Entrevista al nuevo Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)

3.00 p m| 17 jul 15 (NOTICELAM).- A pocas semanas de la elección del arzobispo de Bogotá, el cardenal Rubén Salazar Gómez, como Presidente del CELAM para el cuatrienio 2015-2019, compartió en una entrevista a Noticelam algunos elementos marcantes de la última Asamblea General, así como sus prospectivas sobre la misión que compete al CELAM ante la actual coyuntura socioeclesial. Además se refirió también a algunos asuntos cruciales que desafían la acción evangelizadora de la Iglesia latinoamericana y caribeña, en torno a las vocaciones y los ministerios, la espiritualidad bíblica, la restructuración de los centros de estudio del CELAM, la mujer en la Iglesia, la emergencia educativa y las implicaciones de la nueva encíclica del Papa Francisco, Laudato Si, entre otros.

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– ¿Qué significado tiene para usted su nombramiento como presidente del CELAM en la pasada Asamblea General Electiva de Santo Domingo?

Una elección para un cargo sumamente delicado como el de Presidente del CELAM, es indudablemente una alegría para el que la recibe. Para mí ha sido una alegría grande poder servir todavía un poco más a la Iglesia. He tenido la fortuna de servir a la Iglesia colombiana como presidente de la Conferencia Episcopal del país, y ahora se me ofrece esta oportunidad de servir a las Conferencias Episcopales Latinoamericanas y del Caribe, a partir del CELAM que, como sabemos muy bien, está para servir a todas las Iglesias nacionales. Por eso es una gran alegría y al mismo tiempo una enorme responsabilidad que acojo con humildad, muy consciente de mis límites, pero, al mismo tiempo, confiado en la misericordia del Señor y estoy seguro de que él me ayudará a cumplir la tarea.

– En los itinerarios del CELAM, ¿qué representa una Asamblea General con miras a la misión que se le confía como Presidente de esta institución eclesial?

Las Asambleas Generales son la vida misma del CELAM, porque el CELAM no tiene una autonomía propia. El CELAM nace precisamente como un organismo al servicio de las Conferencias Episcopales y la Asamblea está compuesta, precisamente, por las Conferencias Episcopales representadas por sus presidentes y por los obispos encargados de la relación con el CELAM. Por lo tanto, repito, una Asamblea General del CELAM es la vida misma del CELAM, allí se reciben, por una parte, las indicaciones y las directrices que los obispos del Continente quieren imprimirle a la vida del CELAM, y, por otra parte, allí también se analiza la realidad, y se hace un estudio claro y sumamente cuidadoso de la situación de América Latina y del Caribe, para poder enrrutar todo el trabajo del CELAM en el período siguiente (2015-2019).

– Entre los asuntos abordados por la Asamblea, ¿cuáles fueron los más destacados?

Esta asamblea era, fundamentalmente, para hacer una revisión y evaluación del cuatrienio que terminaba (2011-2015), y también era una Asamblea de proyección del cuatrienio que empezaba (2015-2019) y de elección de las directivas para este cuatrienio. Entonces, fue sumamente interesante apreciar los informes de gestión que se presentaron, por parte de la presidencia y de los diferentes departamentos del CELAM, al mismo tiempo que se recibieron indicaciones para saber hacia dónde hay que caminar durante estos cuatro años que empiezan, y por lo tanto, cómo tenemos que organizar el trabajo para que sea verdaderamente un apoyo a las necesidades de las Conferencias Episcopales.

Esas Asambleas son sumamente valiosas en el sentido de que en ellas se realiza un análisis de realidad muy importante. Cada Conferencia Episcopal presenta su análisis de la realidad. En esta oportunidad, en Santo Domingo, se hizo buscando resúmenes por regiones y esto fue también sumamente interesante porque permitió ver constantes y diferencias entre los diferentes países y, simultáneamente, se analizaron los grandes desafíos que el Señor nos plantea como Iglesia, ante los cuales el CELAM debe encaminar su tarea en este cuatrienio.

– Ante la coyuntura socioeclesial del Continente, ¿cuáles son las cuestiones prioritarias que deberá afrontar el CELAM en el cuatrienio que está comenzando?

Son muchas y variadas, pero todas se pueden resumir en una realidad fundamental que es la realidad de la evangelización. La Iglesia existe para evangelizar como nos lo recordó Pablo VI claramente en su exhortación apostólica Evangelli Nuntiandi y como el Papa Francisco no se cansa de repetir permanentemente: la Iglesia tiene que estar en permanente salida para llevar el Evangelio, para ser testigo del Evangelio ante el mundo. Entonces, todo lo que haga el CELAM tiene que ser, fundamentalmente, apoyo a la evangelización.

