenemos acceso a eso, es algo más difícil, hacemos una traducción por encima, lo que no es como si fuese una traducción reconocida.
-¿Cómo hacer hoy realidad esa inculturación del Evangelio en una cultura indígena?
Hoy en día, el mejor camino es uno que no sea de combate. En el inicio de la evangelización fue de combate, lo que con el tiempo fue percibido como algo que trajo mucho perjuicio. Por ejemplo, hoy en día tenemos jóvenes que ya no tienen referencias culturales. Por eso, el mundo es algo difícil para ellos. La consecuencia es la falta de valor dado a la propia vida. Quien todavía tiene esa educación tradicional, que nosotros decimos que también es religiosa, todavía consigue tener ese principio de dar valor a la vida, porque el indígena está muy unido a la naturaleza, para él todo está interrelacionado.
El desafío es hacer que la gente entienda que la religión también debe ser una expresión del modo de vida del pueblo. Para hacer eso, el camino debería ser la utilización de los elementos de las expresiones locales, como es el compartir, el trabajo comunitario. Aquí el discurso no tiene mucho valor.
-Dices que los indígenas son muy unidos a la naturaleza. De cara al Sínodo Amazónico que va a ser celebrado el próximo año, donde va a ser tratado el tema de la ecología integral, que también aparece en la Laudato Si, podemos decir que es una dimensión que los pueblos indígenas viven secularmente, ese respeto y unión con la naturaleza. ¿Cómo pueden ayudar a la Iglesia y al Sínodo los pueblos indígenas para hacer realidad esa ecología integral?
Es algo que intentamos a través de nuestros líderes. Existe una tentativa de rescatar todo eso, porque también nosotros estamos perdiendo ese cuidado de la naturaleza, y hoy en día se ve mucha explotación, inclusive entre nosotros mismos. Estamos siendo afectados por ese raciocinio basado también en la cuestión económica. La mayoría busca matar mucho más de lo que necesita para el consumo para poder adquirir algún beneficio. La realidad es que aquí, en las comunidades mayores, acaba dominando el modelo de la ciudad grande, cada uno por sí mismo. Hoy en día se está imponiendo eso. Para trabajar sobre eso, es necesario buscar un camino en común.
Terminar de leer la entrevista aquí.
Alfredo Vizcarra: “Para los indígenas la presencia de la Iglesia es esperanzadora”
Entrevista de María Rosa Lorbés
-Monseñor, usted es peruano pero ha pasado varios años fuera del Perú como misionero, como en el Chad, África.
Yo nací en Lima, aunque la mayor parte del tiempo la he pasado en otras ciudades. Entonces no soy un limeño limeño. Para mí la experiencia del Chad me ayudó a entender o acercarme -o quizás las dos cosas- a esta cultura. El Chad es un pueblo que vive en el desierto. Aquí en Jaén estamos más bien en un territorio donde todo es verde, llueve todos los días. Allá es árido, seco, con lluvias muy escasas.
-Háblenos del próximo Sínodo Panamazónico, pero primero habría que explicar qué es un Sínodo.
Sínodo viene del griego y significa “hacer camino juntos”. Y el Papa está devolviendo a la Iglesia este modo de ser y de avanzar como pueblo de Dios. Cuando se convoca a un Sínodo, el primer paso que busca el papa Francisco es, precisamente, empezar por preguntar al pueblo de Dios, a todos los implicados, qué opinan sobre ese tema. Cada Sínodo, el de la familia, el de la juventud, ha sido así; buscando una participación muy amplia. Y el de la Amazonía también va a ser así. Yo mismo voy a ir ahora dos días al río Cenepa. Voy a ir a trabajar y voy a explicar a las comunidades cristianas el documento de preparación del Sínodo. Todo eso va a ser insumo para el encuentro final de octubre del año próximo de los obispos y algunos expertos, teólogos y otros.
-¿Usted cree que los nativos y la población en general están motivados?
