¿Qué viene tras la renuncia de Benedicto XVI? (Parte II)
Todos los cardenales menores de 80 años al momento que el Papa renuncia tienen derecho a votar, a menos que haya sido canónicamente depuesto o si ha renunciado al cardenalato con el permiso del Papa. Incluso un cardenal excomulgado puede asistir. Sin embargo, un cardenal que había renunciado y se unió a Napoleón Bonaparte intentó entrar en el cónclave en 1800, pero fue rechazado. Una vez dentro del cónclave, un elector no puede abandonarlo sino por causa de enfermedad o alguna otra grave razón que sea reconocida por la mayoría de los cardenales. El actual decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, tiene más de 80 años y por lo tanto no puede participar del cónclave. El vicedecano también tiene más de 80 años, por lo tanto el cardenal Giovanni Battista Re, el cardenal obispo de mayor jerarquía será quien lo sustituya en sus labores.
También se permiten en el cónclave la presencia de: enfermeras a cargo de cardenales con alguna enfermedad, dos médicos, sacerdotes religiosos que pueden oír confesiones en varios idiomas, el Secretario del Colegio Cardenalicio, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con dos maestros de ceremonias con dos adjuntos religiosos a la sacristía papal, y un asistente elegido por el Cardenal Decano. También se permite un número adecuado de personas para preparar y servir las comidas, y encargados de la limpieza. Deben jurar absoluto y perpetuo secreto acerca de cualquier cosa que sepan acerca de la elección del Papa.
Todos los cardenales menores de 80 años de edad cuando el Papa muere o renuncia tienen derecho a votar por el próximo Papa. Tomando como referencia la fecha 11 de febrero del 2013, hay 118 cardenales electores, de los cuales 67 fueron nombrados por Benedicto XVI y el resto por Juan Pablo II. Solo un cardenal cumplirá 80 años de edad antes del 28 de febrero, la fecha de renuncia del Papa Benedicto XVI: Lubomyr Husar (26 de febrero). Según la normativa vigente, no podrá estar presente en el cónclave porque cumple 80 antes del último día de Benedicto XVI como Papa. Otros cardenales que cumplen 80 este año: Walter Kasper (5 de marzo), Severino Poletto (18 de marzo), Juan Sandoval Iñiguez (28 de marzo), Godfried Danneels (4 de junio), Francisco J. Errázuriz Ossa (5 de septiembre), Raffaele Farina (septiembre 24), Geraldo Majella Agnelo (19 de octubre) y Joachim Meisner (25 de diciembre).
La edad promedio de los electores es de 72 años de edad. Alrededor del 52% son de Europa (el 24% de Italia, el 18% del resto de Europa occidental y el 10% de Europa del Este). Alrededor del 34% son del tercer mundo. Asia y África ambos con un 9,3% y América Latina 16%. Los Estados Unidos tienen un 9,3% (sin contar al cardenal Husar, quien renunció a su ciudadanía de EE.UU. después de regresar a Ucrania), sólo superado por Italia y Canadá un 2,5%. Los Cardenales de la Curia representan alrededor del 35%, con un 10% adicional de ex funcionarios del Vaticano que ahora son autoridades de diócesis.
El número máximo de cardenales se fijó en 70 por Sixto V en 1586. Juan XXIII ignoró este límite, y se llegó a más de 80 cardenales. En 1970 Pablo VI reformó el colegio cardenalicio, aumentando el número de electores a 120, sin contar los 80 años de edad como límite para electores. Juan Pablo II superó este límite por dos en 1998 y por 15 en 2001 y 2003. Benedicto regresó al límite legal de 120, hasta febrero de 2012, cuando llegó a 124. En noviembre de 2012, regresó a 120.
Los Papas tienden a hacer sólo pequeños ajustes en la distribución geográfica de los Cardenales, pero dado que la cantidad total de cardenales no es abundante, un par de cardenales más o menos sí hacen diferencia. Juan Pablo incrementó el número de cardenales del Este europeo y redujo el número de cardenales italianos. Benedicto aumentó el porcentaje de cardenales italianos en el cónclave y redujo el porcentaje de los cardenales del Tercer Mundo.
