La necesidad de establecer corredores humanitarios

7:00 p m| 12 may 17 (RD/VI/BV).- “No proponemos un experimento sino algo que ya está funcionando”. La responsable de la Comunidad de Sant’Egidio de Madrid, Tíscar Espigares, ha vuelto a insistir de esta forma en la necesidad de poner en marcha corredores humanitarios que permiten la llegada a España de refugiados especialmente vulnerables. “Tengo 800 razones de que funciona”, ha dicho Espigares a propósito de semejante proyecto: “los 800 refugiados que han llegado a Italia”.

Y en América Latina son los obispos quienes se han manifestado a favor de abrir de manera plena la frontera entre Colombia y Venezuela. En una entrevista, el obispo colombiano Víctor Ochoa Cadavid revela el esfuerzo que realiza la Iglesia para superar el drama de 50 mil personas que, a diario, cruzan de un país a otro en busca de ayuda.

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Sant’Egidio vuelve a insistir en la necesidad de establecer corredores humanitarios en España

Las negociaciones entre la Comunidad de Sant’Egidio y el Gobierno español que permitirían el establecimiento de corredores humanitarios se han intensificado durante el último mes, según ha contado Espigares a Europa Press, y sus impulsores esperan que puedan arrancar pronto a falta de la aprobación del Gobierno.

“Es un momento de mucha interlocución”, ha asegurado la responsable de Sant’Egidio, al tiempo que ha precisado que los contactos se intensificaron sobre todo desde el viaje del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, a Roma. Si bien, Espigares precisa que “no termina de arrancar” porque el Gobierno tiene que dar “su visto bueno” y emitir los visados humanitarios.

Para ello, los responsables de la Comunidad de Sant’Egidio están manteniendo reuniones con representantes de los diferentes ministerios implicados -Interior, Asuntos Exteriores y Empleo- y con otros interlocutores del Gobierno de alto nivel.

Espigares asegura que se trata de un proyecto “autofinanciado”, que “no repercute en los cupos” asumidos por cada país de la Unión Europea y que además “garantiza la integración total” de los refugiados ya que el proceso de acompañamiento no termina mientras las familias acogidas sigan necesitando apoyo. Así, se les facilitarían las clases de español, la escolarización de los niños, el transporte o la convalidación de estudios.

En el caso de Italia, el gobierno se ha comprometido a emitir 1.500 visados humanitarios y, en el primer año y medio desde que se firmó el acuerdo, ya han llegado un total de 800. Además, el pasado mes de marzo, se firmó un acuerdo en Francia para recibir a 500 refugiados a través de estos pasillos.

ENLACE: Empiezan los corredores humanitarios. Italia da una señal de esperanza para Europa

En España, el número deberá negociarse una vez que el Ejecutivo apruebe el proyecto. En cualquier caso, la responsable de Sant’Egidio en Madrid asegura que se podría pensar en una cifra similar a la de Francia, unos 500, y después aumentarla. Además, precisa que los refugiados llegarían de forma escalonada, en grupos de 20 ó 30 personas.

“Tenemos posibilidad para acoger a 500 personas y más, no habría ningún problema”, afirma, para añadir que se podría producir el mismo efecto que en Italia: “A medida que van llegando, la solidaridad que se desencadena es enorme”.

También tendrán que decidir junto al Gobierno la procedencia de los refugiados siguiendo un criterio fundamental: que sean personas o familias en situación de “máxima vulnerabilidad”. Miembros de la Comunidad de Sant’Egidio presentes en campos de refugiados en Oriente Medio (por ejemplo, Líbano) o el norte de África (Etiopía) serían los encargados de identificar a estos refugiados.

“Muchos son sirios porque Siria, por desgracia, está produciendo una cantidad de refugiados enorme, pero no podemos olvidar las guerras africanas”, apunta Espigares.

La Comunidad de Sant’Egidio defiende e impulsa estos corredores humanitarios porque evitan que los refugiados se jueguen la vida y caigan “en manos de traficantes sin escrúpulos que les dejan en mitad del mar abierto”. Con este proyecto, se les conceden los visados y se les traslada hasta el país de acogida en avión.

Sobre el destino de las familias, Espigares explica que un equipo técnico de la Comunidad de Sant’Egidio se encargaría de realizar el seguimiento de todos los casos. Así, a medida que se fueran obteniendo los visados, se identificaría qué ciudad o qué zona de España sería más adecuada: entorno rural para familias acostumbradas a trabajar el campo, una ciudad donde se encuentra un determinado hospital para facilitar un tratamiento médico, etcétera.

Además, Espigares asegura que la garantía del proyecto es “absoluta” porque cuentan con el “respaldo unánime y firme” tanto de la Conferencia Episcopal Española (CEE) como de toda la red de Cáritas y de “infinidad” de particulares que han ofrecido sus pisos.

