Pretextos para hablar de Adele (21)

Sería injusto y hasta mezquino comparar a Adele con Amy Winehouse. Peor sería decir que ésta jamás podrá alcanzar a la Winehouse. Efectivamente, jamás podrá hacerlo. Mientras Amy tenía un repertorio vocal más amplio y la fuerza de sus letras estaba impregnada de sus esfuerzos por exorcizar sus demonios, Adele parece mucho más recatada, sonríe a la cámara con gracia y hasta puede ser simpática. Pero el principal motivo es que Amy Winehouse ha muerto y quieranlo o no con eso no se puede competir. La muerte te eleva al nivel de mito, de leyenda. La imposibilidad de tener algo más de ella te hace valorar más lo que ha dejado.

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Los textos escolares y la educación que queremos

Por dos circunstancias distintas, el intento de MOVADEF por inscribirse ante el JNE y la mafia de las editoriales educativas, en las últimas semanas se ha hecho mención a los textos escolares. Más que mención creo que han tomado un protagonismo mayor del que debieran tener.
Cuando pasó lo del MOVADEF se acusó a las escuelas de contribuir con el indolente olvido en el que ha caído el periodo del conflicto armado interno entre los jóvenes peruanos al no abordar el tema en las aulas. Unos días después algún funcionario público salió para anunciar que desde el 2013 el tema aparecería en los textos escolares.
¿De qué fuentes se obtendrá la información? ¿Cómo se podrá abordar un tema de tal complejidad en una clase o en dos? ¿Los docentes estarán en la capacidad de poder llevar el tema a buen puerto? ¿Cuáles serán los objetivos pedagógicos al momento de abordar la problemática: acaso solo conocer lo que paso o polemizar en torno a ello? Son respuestas que nadie ha planteado en la real dimensión de su importancia.
Y ahora, con el descubrimiento de las mafias de las editoriales, el Congreso ha decidido aprobar el uso de libros de segunda mano. Aunque la medida frenaría la falsa necesidad de renovar los textos escolares año tras año impuesta por estas mismas editoriales, dista de ser la única solución al problema. Nuevamente el interés se centra en un instrumento antes que en el real tema de fondo: nuestro sistema educativo.
Y es que, como con el tema de MOVADEF, pareciera que los textos escolares son la esencia del acto educativo cuando son tan solo una herramienta más. Dicho de otra forma si recién en el 2013 se podrá contar con textos que aborden el conflicto armado interno, ¿Significa que durante este año ningún profesor lo podrá hacer en sus clases?
Javier Arévalo en una reciente entrevista señaló que después de observar los textos escolares, pareciera que estos preparan a niños y adolescente para el siglo XIX. Nada tan cierto. Casi dicho en sus palabras: “La sociedad de hoy valora y premia la creatividad y originalidad. Estos textos parametrizan (…) los niños entran genios al colegio y se gradúan de tontos”.

Aunque coincido con León Trahtemberg cuando señala que el usar textos reutilizados va a pervertir la educación, también ha denunciado que eso pudiera perjudicar a los colegios privados. Quizá Trahtemberg augura que en dichos colegios los padres de familia exigirán el cumplimiento de esa norma, lo cual estaría en su pleno derecho. Sin embargo, ¿es acaso necesario que en esas circunstancias el docente de un colegio privado, supuestamente mejor capacitado, se perjudique por el uso de un texto de segunda? ¿No existen otras formas de trabajar sin ellos?
Creo que es un buen momento para la creatividad. Aunque esta no será necesaria si es que el texto educativo sigue siendo lo más importante al momento de entrar en una clase.
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La cifra (y Borges)

Aunque en el prólogo y luego en una nota final Borges intenta facilitar la lectura de La cifra, lo cierto, al menos en mi experiencia personal, es que acercarse a este libro como si fuese un poemario tradicional sería un grave error. Y es que, como lo señala el autor, La cifra está lejos estar marcada por “la cadencia mágica, la curiosa metáfora, la interjección, sabiamente gobernada o de largo aliento”. Ahí encontramos largas enumeraciones, referencias personales y hasta esbozos filosóficos. Es lo que el mismo Borges llama poesía intelectual.

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Lectura personal y en asociación libre.

Estoy leyendo La cifra de Jorge Luis Borges quien en el Prólogo escribe: “El ejercicio de la literatura puede enseñarnos a eludir equivocaciones, no a merecer hallazgos. Nos revela nuestras imposibilidades, nuestros severos límites. Al cabo de los años, he comprendido que me está vedado ensayar la cadencia mágica, la curiosa metáfora, la interjección, la obra sabiamente gobernada o de largo aliento. Mi suerte es lo que suele denominarse poesía intelectual. La palabra es casi un oxímoron; el intelecto (la vigilia) piensa por medio de abstracciones, la poesía (el sueño), por medio de imágenes, de mitos o fábulas.”
Y lo que he pensado es que cada uno hace de la literatura lo que bien quiere. Para algunos la literatura es su vida, su vocación o el sentido de su existencia. Para otros un medio de expresión, de comunicación o trascendencia (ontológica, filológica). No han faltado quien la haya visto como un pasatiempo, un hobby, un divertimento. Para Borges la literatura quizá fue alguna de éstas pero en este prólogo ha mostrado que también ha sido una forma de conocimiento de sí mismo y sobre todo de un aspecto difícil para todos: sus propias limitaciones.
¿Por qué ceñirse a las viejas formas y temáticas? ¿Por qué acomodarse a las tradiciones literarias? Borges explora una forma distinta: la poesía intelectual. Leyendo su poemario me tope con dos poemas memorables que pasaré a transcribir y compartir impresiones.

