Discurso de una alumna por el día del maestro

Queridos Profesores
Quiero comenzar este discurso remontándome a nuestra primera clase de química en primero de media. Recuerdo que estábamos todos sentados en el laboratorio escuchando atentamente la introducción de la miss Celia. Entre todas las cosas que dijo recuerdo especialmente una: “Ya están en primero de media y aunque ustedes crean que les falta mucho para terminar el colegio no se confíen, pues en un abrir y cerrar de ojos estarán en quinto de media”. En ese momento ni le dimos importancia porque seguramente sentíamos que faltaba una eternidad. Pero sinceramente siento ese momento como si hubiera sido ayer. Es extraño porque en primero de media teníamos miedo a la secundaria, a los cursos, y a los nuevos profesores, y ahora todos sentimos cierto miedo de dejarlos atrás. Dicen que los cambios dan miedo sin embargo creo que no le puedes temer a lo que no conoces y más aún si tienes una formación con valores, pues así estarás seguro que el camino que tomes será el correcto.
Por otro lado la formación de un alumno se divide en dos. La primera viene del hogar y la segunda viene del colegio. En lo personal siento que el colegio además de brindarnos las bases educativas necesarias para poder seguir estudiando al terminar quinto de media, nos brinda una especia de segundo hogar, en el cual encontramos personajes a los que les tomamos mucho cariño y confianza y que se vuelven parte esencial de nuestra vida y formación.
Además como todos saben la vida de un adolecente no es nada fácil. Hay diferentes problemas que nos abruman y por supuesto siempre hay algo nuevo de que hablar. En el colegio conocemos amigos y amigas con los cuales puedes contar, pero también creo que es importante tener a alguien mayor y con más experiencia que te pueda aconsejar y brindar su comprensión. La adolescencia se pasa mayoritariamente en el colegio por lo cual es importante tener profesores que no solo noten el desempeño académico sino también que comprendan a los alumnos, sean pacientes y sobretodo que sepan enseñarnos como dominar nuestras emociones.
Ahora que ya falta poco para despedirnos del colegio me he puesto a pensar en cada uno de mis profesores y he llegado a la conclusión que cada uno tiene un rol importante: Por ejemplo tenemos el profesor “buenísima gente” que siempre sonríe y te ayuda en todo lo que está a su alcance, pero eso si cuando se molesta, SE MOLESTA. También tenemos al típico profesor que impone la ley y hace que se ejecute a la perfección porque si no “fuiste”, o el profe que se hace el rudo pero que siempre termina riéndose y como olvidar al que siempre habla en tercera persona. Y así podríamos seguir hablando de las características de cada profesor. Les quiero decir que nosotros nos llevaremos algo de cada uno de ustedes, lo mejor de ustedes.
Quiero terminar agradeciéndoles por todo esto, por ser esos profesores comprensivos, pero también los que nos enseñaron a hacernos fuertes y superar los obstáculos. Por abrirnos su corazón cada día y cada hora de clase. Por transmitirnos lo que saben y preocuparse por darnos los mejor de ustedes. Por ser nuestro ejemplo, por el simple de hecho de estar en nuestras vidas. Fue, es y será un honor haberlos tenido como profesores. Nuestros más sinceros respetos hacia ustedes. Les deseamos todo lo mejor, muchísimos éxitos en todo. Los vamos a extrañar muchísimo cuando nos vayamos. Pero aún nos quedan 6 meses más así que todavía no se libran de nosotros. Los queremos muchísimo.
La 57 promoción
Julio 2011

» Leer más

La violencia en el espacio de la (sin)razón

“(la educación) es el punto en el cual decidimos si amamos al mundo lo suficiente como para asumir una responsabilidad por él, y de esa manera salvarlo de la ruina inevitable que sobrevendría si no apareciera lo nuevo, lo joven. Y la educación también es donde decidimos si amamos a nuestros niños lo suficiente como para no expulsarlos de nuestro mundo y dejarlos librados a sus propios recursos, ni robarles de las manos la posibilidad de llevar a cabo algo nuevo, algo que nosotros no previmos; si los amamos lo suficiente para prepararlos por adelantado para la tarea de renovar un mundo común” (Hannah Arendt en “La crisis de la educación”)

» Leer más

Varios días después de mañana

Amaneció el 13. Eso significa que pasaron varios días después de la elección de Ollanta Humala como presidente de los próximos 5 años (al menos oficialmente) sin que se cumplan las dos profecías de Reinaldo dos Santos: el que Keiko Fujimori sería presidenta (ahora dice que no dijo cuando) y que se produciría un terremoto devastador (tampoco dijo cuando).
Apenas un zamacón en la BVL producto de intereses soterrados, y felizmente pocos, que buscaron seguir el juego del fin del mundo. Quizá también algo de la campaña del miedo que parece marcar nuestro quehacer político del último decenio. Esto último entendible.