Ahora, claro que esa evangelización tiene que tener muy en cuenta la situación real de los interlocutores y, por lo tanto, el análisis permanente de la realidad tiene que ser un oficio del CELAM. Un análisis que permita descubrir los grandes problemas sociales, políticos y económicos que afronta el Continente y el Caribe, pero, al mismo tiempo, discernir en ellos la presencia salvadora de Dios y, por lo tanto, descubrir los “signos de los tiempos”, es decir, aquellos signos claros que nos muestran cómo Dios está actuando, cómo Dios está salvando y cómo la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe tiene que ponerse al servicio de la acción salvadora de Dios.

– Frente al camino que se ha recorrido en los últimos años, especialmente después de Aparecida, ¿qué es necesario continuar, cambiar e implementar en el CELAM?

Cada uno de los Departamentos que constituyen el CELAM ya tiene un derrotero bastante preciso. Los últimos años del CELAM han estado en sintonía perfecta con el documento final de Aparecida. En los cuatro años inmediatamente posteriores a Aparecida se trabajó el aspecto fundamental de los “discípulos misioneros del Señor Jesucristo”. Los cuatro años siguientes, que fueron los que antecedieron a esta última Asamblea, se orientaron en torno a otra cuestión esencial, también referida a Aparecida: “para que en Él nuestros pueblos tengan vida”. Y ahora, en este cuatrienio queremos trabajar especialmente todo lo que significa “la alegría del Evangelio” como nos propone el Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelli Gaudium, de tal manera que hay una continuidad fundamental en el desarrollo de las actividades del CELAM, pero, al mismo tiempo, cada cuatrienio va teniendo ciertas especialidades que responden precisamente a las coyunturas nuevas, tanto desde el punto de vista de la situación de América Latina y el Caribe, como desde el punto de vista de lo que nos propone la Iglesia.

– ¿Ya se está diseñando un nuevo Plan Global para este cuatrienio?

Estamos en esa tarea. Desde que pasó la Asamblea General de Santo Domingo todas las personas que trabajan en el CELAM –los ejecutivos, como se les llama–, los que están al frente de los diferentes departamentos y del CEBITEPAL, todos hemos estado trabajando en la elaboración del Plan Global.

Me ha parecido sumamente importante que este Plan nazca justamente del cuatrienio anterior. Es por eso que la primera parte, que ha sido el análisis de la realidad, parte de todos los análisis de la realidad realizados durante el cuatrienio anterior. A partir de estos análisis estamos tratando de iluminar toda esa realidad, con la luz del Evangelio y de la doctrina de la iglesia, para descubrir los “signos de los tiempos” que son los que claramente vamos a tener que empezar a implementar, como apoyo a las diferentes Conferencias Episcopales.

– En este proceso, ¿qué lugar ocupan los Centros de Estudio del CELAM?

Antes existían como tres entidades no separadas, pero sí un poco independientes entre sí. El Centro Bíblico –el CEBIPAL–, el Centro Teológico Pastoral y el Observatorio que tenía que ver, sobre todo, con en el análisis de la situación social. Ahora se quiere hacer un sólo centro que se ha denominado Centro Bíblico Pastoral para América Latina –CEBITEPAL–. Este centro va a tener tres escuelas: la Escuela Bíblica, la Escuela Teológica y la Escuela Social. En la Escuela Bíblica se va a implementar todo lo relacionado con el estudio de la Sagrada Escritura a la luz de las circunstancias de las realidades latinoamericanas, para que esas realidades sean verdaderamente iluminadas por la luz de la Palabra de Dios; la Escuela Teológica buscará capacitar a sacerdotes y agentes de evangelización, precisamente entregándoles aquellas herramientas fundamentales de teología y de pastoral, necesarias para poder cumplir su tarea evangelizadora; y la Escuela Social que tiene que ver no solamente con la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, sino también con el análisis permanente de la realidad, para que podamos siempre responder a lo que el Señor y nuestros pueblos necesitan.

– Son muchas las tareas que se vislumbran para este cuatrienio, ¿cuáles son sus metas prioritarias como Presidente del CELAM?

