Encuentro interreligioso: El mundo necesita unificación espiritual
9:00 a m| 22 set 17 (CSE/VI/BV).- “¡Nunca más la guerra!”. Fue Boutros Marayati, Arzobispo católico de Alepo quien lanzó el grito que hizo vibrar a los reunidos en Osnabrück, con cientos de personas frente al palco lleno de obispos orientales y rabinos, monjes budistas y ulemas chiitas, durante la ceremonia final del encuentro “Caminos de paz”, organizado este año en Wesfalia por la Comunidad de San Egidio.
En el documento final del evento, que es un llamado a la paz, invoca a los líderes de las religiones a sostener siempre el diálogo y el encuentro, porque “desarman y detienen a los violentos”. Además, identifica la “unificación espiritual” como el mayor aporte que pueden ofrecer para la construcción y la defensa de la paz.
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“El grito”, continuó el obispo de la ciudad mártir de Siria, “que se eleva desde Alepo, y desde todas las ciudades heridas por las violencias y los conflictos. Es el grito de Pablo VI, de Juan Pablo II y del Papa Francisco: ¡nunca más la guerra!”. En la plaza, que escapó de la lluvia, los líderes religiosos concluyeron la reunión de dos días de diálogos que se llevaron a cabo en diferentes salas de la cercana ciudad de Münster.
Después de trasladarse a Osnabrück, el martes por la tarde, las diferentes comunidades de creyentes se reunieron en oración en varios sitios de la ciudad (los cristianos rezaron juntos en la catedral de San Pedro) para después dirigirse en una procesión hacia la plaza.
Pero antes, el historiador Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, resumió en un discurso final el sentido de los días que pasaron juntos todos ellos en Westfalia. “La oración fuerza el límite de lo imposible: se dirige a Aquel que todo lo puede. No se resigna la oración. En ella encuentran eco la expresión de dolor, a veces el grito, de todos los que se han visto involucrados en la guerra. En la oración, en lo profundo de nuestra fe, descubrimos que la paz no es imposible, porque es don de Dios. Nunca hay que resignarse a la guerra. Nunca hay que resignarse al dolor ajeno”.
También fue difundido el llamado de paz suscrito por todos los que participaron en el encuentro, que identificó en la “unificación espiritual” el mayor aporte que los líderes religiosos pueden ofrecer para la construcción y la defensa de la paz: “La globalización —se lee en el mensaje— ha logrado unir la economía y el comercio, pero no los corazones: se necesita vivir y construir una unificación espiritual, en el respeto de las diferencias, mediante un diálogo constante, sin aislar nunca a nadie. Esta ‘unificación espiritual’ puede ofrecer mucho al mundo. Es el alma que falta y puede traer esa paz tanto deseada”.
“Como representantes de las religiones del mundo —escribieron en el mensaje los líderes convocados por San Egidio—, queremos ver más allá de nuestros horizontes, construyendo un nuevo movimiento de diálogo. El encuentro y el diálogo desarman y detienen a los violentos. Porque sabemos que nunca la guerra es santa y que quien mata en el nombre de Dios no tiene ciudadanía ni entre las religiones ni entre los hombres”.
Durante la ceremonia, Marco Impagliazzo, Presidente de la Comunidad de San Egidio, anunció que la edición de 2018 del encuentro anual por la paz organizado por la comunidad para mantener vivo el “espíritu de Asís” se llevará a cabo en la arquidiócesis de Bolonia, y se encargará de él el arzobispo Matteo Zuppi, que justamente dentro de la comunidad fundada por Andrea Riccardi ha madurado su vocación sacerdotal.
Llamamiento de paz 2017
Tras días intensos, de encuentros y amistad, nos reunimos, mujeres y hombres de distintas religiones, para manifestar a todos la necesidad de abrir nuevos “Caminos de Paz”. El mundo los necesita como el pan, para no quedar preso en el pasado y en el miedo. Lo invocan pueblos enteros, a los que conflictos sin fin han empobrecido y esclavizado. Lo exigen las víctimas de la violencia y de un terrorismo sin piedad. Lo imploran los refugiados y desplazados que, a causa de conflictos y desastres naturales, han tenido que abandonar su tierra.