» Leer más

Ni héroe ni cómplice (o cobarde)

Debo de confesar que durante buen tiempo me fue difícil poder elegir y expresar mi decisión frente a las próximas elecciones presidenciales pero a partir de algunas conversaciones, cafés y sobre todo el escuchar los argumentos de la gente que por un motivo u otro –siempre válido desde su personalísima perspectiva- opta por votar por Humala o Fujimori, terminé por definir no sólo un voto sino también por definirme como persona, deshaciéndome de una serie de prejuicios y verdaderos temores. He aquí que las comparto.
En una clase de postgrado un profesor opinaba que el derecho al voto no debería ser entendido como una obligación a elegir sino más bien una expresión individual y política. Lo que me recordó que en las elecciones del 2001, cuando Álvaro Vargas Llosa y Jaime Bayly propusieron el voto en blanco fue tomado poco menos como una ofensa, como una irresponsabilidad civil. Quizá desde aquí ya empezaba a sentirme un tanto bloqueado frente al tema. Pero ¿qué hubiese pasado si propusieran el voto en blanco ahora mismo? ¿o quizá 5 años atrás?
¿Es acaso necesario sostener una postura como el voto en blanco a través de voces alturadas y democráticas, menos manchadas por el amarillismo como lo estuvo y aún esta Jaime Bayly? ¿Cambiaría el escenario si algunos de los más altos representantes de nuestra vida cultural y/o política respaldaran esta propuesta?
¿Acaso cambia en algo que recientemente haya salido una entrevista a Fernando de Szyszlo en donde el señalaba, con algo de frustración e impotencia, que lamentablemente no podrá votar ni por Fujimori ni por Humala?
La respuesta es no. No se va a producir un cambio masivo en las encuestas ni en las preferencias presidenciales. Quizá a algunos pocos les permita también tomar una decisión como ésta pero de ninguna forma, sospecho, será algo colectivo.
Algunos de mis cercanos y otros no tan cercanos ya empezaron a invitarme a no actuar con miedo, a argumentar que nos jugamos la vida del país y que reconstruirlo económicamente es más fácil que hacerlo desde su dignidad. También me han dicho que los votos blancos y viciados ayudan a uno u otro candidato o que guardar silencio en estas circunstancias me hace cómplice ya sea del regreso de una dictadura o del desastre del país.
Estos comentarios confirman un supuesto: el escenario político pareciera estar marcado por un tufillo moral. Como para evitar hablar de las propuestas y planes de gobierno –los mismos que parecen tan versátiles y camaleónicos-, optamos por verlo desde nuestra moral. Nos ahorramos la lectura y la información y hacemos lo que más y mejor sabemos hacer: juzgar.
El asunto aquí es que mientras los que, convencidos o no, optan por Ollanta Humala y señalan que Keiko Fujimori es el retorno a lo más oscuro de nuestro pasado, la vuelta de la corrupción, el abuso de los derechos humanos y la instalación del autoritarismo; parecieran desconocer los vínculos de Humala con Hugo Chávez y su ejercicio dictatorial del gobierno, o del caso Madre Mía y Andahuaylazo, o del doble discurso plan de gobierno-hoja de ruta.
(Quienes todavía tienen dudas no encontrarán propuestas sino que favorecerán el miedo: el miedo a perder lo que ya tienes o el miedo a coludir con el autoritarismo y la corrupción. Lo peor de todo es que tengo la sensación que algunos movimientos muy respetables que promueven la conciencia por los derechos humanos o que nos recuerdan nuestro pasado parecen teñirse o inclinarse por alguna de estas opciones. Aunque esto es válido me parece preocupante que lo hagan tras un discurso que trasciende lo político o que no termina más que insinuando una respuesta: No a Keiko o No a Ollanta… ¿y sí a quién o qué? Y si recurrimos a los diarios… es peor)
O, como también lo han planteado: con Fujimori hay certezas, con Humala sospechas.
Un colega, con varios años más de experiencia, respondería diciendo que las personas tenemos la ilusión de poder evaluar riesgo al futuro cuando realmente somos muy malos e incluso no estamos diseñados para ello. Piense Ud. en donde estará a esta misma hora el día de mañana, la próxima semana, el próximo mes y el próximo año. Ahora inténtelo dentro de 5 y 10 años.
Acerquémonos al futuro de otra manera: ¿Cómo enseñaremos a nuestros hijos sobre nuestra historia y sobre nuestra democracia después de las elecciones del 2011 en donde elegimos entre la hija de un dictador que reivindica a su padre y, por lo menos, un autor intelectual de un movimiento golpista? ¿Cómo les explicarás los resultados a tus propios hijos el 6 de junio?
(Mi respuesta será: no fui un héroe de la democracia ni tampoco actué por miedo. Yo no me sentí identificado ni por uno ni por el otro porque ambos me parecían terribles opciones.)

