El tiempo del terror

Calles desiertas

A las 13:03 pm. del 4 de mayo del 2009 se habla de 985 casos de virus AH1N1, 26 de ellos mortales.

Es cuestión de tiempo, quizá horas, para que la OMS declare como pandémica el brote de Influenza Tipo A. Mientras tanto, alrededor del mundo los esfuerzos por contener la infección reflejan el terror que despierta los lejanos recuerdos de la última pandemia que asoló el planeta: la de 1918 que, según dicen, causó la muerte de aproximadamente el 2,5% de la población del mundo.

Este tipo de influenza pareciera ser menos mortal que la de 1918. Todos los medios señalan que, detectada a tiempo, no debiera causar mortalidad y el mayor problema quizá se deba a que los síntomas pueden confundirse con una gripe cualquiera.

Por otro lado, pese a que en la actualidad contamos con mejores antivirales y mayor eficiencia en los sistemas de salud, tanto así que el Ministro de Salud ha afirmado que ningún peruano morirá de influenza, pareciera que el miedo se contagia con mayor rapidez que el virus.

En Egipto pese a que se ha descartado la posibilidad del contagio del cerdo al ser humano, el estado ha continuado con la matanza del ganado porcino. Si bien en un primer momento lo presentaron como medida de control de la influenza porcina luego señalaron que era para erradicar criaderos insalubres.

En China, 45 mexicanos a los que se les consideraba potenciales portadores del virus han sido aislados como medida preventiva. El gobierno ha tranquilizado a la comunidad internacional señalando que se encuentran en “un hotel de lujo”.

En la frontera entre Estados Unidos y México ya se produjeron los primeros ataques a vehículos y negocios mexicanos.

En diversos países, incluidos el nuestro, se ha prohibido la llegada y partida de aviones procedentes de México En otros, la Influenza Tipo A ha sido bautizada como la “Gripe Mexicana”. Todo porque los primeros casos y la mayor concentración se ha producido en dicho país.

La OMS ha dicho que si bien la infección parece reducirse en estos últimos días – recordemos que del viernes para el sábado el número de casos confirmados se había duplicado -, también ha señalado que es probable una segunda oleada más violenta y mortal.

¿Por qué el terror?

Porque este virus no solo amenaza la salud sino también una de las mayores ilusiones del ser humano: la omnipotencia. La batalla de esta infección –y de todas las demás- no se da en el campo de la medicina. Se da en un nivel microscópico y revela el desconocimiento. Aún hoy todavía no se explica el porqué de esta mutación y ni siquiera se sabe si seguirá mutando.

Esta infección también significa un golpe donde más nos duele: en nuestro narcisismo. Nos revela que no somos tan infalibles como creemos, que basta con un virus –ni siquiera un organismo vivo- para que todos los avances, descubrimientos y creaciones humanas carezcan de sentido. También nos confronta con nuestra fragilidad y con nuestra mortalidad. Nos acerca (a) la muerte y lo frágil que es nuestro cuerpo a tal punto que se desata la paranoia cuando alguien estornuda o tose cerca de nosotros, que nos obliga a no besarnos al saludarnos, a no darnos la mano al encontrarnos.

El miedo paraliza pero el terror desespera. Quizá así podamos entender el porqué de medidas tan desesperadas y que casi carecen de sentido para el momento. Por eso la influenza tiene ese apellido tan nefasto, por eso se le necesita ubicar en algún lugar –como responsabilizando- por eso se necesita tenerla lejos.

Finalmente, la Influenza A pudiera ser la primera pandemia globalizada. En términos estrictos es una infección de respeto. No tan mortal como el SARS que afectó el continente asiático hace unos años. Pero el hecho que haya surgido en México, las imágenes de las calles desiertas y las iglesias cerradas, nos recuerdan los mismos fantasmas que vio Saramago en Ensayo sobre la Ceguera.

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