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A propósito de Movadef

Esta mañana en el canal 2 Beto Ortiz intentó una entrevista con Alfredo Crespo, representante de Movadef, grupo que ha vuelto a captar nuestra atención por sus intentos por ser reconocido como partido político para las próximas elecciones junto con otras propuestas que ha enervado nervios y sensibilidades. Junto a ellos también estaba Luz Salgado.
No ha de tomarse muy en serio a Beto Ortiz. Al menos no siempre. A veces hace excelentes entrevistas como la última que le hizo a Carlos Tapia. Otras le sirven para mofarse de quien tenga al frente como con el congresista Gustavo Rondón, célebre por declarar su amor a la también congresista Cecilia Tait. Lo de Alfredo Crespo creo que se alinea más a lo segundo.

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Volver… otra vez

Como cada año, me cuesta volver y no es porque falten motivos, temas o tiempo. En estos días leo varias cosas. Algunos textos sobre educación, el Almuerzo desnudo, una colección de poemas de Borges, algunos libros que pedí prestado de la biblioteca, las noticias, etc.
Tampoco es que no esté pensando en cosas. Me hubiese gustado escribir sobre lo que ha generado el intento de revocatoria de Susana Villarán, mis proyectos para este año, los temas comunes que se me ocurren a diario.
Pero no me es fácil hacerlo. Hasta me resisto. Incluso he llegado a pensar que este puede ser el último año de VeDoble. Quisiera, como siempre, lanzarme a escribir mi eternamente pospuesta novela (durante estos últimos meses por mi tesis).
No encuentro muchos motivos o razones para explicar mi dificultad. Quizá la más sencilla de dar es que ahorita me importa poco escribir porque prefiriría viajar, escuchar música, leer, ir al cine o estar con Ignacio (mi hijo). Pero también debo de confesar que últimamente me he sentido menos animado, fastidiado y hasta impotente. Rezagos de diciembre, me digo.
Haré intentos por escribir desde la próxima semana. Creo que debo empezar haciendo algo más personal, más íntimo.
Por estos días me he recomendado darme una vuelta por el teatro. Ya les contaré que sale de todo esto.
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El negro (por Rosa Montero)

Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: “Pero qué chiflados están los europeos”.
Tomado de ELPAÍS.com

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Las cinco cosas de las que todos se arrepienten antes de morir:
Bronnie Ware fue cuidadora de enfermos terminales por mucho tiempo y decidió escribir un libro para plasmar su experiencia. Según ABC, la obra titulada ‘Regrets of the dying’ (Lamentos de los moribundos), recopila los 5 arrepentimientos más comunes entre aquellas personas que están a punto de morir.
‎1.-”Desearía haber tenido la valentía de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí”: Según Ware es el lamento más recurrente, debido a que es normal que las personas hagan un balance de sus vidas y se den cuenta …de que no han cumplido todos sus sueños.
2.-”Desearía no haber trabajado tan duro”: Otro arrepentimiento común dice relación con haber pasado más tiempo trabajando que con la familia. Algunos se dan cuenta tarde que desearían haber estado más tiempo con sus hijos y pareja.
‎3.-”Desearía haber tenido la valentía para expresar mis sentimientos”: También una gran cantidad de personas se autoreprocha no haber dicho a sus seres queridos cuánto los amaba.
4.-”Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos”: …De acuerdo a la autora es muy frecuente que algunos se arrepientan de no haber dedicado el tiempo suficiente a sus amigos.
5.-”Desearía haberme permitido ser más feliz”: Algunos se arrepienten de haber continuado en situaciones que no los hacían felices por miedo a enfrentarse a un cambio.
Tomado del wall de Ceci Wong

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¡Oh, no! ¡Otra vez mi cumpleaños!

Mañana será otra vez mi cumpleaños y hoy he estado de un humor de perros. Me he comprado una caja de trufas con la idea de comérmelas de un bocado pero casi de inmediato he renunciado a esa idea así que he pasado por el trabajo decidiendo a quien le regalo una trufa. Casi son las 4 y todavía tengo la caja bastante llena. ¿Dónde está Forrest Gump para hacer la analogía de la vida y la caja de chocolates para aventársela por la cabeza?
Felizmente mañana empiezo vacaciones y ni pensar en darme una vuelta por el trabajo. Serán dos meses, quizá un poco más de libertad total. Como para disfrutarlos plenamente.
Una de las cosas que siempre he pensado hacer y que este año, para variar, no lo haré era ir por todos los lugares de comida donde te cantan por tu cumpleaños para festejarlo ahí y decidir cual era el lugar más estúpido. Quizá el próximo año. Eso mismo vengo diciendo desde hace dos. En fin.
¡Mañana es mi cumple!
¡No me saluden!

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