Cardenal Rodríguez Maradiaga: ‘La juventud de hoy como ayer vibra ante las causas nobles’

Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga

11.00 a m| 18 set 12 (BUENA VOZ).-Entrevista al Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, quien propone una nueva evangelización, porque dice “hemos dejado de hablar el lenguaje del mundo actual. Cada vez menos gente nos entiende”.

También comenta sobre la necesidad de renovar la comunicación con los jóvenes, evangelizar en nuevas realidades para que la Iglesia retome su rol de guía y educador. Finalmente remarca la importancia de ir a la acción y no quedarse en palabras en el tema del respeto a los Derechos Humanos en el mundo. El Cardenal Rodríguez Maradiaga es Arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) y Presidente de Cáritas internacional.

El Papa ha convocado un “Año de la FE” que va a comenzar en octubre y pide una nueva evangelización. ¿Cómo hay que llevar el Evangelio a este mundo del siglo XXI?

Creo que la pauta nos la da el Señor Jesús, primer evangelizador a quien contemplamos en misión permanente en la Iglesia. Como hemos dicho en la Conferencia de Aparecida, no habrá nueva evangelización sin nuevos evangelizadores, sin una auténtica “conversión pastoral”.

No podemos seguir haciendo “más de lo mismo”, sino renovar el corazón misionero y no esperar que las personas vengan a nuestras parroquias, sino salir a buscar las ovejas. Hay nuevos areópagos y patios de los gentiles que esperan la Palabra de Dios. Si estamos llenos del ardor misionero de San Pablo, cuyo corazón palpitaba “¡Ay de mí si no Evangelizo!”, el año de la Fe será una fuerte motivación para transmitir la “antorcha de la Fe” siempre ardiente y radiante a las nuevas generaciones de este milenio. No se trata simplemente de comunicar ideas sino de favorecer un encuentro personal con Cristo vivo, una auténtica experiencia de Cristo.

Se ha cumplido un año de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid. Los jóvenes son hoy, en la pastoral habitual de nuestras parroquias, un colectivo difícil para la fe. ¿Es que juventud y fe no se llevan bien?

No lo creo. La juventud de hoy como ayer vibra ante las causas nobles. Si sabemos comunicar la alegría del Evangelio también ellos responden. El problema está muchas veces en el lenguaje. A veces pienso que en nuestras parroquias necesitaríamos ayuda de “foniatras espirituales”. Vivimos en un mundo nuevo, lo que significa un territorio por explorar. Podemos tener miedo al riesgo y a la aventura. Nos parece que en el siglo XXI ya no hay nada que explorar. Pero… la humanidad sigue cambiando, no es estática. La gente cambia. Se siguen formulando nuevas maneras de ser en el mundo.

Se nos presenta una nueva humanidad por interpretar: interpretar a fondo lo que está sucediendo. Debemos esforzarnos para entender a los jóvenes. Y entonces debemos considerar la comunicación de la Buena Nueva. Hemos dejado de hablar el lenguaje del mundo actual. Cada vez menos gente nos entiende. Por eso pocos nos escuchan. Otra vez enfrentamos el problema de la comunicación. El lenguaje supone emisor y receptor. No estamos en la frecuencia y el receptor no nos entiende. ¿Cómo interpretar a la nueva humanidad, a la nueva juventud si no conocemos el lenguaje del mundo de hoy? Vivimos un nuevo contexto cultural y mediático: lo que se mueve es el mundo de las percepciones, no de las realidades. Toda la herramienta mediática actual crea percepciones. Los Medios de Comunicación Social modifican la percepción social. La herramienta más espectacular es internet. En muchos países el adolescente promedio pasa 28 horas o más ante internet a la semana. Si va a la Iglesia, ¿lo máximo sería una hora? Se está produciendo un tipo de joven nuevo. A veces en ambientes hostiles a la Fe y en campañas constantemente sostenidas contra la Iglesia.