Yo pienso que el principal trabajo es la consolidación del CEBITEPAL por una parte, el seguir adelante, a la luz del Plan Global que estamos elaborando, con los servicios que el CELAM presta a las diferentes Conferencias Episcopales de Latinoamérica y el Caribe, continuar con el estudio permanente de la realidad para que nosotros seamos siempre capaces de discernir los signos de los tiempos y seguir avanzando en una continuidad profunda con todo lo que ha sido el CELAM en sus 60 años de vida, para tratar de servir cada vez mejor.

También hay un reto específico que es la construcción de la nueva sede, para hacer posible que tengamos una sola sede en la cual se encuentre disponible no solamente la parte administrativa de los diferentes Departamentos, sino también los servicios de formación que ofrece el CEBITEPAL.

– Es muy significativo que el CELAM acoja “la Alegría del Evangelio” como su principal preocupación en este cuatrienio, ¿cómo aspira acompañar la reforma de la Iglesia que el Papa Francisco está impulsando?

La reforma de la Iglesia que el Papa está llevando a cabo no es una reforma diferente a aquella que nace del Evangelio mismo. Es un poco lo que ya el beato Pablo VI planteaba cuando decía: “Iglesia sé lo que eres”. Se trata de re-encontrar la esencia misma de la Iglesia, el rostro que tiene que presentar ante el mundo y, por lo tanto, se hace necesarios procesos de profunda renovación interior para ser cada vez más fieles a la vocación misionera, a la vocación evangelizadora que permanentemente tiene y que necesita re-encontrar cada vez de nuevo, porque no se trata de algo que sea atemporal, sino que en cada momento de la historia y en cada circunstancia vivida tiene que recibir una configuración concreta, tiene que adquirir un rostro concreto. De eso se trata fundamentalmente, y por eso el análisis de la realidad al interior del CELAM tiene una gran importancia.

– Ante la nueva encíclica, Laudato Si, ¿cómo el CELAM acompañará y responderá a los acuciantes clamores que se derivan de la actual emergencia ecológica que vive el planeta y, en él, América Latina y el Caribe?

Yo pienso que todo lo que se hace en el Departamento de Justicia y Solidaridad va en esa línea, para alcanzar, especialmente a la luz de Laudato si, una integración profunda que tiene que ver la economía, la ecología, la justicia, el desarrollo humano… en últimas, con todo lo que verdaderamente implica la vida del ser humano en la Tierra y, por lo tanto, el cuidado de la Tierra, que no es otro que el cuidado de la misma humanidad que tiene que vivir dentro de ella, y que está llamada a transformar la realidad. Entonces el trabajo de este Departamento va a ser sumamente importante, pero también desde el CEBITEPAL, en la Escuela Social, la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia va a tener una gran relevancia en este sentido, a fin de difundir el mensaje que el Santo Padre nos presenta, de una ecología integral, una ecología que abarque todos los aspectos de la vida de la Iglesia, de la vida del mundo social, de la sociedad en que vivimos, y, de este modo, una ecología que lleve también a revisar los modelos de desarrollo, los modelos de economía vigentes en el mundo en este momento.

– ¿Qué claves de lectura propone el CELAM para una adecuada recepción de la encíclica en América Latina y el Caribe?

Indudablemente que son claves universales las que nos presenta la Iglesia pero que en América Latina tiene que adquirir una dimensión especialísima. Latinoamérica, por ejemplo, es un continente tremendamente rico en reservas naturales y se corre siempre el riesgo de que la explotación de estas reservas repercutan en daños irreparables sobre la tierra. Nosotros tenemos en diferentes países el problema de la minería exacerbada, de la explotación totalmente irracional de los recursos minerales, que causa profundos daños ecológicos, y que, por lo mismo, va a hacer que el deterioro ambiental de nuestros países se acreciente y se llegue a situaciones de extrema dificultad. En ese sentido, la encíclica nos va a iluminar sobre situaciones muy concretas que vivimos en América Latina y que tenemos que ver cómo, a la luz de este documento y de toda la Doctrina Social de la Iglesia, nos empeñamos en que el Continente cambie, se transforme, para tener una sociedad más justa, más fraterna, una sociedad verdaderamente en paz.

– ¿La misión de la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM) se puede interpretar en este mismo sentido?

