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De cómo es que aprendí que la salud es primero

Entre la una y las dos de la mañana del viernes 20 me desperté como si saliese de la peor de las pesadillas. Me senté rápidamente en la cama completamente confundido, pensando si seguía o no soñando.

Pues nada de sueños ni pesadillas. Tenía los ojos bien abiertos de tanto dolor que dicho sea de paso no terminaba de reconocer. Jamás en mi vida me había dolido una muela con tanta brutalidad como en ese momento. Jamás en mi vida había sentido que la cabeza se me partía en dos y, que yo recuerde, tampoco había deseado con tanta fuerza poder ir a un hospital.

Merecido me lo tenía. Esa muela se había quebrado hacía meses y poco caso le había hecho. Había pensado que quizá no era necesario hacerme ver. Iluso. El pequeño quiebre alcanzó la raíz poco a poco. Ni si quiera la intolerancia al frío pudo hacerme entender que tarde o temprano me tocaría visitar al odontólogo (prefiero ese término a estomatólogo).

Yo no sé que desató tanto dolor. Lo que sí sé es que después de confundir y mezclar Apronax con Alprazolan, dormir sentado en el sillón de mi sala y estar como un zombi en el trabajo, lo primero que pensé fue en sacar una cita. Dicho y hecho: hoy, lunes 23 de Marzo del 2009 fui a mi segunda cita con el odontólogo. La gracia me va a costar 180 soles. (¡Autch!).

Yo ya saqué mi moraleja. La próxima vez que algo de la salud este en juego no me iré con sonseras y al toque no más sacaré mi cita. Pero quien parece necesitar vivirla para contarla es mi ahijado.

El sábado me dijeron que el muy rapaz ha dicho que no se va a lavar los dientes. Antes de decirle cualquier cosa recordé que a esa edad (unos 10 para redondear) muchos de los chicos están en su etapa anti-limpieza. Yo espero que llegué la adolescencia para ver como se lanzan al espejo y las duchas.

Pero otra cosa que pensé fue en que hay cosas que uno tiene que vivir para contarlas. Y para aprenderlas también. Por lo pronto yo cumplí con mi deber de padrino y ya le conté mi experiencia.

Queda en él tomarla o no.

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Males necesarios e inevitables (Post para Carolina)

Carolina dijo: “Nosotros (los padres) no somos culpables de todo”.

No Carolina, Uds. (los padres) no tienen la culpa de todo. Hay males necesarios, casi inevitables.

Hace unos días una mamá me comentaba lo doloroso que había sido para ella ver como su hijo hacía todo lo que otro niño le decía que haga para conseguir su amistad. Para colmo de males, esta mamá se había dado cuenta que este niño solo buscaba a su hijo por interés. Cuando su hijo se percató de esto, le dolió pero superado el dolor dejó de frecuentarlo.

Como ésta, hay una serie de experiencias que conducen a aprendizajes solo si son vividas en primera persona. Cuando son bebés, el primer mal necesario e inevitable es terriblemente contradictorio para los padres: una experiencia saludable de frustración del deseo brinda la posibilidad del surgimiento del pensamiento. Más adelante los chicos tarde o temprano deberán experimentar la imperfección de sus padres para construir un vínculo real con ellos mismos. En la adolescencia, uno de los aprendizajes más intensos pasa por el amor y el desamor.

Carolina, quisiera regalarte una ocurrencia de Rosela: “No hay padres perfectos ni mal que por bien no venga”. Aunque suena raro y confuso, creo que recoge eso que dijo Winnicott sobre los padres, el ser “suficientemente bueno”.

No hay padres perfectos. Obvio. Ni mal que por bien no venga. Porque sin ánimos de dar una pastilla para el alma: cada error ofrece la posibilidad de reparación.

Saludos, Jorge.

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Feliz cumpleaños a… ¿ti?

¡Era su cumpleaños! Sonreía, a veces se tambaleaba producto de tanto alcohol, bailaba de cuando en cuando pero… ¿era feliz?
Los cumpleaños tienen eso: un mandado a la felicidad. Es, si cabe la comparación, como la Navidad o el Año Nuevo. Uno tiene que estar feliz a toda costa. No estoy diciendo algo nuevo, de hecho la comparación debo habérsela robado a alguien más.
Tengo dos hipótesis en torno a toda la parafernalia cumpleañera: a) puede que sea honesta y se festeja un año más de vida, un acto de fe por así decirlo o b) es un esfuerzo maníaco por acallar las voces de la melancolía, por darle vida a eso que se va muriendo.
Varias veces me he topado con personas que, al acercarse la fecha de su cumpleaños, caen en ese punto melancólico que hace difícil decir la edad que vamos a cumplir, que señala lo viejo que estamos, el tiempo que perdimos, las cosas que nos faltan. El día de sus cumpleaños, con unos tragos de más, pueden llegar a ser el alma de la fiesta.
¿Qué súbita transformación se ha producido? ¿En donde ubico mi escepticismo? ¿En el feliz (cumpleaños) o en la persona (a ti)? Aunque no lo tenga en claro el próximo año te daré un abrazo más fuerte que el de ayer.
Pd. Por cierto Navidad y Año Nuevo suelen son las épocas del año con mayor frecuencia de intentos de suicidio, intentos exitosos y accidentes vehiculares. Sino habría que preguntarle a Moe Szyslak de The Simpsons.
Pd. Unas horas después ella me ha dicho que se tambaleaba por el taco 9 y no por el trago. También me ha dicho que esta completamente de acuerdo.

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Los problemas de la verdad

Hace unos días pidieron mi opinión sobre un tema. Durante mucho tiempo había mostrado estar conforme con una posición pero con el tiempo había optado por otra distinta (¡Ojo! distinta y no opuesta). Las consecuencias de mi cambio de opinión fueron impensadas y eso me dio pie para un post.
La primera asociación libre que tuve fue pensar en la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional. Aunque parezca exagerada la comparación, pensemos que lo que pasó en micro puede ocurrir en grande.
Desde que la CVR se conformó y empezó a realizar su difícil tarea tuvo que enfrentar trabas, golpes y críticas. Incluso 5 años después de la presentación de su informe, los ataques continúan. ¿Qué nos dicen estos ataques? ¿Por qué la verdad es algo que algunas personas sienten que hay que atacar?
Alguien podría decir que en mi situación no hay verdad, sino una opinión. Al respecto quisiera solo recordar que en filosofía la verdad ha sido un tema harto revisado, intentándose ubicarla en algún lado (la verdad ubicada dentro o fuera del sujeto, en algún lado o ninguno, etc.), lo cierto es que de alguna manera u otra una opinión es una verdad personal (verdad subjetiva)
En sesión muchos pacientes preguntan que hacer con la verdad. Mi opinión suele ser siempre la misma: La verdad es lo único que construye, digo mientras me doy pose de hombre vivido.
Quizá antes que problemas, la verdad tiene consecuencias. Que sea doloroso, por momentos aversiva y hasta disruptiva nos habla que la verdad requiere su proceso y que posee en su interior una potencialidad traumática.
Sospecho que tendré que considerar esto la próxima vez que alguien pregunte mi opinión.

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