‘El más allá’ (la vida después de la muerte) en nuestros días

El más allá

11.00 p m| 17 abr 15 (THE TABLET/BV).- Según varias encuestas realizadas en los últimos años, la creencia en Dios y la creencia en la vida después de la muerte no necesariamente van de la mano. En el 2012, aproximadamente la mitad de los británicos encuestados dijeron que creían en una vida futura, aunque sólo un tercio de ellos dijo que creía en Dios. Se puede partir de ese dato para justificar que imágenes del Cielo, el Infierno y el Purgatorio ocupen un lugar preponderante en la cultura popular, aunque no sea así en las Escrituras.

La imaginación humana tiende un puente sobre esta brecha y crea música, películas, juegos y novelas que nos ayudan a dar sentido a nuestras vidas. Recogemos una reflexión del escritor Greg Garrett, publicada en The Tablet, sobre la interacción de estas creencias con la cultura y la religiosidad en nuestros días.

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Otra encuesta de este año encontró que una cuarta parte de los agnósticos piensan que la muerte no es el final, mientras que una tercera parte de los creyentes religiosos rechazó la idea. Así, muchos no creyentes tienen una fuerte sensación de que algo les espera cuando morimos y que ese algo es probablemente el Cielo.

Dado que la mayoría no fundamentan estas creencias en las Sagradas Escrituras, ¿de dónde vienen? Bueno, en gran parte, vienen de nuestro arte y cultura, donde la muerte, los muertos vivientes, el Cielo, el Infierno y el Purgatorio aún son representados con regularidad. Estas historias siguen siendo populares para nosotros porque sirven como narrativas maestras que nos ayudan tanto a explicar nuestra vida presente como a sentir cierta sensación de confort de que hay justicia y misericordia en un universo en el que a menudo parecen ausentes. Somos atraídos a las historias del Cielo, el Infierno y el Purgatorio -incluso aquellos de nosotros que no creen realmente en ellos- porque nos ayudan a darle sentido a algunas preguntas difíciles.

Es un error pensar que la Biblia ha sido siempre la principal fuente de nuestra información sobre el más allá. Tom Wright, especialista en el Nuevo Testamento, sostiene que hay muy poco en los testamentos cristianos y hebreos sobre eso de “ir al cielo cuando mueres”, y él es uno de los muchos que especulan que la imaginación humana ha sido en gran parte responsable de la creación de las imágenes, que sugieren lo que nos sucede después de la muerte.

Dante, el arte medieval y otras formas de cultura -y no las escasas referencias en la Biblia a la otra vida, demonios y ángeles, según Wright en su libro “Surprised by Hope”- han sido mucho más influyentes en nuestras creencias sobre el más allá que la Escritura, y esa influencia parece estar confirmada por la forma en que seguimos creyendo sobre la vida futura, incluso para aquellos que no creen en lo divino.

No es muy difícil darse cuenta que los ángeles y los demonios, zombies y vampiros, el Cielo, el Infierno y el Purgatorio impregnan nuestra literatura y la cultura. Ya sea que estas historias emplean elementos de nuestras narraciones favoritas o las vuelven a contar, tienen esa función importante de ayudar a encarar ese territorio desconocido, lo que viene después de esta vida. En “El foso de Satán”, un episodio de Doctor Who, el protagonista se enfrenta a la “Bestia”, una criatura sobrenatural encarcelada en un foso después de perder un conflicto cósmico contra el bien -y dio a entender que es el arquetipo de nuestras historias sobre Satanás. Es una historia que nos ayuda a entender que el mal ha sido parte de nuestro cosmos durante mucho tiempo -y que va a ser castigado por el “bien cósmico”.

En el último libro y película de Harry Potter, Harry habla con Dumbledore en una fantasmal estación de King’s Cross (estación de ferrocarril en el Reino Unido) y juntos deben decidir si regresará a la tierra o subirá a un tren para ir “hacia lo que sea que le espera” a las almas tan nobles como la de él. Es una historia que nos dice que la muerte no es el final, y que en algún momento del camino, nuestro destino será decidido.

En la serie de televisión Lost, después de negar las especulaciones de los espectadores que decían que la isla desierta era el Purgatorio, los escritores del programa crearon intencionalmente un “Sideways World” -una realidad alternativa que realmente sí funcionaba como Purgatorio- en la última temporada de la serie. El Sideways World era un lugar de purgación, maduración y restauración, un lugar donde los horrores de la isla se desvanecieron y las alegrías se reavivaron. En eso percibimos una historia no de miedo, sino de esperanza.

Como Carol Zaleski, profesora de religiones del mundo en el Smith College, Massachusetts, me dijo: “Yo creo que los fuegos del Purgatorio están iluminados por el amor divino, y que su propósito es purificar y perfeccionar, no dañar ni destruir. El Purgatorio nos hará aptos para el cielo; por lo tanto es una doctrina misericordiosa y un motivo de esperanza”. Lost nos recuerda que nuestra última esperanza siempre se está por encontrar.

