Algunos desafíos y dilemas multilingües en la elaboración de una tesis sobre el Sudeste Asiático en el Perú
Durante buena parte de mi fase de cursos en la Universidad de Washington, tenía la idea de que mi tesis doctoral me llevaría a investigar dos lugares del Sudeste Asiático–Filipinas e Indonesia–y dos lugares de Latinoamérica–Perú y quizá Bolivia o Ecuador. Con esto en mente, estudié tres años de indonesio durante mis años académicos en Seattle, completando el nivel avanzado, así como el equivalente de dos años de filipino en la Universidad de Wisconsin-Madison, además de un trimestre de filipino avanzado en la Universidad de Washington. En un seminario de investigación incluso preparé un trabajo titulado “Subaltern conquest by proxy: possibilities and limitations in Southeast Asia (Philippines and the Netherlands East Indies)”, en el cual proponía que las élites locales de Filipinas y las Indias Orientales Neerlandesas tenían una visión ligeramente positiva de las conquistas que realizaban sus colonizadores estadounidenses o neerlandeses en zonas periféricas a inicios del siglo XX. Esto se debería a que podían imaginar un futuro en el cual podrían hacer uso de aquellas realidades militares para implantar su propia hegemonía (la de Manila o Batavia) en dichas regiones. Pero cuando llegó la hora de ya presentar mi plan de tesis, hube de recortar significativamente su alcance geográfico, con lo cual Indonesia quedó fuera. Fue una decisión difícil, por los tres años de estudio invertidos en su aprendizaje, además del hecho de que ya se había convertido en una lengua que usaba de manera cotidiana con mis colegas indonesios o indonesistas.
La vida da segundas oportunidades, sin embargo. Mientras estudiaba filipino en Wisconsin y buscaba fuentes para aquella otra investigación en su archivo de microfilms, me interesó mucho la forma en que estas publicaciones indonesias y filipinas cubrían la guerra ruso-japonesa. Pensando en que en algún momento futuro escribiría algo al respecto, escaneé los materiales y los guardé. El momento llegó a la hora de saldar la vieja deuda de la tesis de licenciatura, la cual había quedado en suspenso por viajar a hacer el PhD. Desempolvé mis fuentes primarias en indonesio y filipino, y el resultado fue la tesis que defendí en la PUCP en julio pasado, titulada “Schadenfreude colonial: raza, modernidad e imaginación anticolonial en la cobertura Filipina e Indonesia de la guerra ruso-japonesa (1904-1905)“.
Ciertamente, utilizar más de una lengua en la elaboración de una tesis en el Perú no tiene nada de extraordinario. Es más, creo que hasta sería muy difícil imaginar una tesis que no dialogara con producción académica en otras lenguas, particularmente el inglés. Pero trabajar fuentes primarias en lenguas que uno ha aprendido ya de adulto reviste ciertas dificultades adicionales. Quienes trabajan textos coloniales en español definitivamente se tienen que enfrentar a desafío de entender manuscritos que a veces fueron escritos de manera apresurada, con abreviaturas que han caído en desuso y ortografía mucho más flexible y “anticuada”. Pero tienen a su favor un conocimiento muy profundo de la lengua, que les permite resolver buena parte de las dudas que la la caligrafía u ortografía de tiempos pasados les pudieran presentar. En mi caso, tuve la fortuna de trabajar solo con fuentes impresas, las cuales, si bien a veces no eran de la mayor calidad o claridad, por lo menos no presentaban la variabilidad que tienen los manuscritos. Pero ambas lenguas asiáticas en las que hice mi trabajo de fuentes primarias, indonesio (malayo) y filipino (tagalo) han cambiado bastante en su ortografía desde 1904 al presente. En ambos casos, la basaban en las convenciones propias de las lenguas de sus colonizadores neerlandeses y españoles, lo cual hacía de su lectura más trabajosa, puesto que uno tenía que hacer varias “traducciones” simultáneas a la hora de la lectura; primero de la ortografía de entonces a la actual, y de ahí tratar de entender lo que decían.