En la mañana en que se inicia el cónclave, los cardenales electores celebran la Santa Misa en la Basílica de San Pedro. Por la tarde se reúnen en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, y en solemnidad proceden a la Capilla Sixtina. Los cardenales prestan juramento de observar las normas establecidas en la Universi Dominici Gregis, sobre todo las relativas al secreto del cónclave. También juran no apoyar la injerencia en la elección de otra autoridad secular o “cualquier grupo de personas o individuos que deseen intervenir en la elección del Pontífice Romano”. Finalmente, los electores juran que quien resulte electo va a llevar el “munus Petrinum de pastor de la Iglesia universal” y “afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y la libertad de la Santa Sede”. Otra sección de la constitución dice que el nuevo Papa no queda atado a ningún juramento previo a su elección.
Después del juramento, a todos los que no estén relacionados con el cónclave se les ordena retirarse con el mandato en latín “extra omnes” (Todo el mundo fuera). La Capilla Sixtina y el Domus Sanctae Marthae se cierra a personas no autorizadas por el camarlengo. Fuera del cónclave, el camarlengo es asistido por el sostituto de la Secretaría de Estado, que dirige el personal del Vaticano para proteger la integridad y seguridad del cónclave.
Cuando todas estas personas se han retirado, un eclesiástico elegido anteriormente por el colegio cardenalicio ofrece una meditación “sobre el deber que tiene cada uno y la necesidad de actuar con rectitud por el bien de la Iglesia universal, solum Deum prae oculis habentes (con solamente Dios ante sus ojos)”. Cuando termina, sale de la Capilla Sixtina con el maestro de ceremonia litúrgica papal para que sólo queden los cardenales electores. El tiempo en la capilla es para orar y votar en silencio, sin discursos de campaña. Las negociaciones y discusiones se hacen fuera de la capilla. Si lo desean, los cardenales pueden empezar inmediatamente el proceso electoral y realizar una votación en la tarde del primer día. Si ninguno alcanza los dos tercios de los votos (que son necesarios para elegir el nuevo Papa) en la tarde del primer día, los cardenales se reunen de nuevo a la mañana siguiente.
El reglamento de votación es muy detallado de modo que evita cualquier sospecha de fraude electoral. Tres escrutadores (contadores de votos) se eligen por sorteo entre los electores. Es el diácono cardenal superior quien realiza el sorteo. Luego sortea tres nombres adicionales de cardenales (llamados infirmarii) que recogerán las papeletas de cualquier cardenal en el cónclave que esté demasiado enfermo para llegar a la Capilla Sixtina. Finalmente se sortean tres nombres más con la labor de revisar el trabajo de los contadores de votos. Cada mañana y cada tarde, escrutadores, nuevos infirmarii y revisores son seleccionados por sorteo.
Los electores utilizan tarjetas rectangulares como papeletas, con la frase “Eligo en summum Pontificem” (“Elijo como Sumo Pontífice”) impreso en la parte superior. Cuando se pliega por la mitad es de solo una pulgada de ancho. Cada cardenal, en secreto, imprime o escribe el nombre de su elección en las urnas, pero lo hace de manera que oculta su puño y letra. Uno a la vez, en orden de prioridad, los cardenales se acercan al altar con su papeleta doblada y en el aire para que pueda ser vista. Después de arrodillarse en oración por un breve periodo de tiempo, el cardenal se levanta y jura, “Yo llamo por testigo a Cristo Señor, será juez de que mi voto se otorga a la persona que ante Dios, creo que debe ser elegido”. Entonces coloca la papeleta en una urna de bronce y plata bañada en oro, con forma de wok con tapa. Hay una segunda urna más pequeña para los votos emitidos en la Domus Sanctae Marthae por cardenales demasiado enfermos para ir a la Capilla Sixtina.
Texto publicado en America Magazine.
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