Sí, indudablemente que la REPAM es un paso muy importante, un paso adelante, porque fija su atención en la Amazonía, que es uno de los sitios en este momento más importantes desde el punto de vista ecológico. Ante esa gigantesca reserva que tiene la humanidad allí, en la región pan-amazónica, y que todos los días está siendo depredada, a partir de la REPAM queremos incidir en su defensa como CELAM, con una enorme trascendencia. Por ejemplo, hace unos meses el CELAM en compañía de la presidencia de la Conferencia Episcopal Americana y de la Conferencia Episcopal Canadiense, llevó ante la Corte Internacional de los Derechos Humanos una queja por la explotación minera que se está llevando a cabo, de modo absolutamente irracional, en algunos países. O sea que ya hay acciones concretas, muy significativas, en este campo de la ecología.

– Pasando a otro asunto, referido a la espiritualidad bíblica, el CELAM ha venido trabajando desde hace muchos años en una nueva traducción de la Biblia que recientemente se ha dado a conocer a través del Nuevo Testamento de la Biblia de la Iglesia en América (BIA), que se presentó en la pasada Asamblea General. ¿Qué continuidad va a tener este proyecto?

Son proyectos del CELAM, y que por lo tanto no dependen de una presidencia o de un cuatrienio. Son proyectos que están profundamente anclados a la existencia misma del CELAM y, por eso, en el proceso de traducción se ha previsto que en diciembre de este año se publicará el Antiguo Testamento. De este modo, podremos proceder a la publicación de la BIA completa.

Esa traducción de la Sagrada Escritura, hecha por el CELAM, va a tener una enorme importancia, porque es un esfuerzo muy grande que se hace para proveer a los fieles de América Latina y de habla hispana en Estados Unidos y en Canadá de una traducción de la Biblia que les permita tener un acceso más fácil, más sencillo, a la Palabra de Dios, que los ayude en su comprensión, lo cual es indispensable si se quiere avanzar en el proceso de ser discípulos misioneros del Señor.

– Otro aspecto relevante es el Año de la Vida Consagrada. ¿Cuál considera que debe ser el lugar de los religiosos y las religiosas en las dinámicas eclesiales de América Latina y el Caribe?

La Vida Consagrada, como lo expresaba el Papa san Juan Pablo II en su exhortación apostólica Vita Consecrata, es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia. La Iglesia no se concibe a sí misma sin esta presencia en su seno. Por eso es tan importante que la Vida Consagrada esté siempre analizándose, entrando dentro de sí misma para descubrir las modalidades concretas que tiene que adquirir en cada momento histórico que está viviendo. Yo creo que muchas comunidades tendrán que repensarse, revisar su carisma, pero sobre todo y lo más importante es el que sigamos encontrando juntos, a través de un esfuerzo verdaderamente eclesial, las formas de vida consagrada que el Señor quiere para su Iglesia, para que éstas puedan cumplir una tarea profundamente renovadora en la misma Iglesia.

– ¿Qué deben considerar esas nuevas formas de vida consagrada?

Habría una dimensión que para mí es muy importante y es que la vida consagrada sea cada vez más una realidad inserta en la vida general de la Iglesia. A veces tenemos la impresión de que las comunidades consagradas como que se aíslan un poco de la universalidad de la Iglesia y como que tienden a encerrarse dentro de sí mismas, de su comunidad, de su carisma, de sus obras. Una apertura hacia la Iglesia toda y hacia el mundo para responder de una mejor manera, de forma más organizada a las grandes necesidades sociales que vivimos hoy, yo pienso que es un indicio fundamental de renovación.

– Para concluir, el CELAM se ha venido posicionando frente a varios temas que también hacen parte del trabajo de los departamentos. Quisiera que compartiera su perspectiva sobre algunos de ellos:

La salida misionera

Desde que Aparecida propuso como un elemento esencial el ser discípulo del Señor y el ser también misionero, el CELAM ha asumido plenamente la responsabilidad de animar la misión en el continente Latinoamericano y en el Caribe. Por eso hasta el cuatrienio anterior hubo una comisión especial que promovía la Misión Continental y luego se pasó a promover la Misión Permanente. Ahora cada vez más entendemos que la Misión Continental y la Misión Permanente no son realidades separadas del resto de la vida y de la misión de la Iglesia, sino que son fundamentalmente aspectos esenciales de su vida, y por eso, es algo transversal. Todo lo que hacemos nosotros desde el CELAM tiene que estar impregnado de espíritu misionero y tiene que promover la evangelización misionera.