» Leer más

No te diré por quién votar

No te diré por quién votar
Aunque me resisto a las discusiones políticas, a veces me encuentro en medio de una de ellas. Hace poco mis compañeros del colegio empezaron una. Al inicio participé porque me pareció interesante pero luego se hizo tediosa y aburrida: en su mayoría los argumentos se centraban en la conexión de Humala con Chávez, en su carácter autoritario y populista o en los atropellos en cuestión de derechos humanos del gobierno de Fujimori, la corrupción que rodea a su hija y en la antipatía que genera su familia. Entre mis contactos en el Facebook pasa algo parecido. Cada cierto tiempo alguien comparte una noticia, generalmente proveniente de alguno de los medios abiertamente parcializados.
Yo no voy a decirte por quién votar. Ni siquiera a insinuarlo. No tengo ni las ganas ni el interés para hacerlo. Menos aún la claridad. Estoy lleno de dudas, inquietudes y temores. Soy parte de esa minoría que no votó por uno de ellos en segunda vuelta y que ahora se encuentra parado frente a una elección que no quisiera hacer.
Pero tampoco voy a decirte por quién votar porque no encuentro motivos para hacerlo, porque indago e indago, converso y discuto con amigos y compañeros que a diario cuelgan esos comentarios en el Facebook o que inician discusiones por correo pero que no son capaces de argumentar con solvencia y claridad sobre sus candidatos.
Porque cuando pregunto porque votar por Humala me hablan de Fujimori y viceversa, como si la estrategia fuese escoge el menos malo. Aunque ellos mismos dicen que no quisieran verse así. Con esto no se habla de lo que verdaderamente es importante: las propuestas.
Porque cuando recurro a las propuestas no sé qué pensar. Porque uno la cambia a su conveniencia, evidenciando su oportunismo. Porque el plan de la otra es materia conocida: populismo y asistencialismo que no ayuda a que el Perú crezca.
Porque cuando recurro a los periodistas se pintan de rojo o naranja creyendo que se trata de una gran diferencia cuando en realidad uno es un matiz del otro. Creyendo que juegan a la imparcialidad cuando en realidad es obvio su apoyo.
Porque eso de imparcialidad, de elección pensada y razonada es una tremenda falacia, una arrogancia intelectual. Quienes no pueden votar por Fujimori ahora se disfrazan de moralistas, de defensores de los derechos humanos y parecen olvidar que Humala también tuvo un juicio –Madre Mía- y debería tener otro –Andahuaylazo; mientras quienes no pueden votar por Humala lo hacen movidos por el fantasma del autoritarismo cuando un gobierno como el de Fujimori fue una dictadura en todo el sentido de la palabra.
Finalmente, porque creo que el miedo no debería gobernarnos pero ambos inspiran eso. Uno por su tono autoritario, su doble discurso, su disfuerzo. El otro porque representa y está rodeado de lo peor que le ha podido pasar al país en los últimos 20 años.
Que a ti no te atrape el miedo.

» Leer más

el muerto

si cayera muerto tal vez no importe
diría que la muerte es un disfraz
que espanta a nadie
y que más asusta
un verano y la carcoma
tus palabras y/o el silencio
me levantaría
ya muerto
mirando el reloj de mi pulsera muerta
sentado y a la espera
de los mil vallejos muertos
recitando tanto amor
tan inútilmente
» Leer más