Yo creo que la visita del Papa ha sido una muy buena preparación para este Sínodo y para el involucramiento de los pueblos nativos en este proceso, porque ha sido muy clara la relación de diálogo; el Papa mismo ha utilizado esa idea varias veces expresándolo con el término “encuentro”. Y los pueblos indígenas así lo han percibido. Yo le puedo decir, de algunos encuentros y reuniones que he tenido con líderes indígenas de acá, que ellos también se han dado cuenta y han percibido que la Iglesia lo que quiere es un acompañamiento, estar con ellos, caminar con ellos para, juntos, ver que tengan un espacio, que se les reconozca, se oiga su voz, que puedan ser respetados sus derechos, su modo de ser y de vivir en ese ambiente
-¿Qué ofrece la presencia de la Iglesia en las comunidades amazónicas para la vida, el territorio, la cultura?
Yo pienso que para los pueblos indígenas la presencia de la Iglesia es esperanzadora. Estamos aquí hace muchísimos años. Es verdad que no siempre fue una presencia respetuosa de los derechos de los nativos, pero también es verdad, como el Papa lo ha dicho, que los misioneros hoy no están aquí pensando en llenar sus maletas e irse; sino que están ahí para permanecer con la gente.
Toda la intervención de la Iglesia ha sido para buscar con los nativos respuestas a sus necesidades concretas de salud, educación, de producción. Creo que en este contexto también lo seguirá haciendo para ser su voz, para pedir y hacer que las políticas del Estado tengan en cuenta la Amazonía para el bien de la humanidad, como pulmón del mundo; pero también respetando las culturas, respetando a todos los pueblos que viven allí.
-En su respuesta, monseñor, algunos pueden leer una especie de crítica política; hay gente, incluso cristianos, que van a acusar a la Iglesia de estar politizando su función y yendo contra el desarrollo.
Yo creo que hay una tendencia a reducir la fe o la religión a un ámbito privado, personal, cuando en realidad eso nunca ha sido así. La experiencia de la relación del hombre con Dios que se nos presenta en la Biblia es social, completamente social. Si uno recorre todos los libros de la Biblia, son problemas sociales, desde el Éxodo o incluso desde antes. Los 10 mandamientos son sociales; es una manera de organizar las relaciones humanas y eso porque se cree en Dios. Todo es social en los textos bíblicos: cómo tienen que gobernar los Reyes, la presencia de los Profetas, justamente denunciando las injusticias que tenemos que afrontar, etc. Todo es social porque nuestra vida es así.
Entonces, creer en Dios significa comprometerse para organizar la vida social de otro modo. ¿Eso es política? La Iglesia se posiciona desde la actitud que nos ha revelado siempre el Señor. A veces, por buscar un desarrollo que beneficia a unos cuantos, puede traer consigo la destrucción de la naturaleza para el enriquecimiento y el beneficio económico de algunos, y nos olvidamos de tanta gente. Yo lo siento, pero no veo hasta ahora, en ninguna parte, cuánto una inversión en el petróleo, en las minas, etc., ha producido como consecuencia un bienestar y respeto de las culturas andinas o indígenas. ¡Cuántos años estos pueblos siguen sufriendo de tantas carencias por este tipo de modelo de desarrollo!
-Uno de los objetivos del Sínodo es una Iglesia con rostro amazónico. ¿Cuáles son, por ejemplo, los espacios de expresión autóctona y de participación activa en la práctica litúrgica de sus comunidades?
Creo que, a nivel de la liturgia y hablando desde mi experiencia de acá, hay esfuerzos. Hay traducciones de la Biblia, hay traducciones de la misa, de los cantos en lenguas nativas; sin embargo, tenemos que hacer un mayor esfuerzo por adaptar, incluso, la misma Eucaristía, las celebraciones, más en relación con el espíritu de aquí mismo. Es una tarea por hacer porque siempre seguimos el mismo rito, tal cual. En África, por ejemplo, hay propuestas de hacer un producto más africano, que tenga que ver más con la cultura africana, y en muchos lugares es igual. En algunos sitios acá, en el Vicariato, hay catequistas que conocen las lenguas nativas y ellos tienen un rol muy importante.
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Fuentes:
Religión Digital / La República