Lo proclamamos nosotros, los aquí presentes, ante todo el mundo, en el corazón de una región que en el pasado supo reconciliar a las religiones y hacer la paz, en el corazón de una Europa que necesita estar más unida, ser más abierta y solidaria. Debemos vencer el miedo y los prejuicios que llevan a alejar al otro solo porque es diferente o porque no lo conocemos, muchas veces sin entender cuáles son sus razones.
Por eso hoy, a todos los creyentes, se les pide más audacia.
La globalización ha logrado unir economía y mercado, pero no los corazones: es necesario vivir y construir una unificación espiritual, respetando la diversidad, a través de un diálogo constante, y sin aislar nunca a nadie. Esta “unificación espiritual” puede dar mucho al mundo. Es el alma que falta y que puede traer aquella paz tan esperada.
Como representantes de las religiones del mundo, queremos mirar más allá de nuestros horizontes y construir un nuevo movimiento de diálogo. El encuentro y el diálogo desarman y detienen a los violentos. Porque sabemos que la guerra nunca es santa y que quien mata en nombre de Dios no tiene nacionalidad ni entre las religiones ni entre los hombres.
El nuestro es un no convencido al terrorismo, que los últimos meses ha herido demasiadas tierras y ha asesinado a demasiados inocentes, en el norte y en el sur del mundo.
Nos comprometemos a trabajar para eliminar las causas que son el origen de muchos conflictos: la avidez de poder y dinero, el comercio de armas, el fanatismo y el nacionalismo. Desde el final de la guerra fría, por primera vez en la historia, vuelve a emerger de manera inquietante, en extremo oriente, el riesgo de un conflicto nuclear. ¿Qué pueden hacer los creyentes? Quizás más de cuanto ellos mismos esperan e imaginan.
¡Ante todo rezar! Como esta tarde, en los distintos lugares de esta ciudad y en esta plaza: una gran Oración por la Paz. Y también nuestro estar juntos con distintas religiones, que ha crecido en estos años, es un signo de paz y ya ha creado una red de prevención de conflictos.
Se espera mucho de nosotros. Esperan mucho los humildes y los pobres de la tierra. Es una gran responsabilidad: no podemos dejar que prevalezca la resignación o, peor aún, la resignación. Lo dijimos el año pasado en Asís, en el 30 aniversario de la Oración por la Paz impulsada por Juan Pablo II, que la Comunidad de Sant’Egidio ha invitado a repetir cada año: “La paz es el nombre de Dios” –se leía en el llamamiento–. “Quien invoca Su nombre para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra, no camina por Su sendero”. Por eso hoy, con la ayuda de Dios y el apoyo de muchos, queremos comprometernos solemnemente a abrir, en nuestro mundo, nuevos “Caminos de Paz”.
Discurso de Andrea Ricardi
Hemos llegado al término de estos días de encuentro, de debate y de amistad vividos en la cálida y acogedora Münster. Quisiera agradecer de todo corazón al obispo de Münster su cordial y atenta acogida. Y también vaya mi agradecimiento al obispo de Osnabrück, que hoy nos recibe aquí y que nos ha ayudado. Sin su empeño no habría sido posible celebrar esta Oración por la paz en Alemania.
Estos días muchas situaciones difíciles, pobres, violentas, conflictivas, auténticas guerras, han sido objeto de nuestra atención. Algunas situaciones presentan un grave riesgo de degenerar en conflictos. Se han evocado historias, dolores y esperanzas de muchas partes del mundo. Mucha gente sufre; demasiada. Es necesario encontrar nuevos caminos de paz. No se ha olvidado la grave situación del medio ambiente y sus consecuencias en la vida de la gente.