En todas estas historias de nuestra literatura y cultura, siguen apareciendo el Cielo, el Infierno, el Purgatorio y sus diversos habitantes. De hecho, la música, las películas, el arte, los juegos de ordenador, los cómics, y cuentos de todo tipo, presentan versiones de la vida después de la muerte, o utilizan las enseñanzas espirituales del Cielo, el Infierno y el Purgatorio como un patrón funcional en las historias. Haga una búsqueda de canciones con “Paraíso” en el título, o eche un vistazo a los 206 millones de resultados que obtiene si Googlea “Infierno” y “película”. Tome nota del hecho de que en el Reino Unido, los Estados Unidos y en casi todos los países donde se transmite, los “muertos vivientes” de The Walking Dead llegan a la cima de las tablas de rating en la TV.

“El más allá” está en todas partes en nuestra cultura. Mientras que algunos cristianos pueden poner la conversación acerca del Cielo y el Infierno a la vanguardia de sus creencias, a los cristianos liberales occidentales les resulta difícil hablar de -o incluso de creer verdaderamente en- tales lugares.

Vale la pena aclarar que “El más allá” no siempre fue marginado, ni fue la propiedad de un grupo de creyentes. Y sería un error decir que está completamente ausente de vida de los cristianos de hoy. Incluso si no hablamos teológicamente sobre “el más allá”, muchos de nosotros oramos a diario, en el Credo de los Apóstoles, que creemos en la vida eterna, o en el Credo de Nicea que creemos que Jesús ascendió a los cielos, de donde regresará a juzgar a los vivos y los muertos, y luego a gobernar con un Reino que no tendrá fin.

La falta de pensamiento consciente sobre la noción de vida eterna puede venir del hecho de que a muchos de nosotros nos incomoda cualquier expresión de fe que solo parece centrada en la “siguiente vida”, o de que se emplea en gran medida para responder o reflejar la conducta que tenemos en esta vida. También es cierto que algunos de nosotros adquirimos la creencia de que hablar sobre el Cielo, el Infierno o el Purgatorio nos hará quedar en ridículo entre nuestros amigos y compañeros en pleno año 2015.

Pero la otra vida y sus habitantes no siempre nos han avergonzado. Para los primeros 1.000 años de la historia cristiana aproximadamente, por ejemplo, muchos de los Padres de la Iglesia escogieron los ángeles como tema particular de interés. Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona tenían un interés en la angelología; Agustín escribió extensamente acerca de los ángeles -y ángeles caídos- en obras fundamentales para el pensamiento cristiano como “La Ciudad de Dios”. Tomás de Aquino hace referencia a los ángeles casi 3000 veces en su Summa Theologiae, incluyendo un sustancial “Tratado de los ángeles”. Algunos comentaristas se quejan de que el enfoque de Aquino sobre ángeles incluso amenaza con convertirse en una distracción de sus escritos acerca de Dios. Y por supuesto Dante, quien influenciado por la obra “De la jerarquía celestial” de Pseudo Dionisio Areopagita (teólogo y místico del siglo VI), creó una obra suprema de creatividad teológica y artística, en el diseño y población del Cielo, el Infierno y el Purgatorio, una representación imaginativa que sigue influyendo en la forma en que pensamos sobre “el más allá” aún en nuestros días.

Puede ser difícil tomar en serio algunas de las visiones del Cielo que predicadores, escritores y artistas han conjurado. El estereotipo de “nube-esponjosa” para el Cielo, donde los redimidos aparecen con alas y arpas, ha quedado desfasado, y tal vez por una buena razón. Parece ridículo pensar que algo así vendría de Dios. El diablo con cuernos enseñoreándose en un Infierno en llamas parece algo salido de los dibujos animados. Y aunque el Purgatorio sigue en el dogma católico oficial (por ejemplo con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil se ofreció indulgencias para quienes la seguían a través de cualquier medio, incluidas las redes sociales), se hace difícil creer en un lugar intermedio si no se toma seriamente cualquiera de los polos opuestos.

Sin embargo, las historias del Cielo, el Infierno y el Purgatorio nos rodean -y podemos usarlos como una forma de dejar un rastro de migas hacia la tradición. La gente ama y utiliza estas historias porque están en el centro de nuestras preocupaciones humanas. Lo que nos sucede cuando morimos, si el universo es justo o equitativo, y si hay un diseño o un diseñador, son cuestiones universales. Y estas historias sobre “el más allá”, vengan de donde vengan, son parte de esa búsqueda para responderlas.


Fuente:

“An afterlife for our times” de Greg Garrett, publicado en The Tablet

Puntuación: 4.67 / Votos: 3

Buena Voz

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