También el cardenal español Carlos Osoro está siguiendo “activamente” las negociaciones, según indican a Europa Press fuentes del Arzobispado de Madrid. Osoro comprobó el buen funcionamiento de estos corredores humanitarios cuando viajó a Roma y ha defendido que es “urgente” su puesta en marcha en España.


Llegan a Italia 101 sirios salvados a través de los “corredores humanitarios”

Italia vuelve a dar una señal de esperanza para los refugiados y para Europa. En los primeros días de mayo llegaron al aeropuerto de Fiumicino 101 inmigrantes sirios en un vuelo regular de Alitalia procedente de Beirut. A estos refugiados se les ha evitado el arriesgar su vida en el mar en alguna de las travesías que diariamente se realizan en pateras desde Libia a las costas italianas.

El viaje se encuadra dentro del proyecto “corredores humanitarios”, que organiza la asociación católica Comunidad de Sant’Egidio y la Federación de Iglesias Evangélicas, en colaboración con el gobierno italiano. Estas 37 familias sirias y una iraquí, entre ellos 44 menores, se unen a otros 93 prófugos sirios que llegaron en febrero, gracias también a este “corredor humanitario”. Muchos de los niños sufren problemas neurológicos a consecuencia de la guerra.

Se trata de un proyecto piloto en Europa, cuyo principal objetivo es el de evitar el destino incierto y penoso de los viajes en barcazas a través del Mediterráneo. Todos ellos han pasado tres o cuatro años en campos de refugiados en Líbano, hacinados en casas o pagando habitaciones en Beirut a carísimo precio. Se habían visto obligados a huir de sus ciudades, de Hama, Homs, Aleppo y Hasakah, que han sufrido durísimos enfrentamientos entre el ejército sirio y los rebeldes, además de ataques de Daesh contra las minorías.

Para el viaje a Roma, se han elegido a las familias más frágiles, sobre todo a mujeres solas con hijos y enfermos. Por ejemplo, Sami, un conductor de 40 años, natural de Homs, la ciudad mártir de la guerra siria, debe afrontar un doble caso de talasemia (anemia hemolítica hereditaria), de la mujer y uno de sus cuatro hijos, además de una hija con problemas en la vista. Son afortunados, porque estas familias han sido elegidas entre casi un millón y medio de refugiados sirios que se encuentran el Líbano, país cuya población es de cuatro millones y medio de habitantes.

Han llegado con un visado humanitario, que les ofrece la posibilidad de presentar posteriormente la petición de asilo. Serán acogidas en estructuras privadas en Roma, Siena y en otras ciudades. A los refugiados se les ayuda a integrarse en el tejido social y cultural italiano, mediante el aprendizaje de la lengua italiana, la escolarización de los menores y otras iniciativas.

Según la Comunidad de Sant’Egidio, los corredores humanitarios prevén la llegada a Italia, durante dos años, de mil refugiados: 600 aproximadamente procederán del Líbano, en su mayoría sirios que han huido de la guerra; de Marruecos (150), donde llega gran parte de las personas que provienen de países subsaharianos afectados por las guerras civiles, y de Etiopía (250: eritreos, somalíes y sudaneses).

Tras la evaluación de los resultados de esta primera fase del proyecto, que cuenta con un presupuesto de dos millones de euros, se valorará la posibilidad de continuar. Para la Comunidad de Sant’Egidio, se trata de evitar muros y que los corredores humanitarios sean un ejemplo para Europa.

“En lugar de muros, de sufrimiento injustamente infligido a miles de personas que tienen derecho a ser acogidas porque están en peligro, ofrecemos la posibilidad de llegar a Italia de manera segura para ellos y para todos. Es una respuesta que defiende la humanidad y la eficacia porque abre una feliz colaboración entre instituciones y sociedad civil que facilita la integración y comporta al mismo tiempo ahorro para la sociedad”.


En medio de la crisis, urge abrir la frontera Venezuela-Colombia

Más vigente que nunca se encuentra el clamor de la Iglesia de abrir de manera plena la frontera entre Colombia y Venezuela, de acuerdo con la óptica de los obispos de la zona, quienes desde hace más de dos años mantienen despliegue humanitario en la región. Sobre el tema, se espera que hable en persona con el Papa Francisco el obispo de Cúcuta, Víctor Ochoa Cadavid, quien se encuentra en Roma, donde brindará detalles sobre las acciones que buscan destrabar los obstáculos venezolanos, cuyo gobierno se resiste a la creación de un “canal humanitario”.

