Nueva luz sobre la Reforma

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1.00 p m| LONDRES 16 feb. 12 (BV/THE TABLET).- La noticia de que las Iglesias Luterana y Católica se preparan para llevar a cabo una revisión conjunta de su historia compartida es un ejemplo que otros podrían seguir. El cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad Cristiana, ha anunciado que ambas Iglesias han acordado colaborar en los preparativos para conmemorar el 500 aniversario de la publicación de las noventa y cinco tesis de Martín Lutero en 1517.

Cuando se le ordenó retractarse, Lutero se negó y fue excomulgado en 1521. Por eso el año 1517 se ha empleado siempre para marcar el inicio de la Reforma Protestante, que se extendió hacia el exterior de Alemania provocando guerras, masacre y persecución. Sólo poco a poco se fue reduciendo la tensión entre las partes hasta lograr una incómoda coexistencia. En los últimos 50 años, hemos empezado a entender lo mucho que tenemos en común, y cómo gran parte del antiguo conflicto procedía de mitos, malentendidos y malas interpretaciones, exagerados para satisfacer fines políticos y sostenidos por el orgullo y la obstinación. Muchos de los cambios que los reformadores originales solicitaban hoy ya han sido concedidos por la Iglesia Católica, y se ha alcanzado acuerdos teológico sustantivos respecto del antiguamente contencioso tema de la justificación.

De hecho, pocos católicos niegan ahora que la Iglesia de 1517, incluido el propio papado, quedó retrasada frente a la reforma. Mientras tanto, muchos luteranos admiten que los ataques de Lutero sobre ese retraso, fueron sin embargo excesivos y enardecedores.

Pasaron otros 18 años antes de que Enrique VIII, aprovechando el debilitamiento de la posición de Roma en ataque de Lutero, precipitara lo que se convertiría en la Reforma Inglesa. Como en el continente, las dos partes construyeron una narrativa compuesta de tanto de mito como de historia; atesorando cada lado la memoria de sus mártires; poniendo la versión de cada parte toda la culpa en sus oponentes.

Una serie de televisión de la BBC con el título irónico, How God Made the English (Como Hizo Dios a Los Ingleses), presentado por el recién nombrado caballero, historiador de la iglesia, Diarmaid MacCulloch, está a punto de recordar a la nación hasta qué punto su identidad nacional depende de una interpretación excesivamente nacionalista de la Reforma Inglesa. La mayoría de los historiadores modernos de esa época ya no está a gusto con esto, gracias a la influencia del libro pionero The Stripping of the Altars (El Despojo De Los Altares) de Eamon Duffy, 1992. El profesor MacCulloch, él mismo un clérigo anglicano, quiere mostrar cómo la mayor parte de la identidad nacional se remonta en realidad a la época en que Inglaterra era fervientemente católica, una prespectiva que las anteriores generaciones de historiadores ingleses han preferido no reconocer.

Supuesta buena voluntad y apertura mental, nada de esto tiene por qué afectar el estado de las relaciones entre las Iglesias Católica y Anglicana, ya sea en Inglaterra o en cualquier parte del mundo, es uno de los mejores logros del movimiento ecuménico. De hecho, este movimiento podría beneficiarse de una versión en Inglés del estudio compartido que católicos y luteranos están por iniciar.

Los católicos no deben temer preguntarse si la negativa de Clemente VII, a la solicitud de Enrique VIII de la anulación del matrimonio con Catalina en 1527 fue motivada por el temor del emperador Carlos V; mientras que el hecho de que la excomunión de Isabel I de Inglaterra por el Papa San Pío V en 1570 fue a la vez una afrenta a la dignidad nacional y un error fatal ya no está realmente en disputa. La Iglesia de Inglaterra tiene que ser igual de honesta: tiene también esqueletos en el armario. La sangre de los mártires fue derramada en ambos lados. La verdadera reconciliación entre los cristianos exige la cicatrización de la memoria

Imagen: Estatua de Martín Lutero que se encuentra en medio de la Plaza de la ciudad de Wittenberg, Alemania.

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