Sabemos que educar es enseñar a vivir. Tradicionalmente quien educaba era: la familia, la escuela y la Iglesia. Hoy día ya no lo hacen. Se ha modificado profundamente el panorama. La familia desempeña un papel nutricional. La escuela enseña habilidades para ganar dinero. Y la Iglesia muchas veces se reduce a un marco decorativo para ceremonias sociales.

¿Quién le enseña hoy día a los jóvenes a vivir? Las pantallas mediáticas y se socializan en las discotecas o bares.

Por eso debemos reaprender a Evangelizar en nuevas realidades. Sin temor y dejar desplegarse al Espíritu Santo. La Fe presentada como la vida en plenitud siempre se llevará bien con los jóvenes.

Usted se ha comprometido mucho en la defensa de los derechos humanos. Nos parece que aún hay más palabras que realidades en esto de los derechos humanos. ¿Qué derechos humanos cree que hoy son más incumplidos?

Los Derechos Humanos son una asignatura pendiente en todo el mundo. A veces se reducen al ámbito político. La Doctrina Social de la Iglesia tiene este tema como algo central en el mensaje social del cristianismo. Se ha conmemorado ya el Sexagésimo Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En muchos aspectos y en muchos lugares son aún una asignatura pendiente.

Necesitamos reconstruir la democracia desde una lógica nueva: la lógica del Bien Común, que es uno de los aportes del Evangelio en el mundo de la política. Y la construcción del Bien Común no debe caer en la trampa de configurar nuevos estados imperiales.

No podemos ignorar que ni la política ni los políticos gozan de buen nombre ni de buena reputación. Todos, desde cualquier profesión o desde ninguna, se sienten autorizados y justificados para hablar mal de la política o de los políticos dejando caer sobre ella y sobre ellos los peores calificativos.

Una solidaridad adecuada a la globalización exige la defensa de los derechos humanos. A este respecto, el Magisterio de la Iglesia señala que la presencia de una autoridad pública internacional al servicio de los derechos humanos, de la libertad y de la paz, no sólo no se ha logrado aún completamente, sino que se debe constatar, por desgracia, la frecuente indecisión de la comunidad internacional sobre el deber de respetar y aplicar los derechos humanos. Este deber atañe a todos los derechos fundamentales y no permite decisiones arbitrarias que acabarían en formas de discriminación e injusticia. Al mismo tiempo, somos testigos del incremento de una preocupante divergencia entre una serie de nuevos “derechos” promovidos en las sociedades tecnológicamente avanzadas y derechos humanos elementales que todavía no son respetados en situaciones de subdesarrollo: pienso, por ejemplo, en el derecho a la alimentación, al agua potable, a la vivienda, a la autodeterminación y a la independencia.

El año 2007 el Papa Benedicto XVI le nombró Presidente de Cáritas internacional. ¿Cuál es su misión en este servicio eclesial?

Cáritas Internacional es una Confederación de 164 países en los cuales somos el brazo de la Caridad de la Madre Iglesia. Mi papel es de animación y coordinación junto a un equipo de laicos y sacerdotes de diversas nacionalidades que residen en Roma bajo la guía del Secretario General. Yo me considero como el director de una orquesta sinfónica que interpreta la bella música del amor de Cristo especialmente cercana a los que más sufren.

Se está creando un mundo donde la codicia deja a las mayorías al margen de la historia, en la cuneta de la historia, con unas sociedades que viven un proceso tecnológico con posibilidades nunca vistas, pero que fabrican y reproducen exclusión.

Necesitamos volver a creer en el ser humano como tal, y en su capacidad de actuar con los valores más nobles que lleva dentro de sí en forma altruista, generosa y solidaria.

Necesitamos afrontar este Nuevo Orden Mundial que, quizás nunca como ahora, es un Nuevo Desorden Mundial, en primer lugar con el Derecho Internacional, este derecho de los pueblos que ha ido surgiendo a lo largo de la historia de la humanidad como una de las conquistas más preciadas. Caritas es la conciencia para que la comunión cristiana de bienes sea una realidad y no una utopía. Como lo hemos dicho en el lema de este cuatrienio: “Una sola familia humana, cero pobreza”.

Entrevista publicada en la Web Oficial de la Diócesis de Barbastro-Monzón.

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