En agosto de 2015, el presidente Nicolás Maduro anunció el cierre fronterizo tras un ataque contra la Fuerza Armada Nacional de Venezuela. Tras gestiones de los obispos, se logró la apertura parcial el 11 de julio de 2016. Por buen tiempo, el gobierno venezolano sólo ha permitido el paso peatonal. La Iglesia apoya a los “peregrinos” con cobijas y comida, ante una situación de pobreza, desabastecimiento de alimentos y total ausencia de medicinas.

-¿Sigue siendo la apertura plena una petición de la Iglesia?

Sí, está en las peticiones continuas de los obispos de ambos países. De todo esto estamos informando a las conferencias episcopales y, a través del Nuncio, al Vaticano y a la Comisión para América Latina. En algunos casos con el Secretario de Estado por diversas vías, de manera que el Papa está al tanto y mantenemos con él fluida comunicación.

Cada día pasan de ida y vuelta 50 mil personas, porque la gente a va a comprar insumos, tanto alimenticios como médicos y de otro tipo que también están permitidos.

-¿Ese flujo de personas ha significado algún tipo de trabajo adicional para la Iglesia?

¡Claro!, porque hay que atender a muchos más. Los que viven en la frontera, van y vienen temprano en la mañana y regresan. Pero hay miles de personas que acuden de todas partes de Venezuela y traen el mínimo dinero para comprar lo que puedan para sobrevivir. ¡Pasan mucha hambre! Y buscamos la manera de darles agua y un plato de sopa. Pero no alcanzamos a ayudarlos a todos.

-¿La situación tiene cabida en la agenda del Episcopado Latinoamericano, o la prioridad siguen siendo la coyuntura de Venezuela y el proceso de paz en Colombia?

Sí hay espacio. Pero, además, ambos temas son vinculantes. Y con internet y otros medios, continuamente estamos intercambiando información valiosa al respecto.

-¿Algún nuevo acercamiento con el Gobierno nacional para tratar el tema?

Yo personalmente conversé en su momento con el vicepresidente de la República, Aristóbulo Isturiz, y hemos pedido apoyo tanto a ese alto nivel como a otros, incluso diplomáticos.

-¿Qué es concretamente lo que piden?

Que se dé la apertura de un canal humanitario. Entiendo que al Gobierno venezolano no le gusta ese término, pero podemos buscar otro: de solidaridad, por ejemplo. Porque las Cáritas mundiales están dispuestas a abrir las manos para ayudarnos de formas diversas. Y a través de Cúcuta y San Cristóbal, que hemos creado puentes y alianzas, se podría realmente ayudar, tomando en cuenta la dimensión del problema.

-¿Han hallado respuesta?

En la Iglesia sí. Con múltiples sacerdotes de Colombia que han estado preocupados, solidarios y colaboradores con nuestra población. Nos sentimos agradecidos y retribuidos.

-¿Cuentan actualmente con ayuda internacional para esta situación humanitaria?

No, no hay ayuda internacional directa, ni indirecta. Debido a la situación particular del país y a razones gubernamentales bien conocidas.

-¿De qué disponen?

De la generosidad de la gente. No es ningún secreto que muchas familias colombianas colaboran trayendo insumos. O se los dan allá también a quienes cruzan el puente.

-¿Pero a nivel de Iglesia?

Sí, también. Cuando hemos pedido ayuda concreta, nos han brindado generosa ayuda al Seminario y a los ancianatos con insumos de diversa índole. Pero no en la forma en la que podríamos conseguirlo si se contara con apertura plena fronteriza. Si así fuera, aún con los controles que pueda haber, recibiríamos apoyo para evitar que gente necesitada siga como hoy muriendo de hambre.

-¿Por qué la urgencia de abrir tras dos años de cierre?

Porque en 2015 no estaba tan grave la situación y sin embargo mucha gente acudía para tratamientos médicos, para estudios; o para mantener a su familia, pues son decenas de miles quienes llevan a cabo ese tipo de trabajo entre las dos naciones. Pero es que además no había entonces las circunstancias tan particularmente graves que sufre hoy nuestro país. Abrir salvaría muchas vidas humanas.

-Se atribuye a la Iglesia el paso peatonal en 2016. ¿Esperan lograr la apertura plena en 2017?

Consideramos que tomaron en cuenta nuestra propuesta porque los pasos realizados a nivel gubernamental para la apertura ‘al menos peatonal’ siguieron las líneas que sugerimos a las autoridades. Y en noviembre 2016 los dos obispos fuimos recibidos en una larga audiencia informal con el santo padre. Confiamos en que las solicitudes, la argumentación y la labor que se viene desarrollando, con la ayuda de Dios, tendrá sus frutos.

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Fuentes:

Religión Digital / Vatican Insider / ABC.es

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