Pero quizás ha habido la sensación de que no hay soluciones. O al menos, que no están en nuestras manos. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué puede hacer la gente corriente? ¿Qué pueden hacer los creyentes? ¿Qué pueden hacer los líderes religiosos? No hay respuestas fáciles a estas preguntas. Muchas veces terminamos diciendo que podemos hacer poco, o tal vez nada. Nos resignamos al dolor de los demás. Nos volvemos pesimistas. El pesimismo de quien no sufre es fácil. Nos justificamos diciendo que no es posible. Aceptamos la indiferencia al dolor de los demás.
Estos días, especialmente hoy en Osnabrück, hemos orado por la paz, teniendo frente a los ojos tantas y tantas situaciones de dolor y de violencia. La oración fuerza el límite de lo imposible: se dirige a Aquel que todo lo puede. No se resigna, la oración. En ella resuenan la expresión de dolor, a veces los gritos, de cuantos se ven arrollados por la guerra.
En la oración, en lo más hondo de nuestra fe, descubrimos que la paz no es imposible, porque es un don de Dios. ¡No nos resignemos nunca a la guerra! ¡No nos resignemos nunca al dolor de los demás! La paz debe ser siempre posible. Hay que buscarla siempre. ¡Será posible! Por eso las religiones encienden –como sucede hoy– la esperanza de paz: ayudan a los creyentes a librarse de la indiferencia y a ser artesanos de paz.
Necesitamos reunirnos y actuar conjuntamente como creyentes. No unos contra los otros o ignorando a los otros, sino unos junto a los otros. Lo dijo Juan Pablo II en Asís en 1986. No hagamos nunca de la religión una ocasión de conflicto o de odio. Los unos con los otros: para que crezca la paz en el mundo. La amistad entre las religiones no es teórica. Y la hemos vivido. Hemos visto su eficacia. Revela a este mundo globalizado, que a menudo no tiene alma, que todos los hombres y todos los pueblos están unidos por un destino común. La paz es el destino común.
ENLACE: Web del evento “Caminos de Paz”
Por eso, queridos amigos, no aceptemos que ciudades y pueblos sean presa de la guerra y de la violencia. Queremos abrir, con la fuerza débil del diálogo, pero con mucha esperanza, nuevos caminos de paz: en esta Europa, demasiado centrada en ella y distraída del mundo; en el corazón de nuestros mundos religiosos; allí donde los pueblos luchan entre ellos; allí donde domina la violencia; allí donde se manifiesta el odio. Las religiones son profundamente caminos de paz. Que puedan abrir, con la colaboración de las mujeres y de los hombres de buena voluntad, cada vez más y allí donde sea necesario, caminos de paz.
Mensaje del Papa Francisco
El papa Francisco manifestó su cercanía y aliento a los participantes del Encuentro enviándoles un mensaje, en los que aseguró que se trata de una iniciativa “actual y necesaria” porque “conflictos, violencia generalizada, terrorismo y guerras amenazan hoy a millones de personas, pisan la sacralidad de la vida humana y nos vuelven a todos más frágiles y vulnerables”.
“Delante de la irracionalidad de quien profana a Dios, sembrando odio, escribió el Santo Padre, delante del demonio de la guerra, de la locura del terrorismo, de la fuerza engañosa de las armas” el camino no puede ser otro que el de la paz “que une a muchas tradiciones religiosas”. Además del coraje para abrir caminos de paz, “es necesario rezar mucho”, porque asegura el Papa, “la oración está en la raíz de la paz”.
Asimismo el pontífice recordó que “en cuanto líderes religiosos, especialmente en este momento histórico, tenemos una responsabilidad particular: ser y vivir como gente de paz, que da testimonio y recuerda que Dios detesta la guerra, que la guerra nunca es santa, que nunca la violencia puede ser cometida o justificada en nombre de Dios”.
“Ustedes -concluye Francisco su mensaje- se han reunido para dar una respuesta de paz” y sin olvidar que “la paz no es solamente fruto del empeño humano, sino de la apertura a Dios”.
Leer aquí el mensaje completo.
Fuentes:
Vatican Insider / Comunidad San Egidio / Oficina de Prensa de la Santa Sede