Ayer vi a Verónika Mendoza en Cuarto Poder. Siempre es interesante encontrar un rostro joven en política porque renueva el escenario. Me queda claro que estas no son sus elecciones y que debería pensar en las próximas.
Su performance fue bastante acertada. Respondió unas cuantas preguntas que, como ella dice, ha respondido varias veces. No tiene que deslindar del chavismo pero tiene que dejar claro que ese no es el modelo que el Perú necesita a partir del reconocimiento de los terribles errores en los que cayó dicha propuesta en Venezuela. Y lo hizo.
Enfatizó que está totalmente dispuesta a ser investigada por el tema de las agendas de Nadine y sostiene que no ha observado ni manejado flujos de dinero. Habrá que creerle.
Lo que no queda claro es su posición frente al candidato Abel Gilvonio. El reportaje de Panorama sobre esto, aunque tendencioso para mi gusto, coloca un fragmento en el que ante las preguntas del reportero que intentan confrontar a Verónika Mendoza con su candidato, ésta opta por no responder y dejar el micro. Si se desea gobernar el país, este tipo de preguntas hay que responderlas con claridad y un millón de veces.
En lo personal, ella no es mi candidata. La frescura y renovación que puede significar su presencia en estas elecciones no son suficientes y es claro que el aumento en las preferencias no significan una inclinación hacia la izquierda del electorado sino cierta búsqueda desesperada de alguien nuevo. Al igual que Acción Popular, la izquierda debe tomar estas elecciones como una oportunidad para acercarse al pueblo desde sus posturas e identidades políticas.