Vocaciones y ministerios

Es otro gran desafío que tenemos en América Latina. Las vocaciones están decreciendo, el número de sacerdotes está disminuyendo en la mayoría de los países del Continente y del Caribe. Allí tenemos un reto grande: saber presentar a los niños, a los jóvenes, a los adolescentes, y a los adultos también, el reto que en algunos casos el Señor quiere que ellos entreguen toda su vida al servicio del Evangelio, como ministros ordenados. Eso tenemos que hacerlo. Todo el trabajo de animación vocacional es un trabajo esencial para la vida de la Iglesia.

La mujer en la Iglesia

Este es otro tema clave, que tiene que ser trabajado transversalmente en todos los departamentos del CELAM. Como lo ha dicho el Papa Francisco, no se trata tanto de buscarle empleo a las mujeres al interior de la Iglesia, sino que ellas nos aporten el genio femenino, dado que a veces la Iglesia es demasiado mirada desde el punto de vista del varón. Ellas nos aportan toda la finura, la ternura, el cuidado, la maternidad que significa la mujer, y la Iglesia como madre se enriquece con su aporte en su vida y misión.

Comunicaciones y cultura digital

Estamos en un mundo digitalizado, un mundo globalizado en el campo de las comunicaciones y por eso el desafío del uso de los medios de comunicación social, especialmente de las TIC, adquiere cada día una mayor importancia. Por eso también en el Departamento de comunicaciones del CELAM vamos a estar muy atentos a seguir adelante con todo el trabajo que se viene realizando para inter comunicarnos digitalmente, mediante la utilización de los medios de comunicación social digitales, para poder llevar el Evangelio con mayor eficacia.

Migrantes

Es uno de los puntos álgidos en este momento en el Continente. La migración de los pueblos se hace cada vez más angustiosa porque se convierte en ocasión para injusticias, para la trata de personas, para todo tipo de abusos contra las personas que por una u otra causa se ven en la necesidad de la migración. El CELAM tiene muy en cuenta toda esta realidad de los migrantes en América Latina y el Caribe y trata de apoyar el trabajo de las iglesias particulares, de las iglesias locales, en este caso.

Pastoral urbana

El mundo se volvió urbano. Aunque siga existiendo un porcentaje relativamente alto de personas que viven en el campo, sin embargo la cultura urbana ya llegó por medio de los medios de comunicación. El campesino de la vereda más apartada que ya tiene Internet puede participar en esta cultura globalizada que se está imponiendo cada vez más. Por eso la mentalidad urbana la tenemos que analizar muy a fondo, para tratar de ver cómo la Iglesia verdaderamente entra en la conciencia y en la respuesta a los desafíos que plantea la urbanización creciente de nuestras ciudades, metiéndose en la cultura urbana hasta los últimos rincones, hasta lo más apartado. Las ciudades, cada vez más grandes en América Latina, plantean desafíos tremendos desde el punto de vista de la evangelización y el CELAM indudablemente tiene que aporta mucho en el estudio del fenómeno, en su comprensión y en la presentación de posibilidades de evangelización en estos campos.

La educación

La educación, como los otros puntos que usted ha mencionado, es clave. La educación es precisamente la herramienta fundamental con la que podemos lograr que se desnivelen las injusticias, las inequidades. Si logramos que haya una educación muy fuerte en calidad, en valores, que cree excelentes personas humanas, muy buenos ciudadanos y auténticos discípulos del Señor, sin lugar a dudas que vamos a transformar el Continente. Dios quiera que esto sea posible.

Los pobres

El Papa Francisco insiste permanentemente en la realidad de los pobres y cómo la Iglesia tiene que ser una Iglesia pobre para los pobres. Esto lógicamente no lo puede ignorar el CELAM, particularmente desde su Departamento de justicia y solidaridad y desde su Escuela Social del CEBITEPAL, que tiene que estar permanentemente analizando la realidad de la pobreza, descubriendo los desafíos que plantea a la Iglesia y tratando de presentar también respuestas nuevas a esa realidad.

A modo de coletilla, ¿el Papa Francisco le ha dicho alguna palabra o le ha dado alguna recomendación con motivo de su elección como Presidente del CELAM?

Cuando tuve la oportunidad de saludarlo después de mi elección como Presidente, me dijo: “ánimo, trabajo a fondo”. Esas fueron sus palabras. Y yo creo que eso es lo que tenemos que tener en este momento: un gran ánimo, valor, coraje, valentía… trabajar hasta donde sea posible para que el CELAM sea un apoyo fundamental a las Conferencias Episcopales y un espacio de comunión de la Iglesia de América Latina y el Caribe.


Fuente:

Entrevista de Óscar Elizalde Prada para Noticelam.

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