Ciencia de la sostenibilidad y valores: Por un verdadero cambio

9.00 a m| 4 set 15 (ECOJESUIT/BV).- La fragilidad de nuestro planeta y la vulnerabilidad de la humanidad se hacen cada vez más evidentes a través de los problemas ambientales y sociales que desafían a nuestra generación. Los modelos predominantes de desarrollo social y económico no pueden permanecer indiferentes ante estas realidades. Y aún cuando la ciencia y la tecnología nos alcanzan respuestas significativas en la comprensión y mitigación de los fenómenos medioambientales, el verdadero reto tiene que ver más con lo que valoramos y por qué debemos empeñarnos en el cuidado de nuestro entorno; eso sí provocará un cambio real. Reflexión difundida por la Red Global de Incidencia Ignaciana.

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Afrontar el reto de un mundo sostenible requiere un ajuste profundo y una actitud de cuidado para afrontar la complejidad de la pobreza, la degradación ambiental y la calidad de vida. Y la ciencia y la tecnología no podrán tener un impacto duradero sin un compromiso personal, político y económico.

Un mayor enfoque en los valores ayudará a formar un compromiso social que en este momento crítico es deficiente, y guiará nuestras acciones y decisiones dentro de los límites planetarios.

A través de la promoción y profundización de este diálogo sobre los valores con capacidad de transformación, los compromisos por un mundo más sostenible se verán reforzados. El diálogo con la llamada ciencia de la sostenibilidad permite compartir y comunicar la preocupación humana por los límites del planeta, por un cambio en los estilos de vida y una mejor respuesta cuando se experimentan los cambios ambientales en el ámbito local.

La encíclica Laudato si es un llamamiento urgente del Papa Francisco para un “nuevo diálogo sobre la forma en que estamos configurando el futuro de nuestro planeta. Necesitamos una conversación que incluya a todos, ya que el desafío medioambiental que estamos viviendo, y sus raíces humanas, debe ser preocupación de todos, pues nos afecta a todos” (#14).


Los valores y la ética en la investigación de la sostenibilidad: Neutral o normativa

El cuidado del medioambiente es necesario y el diálogo sobre las bases de este cuidado ha ganado terreno entre las personas que se dedican a la investigación científica y su implementación. Al mismo tiempo, esta conversación global reconoce las desigualdades y las condiciones en que las personas viven y trabajan, y pide una nueva evaluación acerca de cómo la ciencia, la tecnología y las empresas pueden comprometerse con las diferentes necesidades.

El reto para el desarrollo económico es la justicia. Necesitamos evaluar el papel del desarrollo más allá de los márgenes del beneficio y la mercantilización; más bien debemos hacerlo en su capacidad de gestionar de forma sostenible los recursos y las economías locales, y de responder a las necesidades sociales locales.

La ciencia necesaria se denomina ciencia de la sostenibilidad, la que se define como “un campo académico emergente de estudio interdisciplinar que busca facilitar las intervenciones que fomenten la prosperidad compartida y la reducción de la pobreza, al tiempo que protege el medioambiente” (“Programa de Ciencias de Sostenibilidad”, Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, 2012). Es esa interdisciplinariedad lo que la ciencia necesita para desarrollar una comunicación e implementación local mucho más eficaz, mientras que el enfoque y los resultados tecnológicos exigen una mayor solidaridad en el compromiso con la sostenibilidad económica.


Los valores en la construcción de la solidaridad: la autonomía o heteronomía

La solidaridad es una forma de ofrecer una conexión de tres dimensiones: las generaciones futuras, los pobres y el medioambiente. No se basa en la reciprocidad sino que espera que el individuo actue respondiendo al contexto humano.

La solidaridad invoca las relaciones naturales y espirituales que nos sostienen, entre ellas la necesidad de ser parte de la Tierra viva y las luchas de otros a las que nos unimos para que también nosotros podamos crecer. A partir de las experiencias de solidaridad, compartimos experiencias de aprendizaje, tanto de humildad como de discernimiento, y somos capaces de expresar historias de esperanza que vienen desde el contexto de la comunidad.

La solidaridad con los jóvenes es importante, ya que a menudo están excluidos de los mercados de trabajo, mientras luchan por su identidad y cuentan con limitados sistemas de apoyo. Necesitamos una nueva manera de comunicarnos -no solo en términos de medios de comunicación social- para poder llegar a los otros millones de jóvenes que son vulnerables y que buscan respuestas sobre cómo vivir una vida sostenible.

Para que este cambio pueda ser real, tenemos que buscar un sentido más profundo. Eso requiere un despertar de la gente en la responsabilidad de actuar ahora, ya que los científicos, los políticos o líderes de negocios no pueden lograrlo por sí solos.

En sociedades cada vez más individualistas, hay un desafío de ir más allá de los éxitos personales con el fin de entender la propia existencia en relación con los demás, más allá de la dinámica de la competencia y la supervivencia, teniendo mayor empatía con los demás.

La profundidad proviene de la conciencia, el sufrimiento, un fuerte sentido de la solidaridad, la aceptación activa de lo que está sucediendo, y la identificación de los puntos críticos del cambio. La profundidad da espacio para considerar la curación (no simplemente negociación y concesiones), el bienestar de la comunidad y la sostenibilidad global.

La historia social pide una mayor reconciliación y no es simplemente una cuestión de justicia. Las personas necesitan ocasiones para expresar relaciones de restauración y explorar opciones. Debemos movernos con un compromiso más profundo, de acuerdo a la necesidad de reconciliación con la creación y la resolución de los conflictos existentes en muchas áreas sobre los recursos naturales, como el agua, donde están presentes múltiples desafíos más allá de simplemente el dominio del negocio de nuestros tiempos.

Los creyentes y todas las personas de buena voluntad se pueden reconocer fácilmente por el valor del espíritu humano de compartir preocupaciones, y por tratar de responder a las preocupaciones ambientales. La espiritualidad de bienestar que se ve en el interior para encontrar significado, encuentra conectividad con todo lo que nos rodea en nuestro paisaje y con el planeta. Esta actitud se abre naturalmente con gratitud y humildad, y necesita ser compartida en comunidad y en sociedad.


Fuentes de valores: El desafío a la razón, culturas y espiritualidad

La espiritualidad es clave en la formación de la mente científica para trascender el yo hacia un compromiso que afirma la vida. Sin la espiritualidad, la ética puede ser un intento de moralizar, una responsabilidad carente, sin ningún compromiso con el cambio. La espiritualidad comienza con admiración y gratitud por la diversidad de la vida -su conectividad y simplicidad, y también su gran complejidad en sus sistemas naturales y la interacción cultural-. Como uno se siente conectado con el medioambiente y su protección, hay un deseo de fomentar un sentido de cuidado y responsabilidad mientras se comparte una narrativa de esperanza, tanto del paisaje y como con los demás.

Pero qué motiva a la persona a preguntar “¿por qué yo, por qué tengo que cambiar?”. Los cambios en las actitudes no son decisiones meramente racionales que simplemente se convierten en acción. La gente asume compromisos que están cargados con valores; elige y conscientemente internaliza y toma medidas en muchos aspectos, y ese proceso está determinado por los valores que la propia gente tiene.

Reconocemos así la necesidad de una comprensión más profunda de cómo se forman y comunican estos valores, lo que es fundamental para guiarnos a lo largo de este proceso de transformación hacia la justicia y la curación dentro de los límites planetarios de sostenibilidad.


Fuente:

“Dialogue on sustainability science and values: Seeking a transformative process” de Global Ignatian Advocacy Network (GIAN) – Ecology

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