Ideales que valen un sacrificio: Se acerca encuentro del Papa, Congreso de los EE.UU. y la ONU

10.00 p m| 20 ago 15 (CNS/BV).- Además de poseer una sonrisa ganadora y ofrecer cálidos abrazos, el Papa Francisco es conocido también por ser capaz de desafiar a las personas. Lo hace regularmente en la misa de las mañanas -en particular denunciando la hipocresía y las habladurías- y también lo hizo con sus más cercanos colaboradores de la Curia romana, por lo que es muy probable que sus discursos ante el Congreso de EE.UU. y la Asamblea General de la ONU dejen en su audiencia la necesidad de un examen de conciencia. Eso sí, sus discursos al Congreso y a las Naciones Unidas a finales de septiembre serán menos pastorales que sus homilías, y más cercanos a temas políticos. Y seguro serán elaborados cuidadosamente con la ayuda de la Secretaría de Estado del Vaticano. Cindy Wooden, del Catholic News Service propone algunos temas como antecedentes.

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Es seguro que las temáticas expuestas por el Papa reflejarán sus prioridades, pero no como individuo, sino como cabeza de la Iglesia católica universal. Con la excepción de algunas de sus clásicas y coloridas analogías -parte de la personalidad de Francisco- se espera que los discursos sean similares en estilo y tono a los que sus predecesores dedicaron en las Naciones Unidas.

Al igual que sus predecesores, el Papa alabará los ideales fundacionales tanto de los Estados Unidos como de las Naciones Unidas; los desafíos vendrán cuando inste a ambos líderes a ejercer a la altura de esos ideales y hacerlo consistentemente.

En el centro de ambos discursos estará un llamado a trabajar por el bien común -no sólo los intereses de sus partidarios de la campaña o incluso de todos sus constituyentes- con una visión que reconozca, como el Papa dice en repetidas ocasiones, que sólo hay una familia humana y que las personas tienen una responsabilidad compartida por los demás y por el mundo.

Un problema mundial, al que se refirió el pasado noviembre en el Parlamento Europeo y en el Consejo de Europa, es el trato que se le está dando a los derechos humanos, que se muestra desconectado de responsabilidades y de una preocupación individual por la comunidad en general.

“Si el derecho de cada uno no está armónicamente ordenado al bien común”, dijo, “termina por concebirse sin limitaciones y, consecuentemente, se transforma en fuente de conflictos y de violencias”.

El Papa reconoce lo difícil que es el trabajo de un político. En su exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”, escribió que “la política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”.

En la exhortación, el Papa defendió enérgicamente el derecho de los creyentes de llevar su fe a los problemas en temas sociales, económicos y políticos de la época.

“Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos”, escribió . “¿Quién pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís y de la beata Teresa de Calcuta?”.

La fe auténtica, el Papa escribió: “siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra”.

Para el Papa Francisco, hacer del mundo un lugar mejor no es parte de la letra pegajosa de una canción pop. Se trata de remangarse la camisa y darle de comer al hambriento, de recibir bien a los inmigrantes, de rescatar a las víctimas de la trata de personas, de reducir las emisiones de carbono que contribuyen al calentamiento global y de garantizar puestos de trabajo para los adultos jóvenes.

Hacer del mundo un lugar mejor, a menudo se dice, significa poner las necesidades de “personas reales” por encima del deseo de obtener el máximo beneficio. Una economía sana y empresas que evolucionan son esenciales, pero deben crecer junto con toda la población.

En su encíclica, “Laudato Si”, el Papa reconoció el dilema que enfrentan los políticos que saben que los sacrificios a corto plazo -y los riesgos para la reelección- son necesarios para triunfos a largo plazo en la protección del medio ambiente. “Pero si se atreven a hacerlo, volverán a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como humanos y dejarán tras su paso por esta historia un testimonio de generosa responsabilidad”, escribió.

También se necesita coraje para superar lo que el Papa ha descrito como “la globalización de la indiferencia”, “la economía de la exclusión” y la “cultura del descarte”, que son las principales fuerzas que ve en juego detrás del hambre, la pobreza, el aborto, la discriminación, la inmigración, la guerra, la devastación ambiental y una serie de otros problemas globales.

Mientras que toda persona de buena voluntad debe unirse a la lucha, el Papa Francisco ve a las Naciones Unidas como una institución global cuyo gran propósito es prestar atención y ayudar a los más necesitados, a los más amenazados y excluidos de los beneficios del desarrollo económico.

Su visita coincide con una votación ya programada sobre objetivos del desarrollo sostenible, específicamente una lista con 17 compromisos vitales que se les pide seguir a las naciones del mundo y agencias de la ONU hasta el 2030, comenzando con medidas concretas para poner fin a la pobreza extrema en todas partes.

El arzobispo Silvano Tomasi, representante del Vaticano ante las agencias de la ONU en Ginebra, señaló que la Iglesia Católica participa y trabaja alrededor del mundo para acabar con la pobreza y la desigualdad, y promover la solidaridad, pero no puede apoyar la inclusión de los objetivos de desarrollo de “salud reproductiva”, cuando esto significa acceso al aborto.

El texto de los objetivos parece presentar el aborto como “un derecho que debe ser garantizado para todos”, dijo al diario católico italiano Avvenire el 11 de agosto. “Es como si al eliminar gente sería menos problemático”.

En sus discursos el Papa Francisco podría repetir lo que dijo a los miembros del Parlamento Europeo sobre la promoción -incluso inconscientemente- de los derechos humanos sólo de los que son productores y consumidores útiles. “Como es tan trágicamente evidente”, dijo, “cuando la vida ya no sirve a dicho mecanismo se la descarta sin tantos reparos, como en el caso de los enfermos, los enfermos terminales, de los ancianos abandonados y sin atenciones, o de los niños asesinados antes de nacer”.

Incluso en la cuestión del medioambiente y los preparativos para la Conferencia de Cambio Climático de la ONU en París a finales de año, el desafío del Papa a las Naciones Unidas partirá de su convicción de que demasiadas personas y naciones han hecho del dinero su dios y del propio interés su único criterio para emitir un juicio.

“Las negociaciones internacionales (en cambio climático) no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global”, escribió el Papa en su encíclica ambiental. “Los creyentes no podemos dejar de pedirle a Dios por el avance positivo en las discusiones actuales, de manera que las generaciones futuras no sufran las consecuencias de imprudentes retardos”.


Fuente:

Catholic News Service

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