Por ejemplo en este pasaje a la izquierda, de la revista indonesia Bintang Hindia, hay varias diferencias con el indonesio moderno. Se puede ver que están tomando el sonido neerlandés de las grafías oe, j, dj y tj, además de hacer uso de la ‘. De este modo, aparece menoelis y bermoela en lugar de menulis y bermula (escribir y empezar), artinja y jang en lugar de artinya y yang (significado y que), keradjaan y kemadjoean en lugar de kerajaan y kemajuan (reino y progreso), pembatja y ketjil en lugar de pembaca y kecil (lector y pequeño). Asimismo, aparecen letras que no se usan más, como el marcador de una oclusiva glotal en ma’loemlah, que hoy se escribe maklumlah (entendido). A estas diferencias que están distribuidas a lo largo de todos los textos con los que trabajé, hay que añadir que al parecer ha habido cambios de pronunciación de vocales también, de manera que aparece menoesia, cuando ahora se escribe y pronuncia manusia (ser humano). Cada una de estas diferencias tomadas individualmente no son tan difíciles de manejar, pero en conjunto, y cuando uno no habla las lenguas como nativo, se hacen más difíciles. En más de una ocasión tuve que leer pasajes en voz alta para especular a qué otra palabra sonaba algo que ya no figura en los diccionarios modernos, para así poder dar con el sentido de algún pasaje.
A la derecha, en el caso del filipino, trabajé con el diario Muling Pagsilang, en el que aparecía un tagalo en el cual se podía ver todavía el influjo de la ortografía española. De este modo, aparecen en algunos casos la letra c en lugares en los que actualmente se usa la k, como en cadiliman, macapal y pangcat en lugar de kadiliman, makapal y pangkat (oscuridad, grueso y grupo). Parecen estar preservando esta letra en aquellos lugares donde se mantiene tal sonido en el español, mientras que en contextos en los que el uso de la c cambiaría el sonido de la letra, sí recurren a la k, como sería el caso de kinaroroonan o pakikilaban (ubicación y oposición). Además, estas convenciones no se mantienen uniformes en todo el periódico, de manera que recuerdo haber visto palabras escritas en un estilo de quinaroroonan y paquiquilaban. A esto habría que añadir que la impresión original no siempre fue muy clara, y la reconstrucción de palabras mal impresas, que es tan sencilla en la lenguas que uno habla a nivel nativo, se hace mucho más difícil en un contexto como este.
Otro asunto relacionado con el idioma es el tema de la lengua en que está escrito un trabajo académico. Escribí una tesis en español que trata de Indonesia y Filipinas, la primera de las cuales rara vez se trabaja en español (la segunda un tanto más). El dilema al que me enfrenté era si este hecho debía influir en la manera en que redactara el texto. ¿Es la lengua en que se escribe completamente transparente, y por ende sin impacto mayor en cómo se estructura el texto? ¿O es algo que sí tiene un impacto y que tiene que ser tomado en cuenta? Y no me estoy refiriendo a los modismos o estilo de redacción en sí misma. Es decir, ¿debía escribirlo tal cual lo escribiría en inglés–una lengua en que hay mucha más producción sobre estos países–o cambiar el contenido debido al hecho de que lo escribía en español? Quizá con ejemplos concretos la situación sea más clara. Escribiendo en inglés, no me detendría a explicar qué son el cultuurstelsel, la ethische politiek o la benevolent assimilation. Son temas conocidos ampliamente por aquellos que estudian Indonesia y Filipinas, y si bien forman parte del contexto histórico de mi estudio, no son parte clave de este. Bastaría con mencionarlos. El símil que se me ocurre es el de alguien que escribe (es español) sobre algún aspecto puntual del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (digamos, sus políticas en torno al suministro de agua potable en zonas urbanas periféricas) y menciona cómo su identificación con lo autóctono se manifiesta en cosas como el uso de la iconografía que representa a Túpac Amaru II. No tendría que hacer un alto y explicar todo el contexto de las reformas borbónicas y el desarrollo de la rebelión de José Gabriel Condorcanqui. Se entiende que quien lee esta tesis ya lo conoce. Sin embargo, si la tesis fuera redactada en swahili, ¿correspondería hacer ese alto y explicar todo aquel contexto? ¿Debería yo, al escribir la tesis en español detenerme a explicar cosas que no haría en inglés, como la transición del cultuurstelsel a la ethische politiek o del modelo colonial español al modelo de benevolent assimilation estadounidense? Al final opté por no hacerlo, viendo al idioma de la tesis como algo completamente accidental, bajo una suerte de idea de que la producción académica sobre cualquier tema puede darse en cualquier idioma sin que esto afecte los temas a profundizar y describir. A mi modo de ver, detenerme a explicar esas cosas por el hecho de estar escribiendo en español sería, hasta cierto punto, una suerte de subestimación con el lector de lengua hispana. Sería como decirles “al anglófono no tengo que explicarle esto, pero al hispanohablante sí, porque por la lengua misma en que está leyendo ya ha quedado establecido que no sabe”. Posición completamente discutible, por supuesto, y respecto del cual no me sorprendería que quienes leyeren este post y/o la tesis misma discreparan completamente.
En cualquier caso, la investigación, elaboración y redacción de esta tesis fue una grata oportunidad para hacer uso de mis conocimientos de las lenguas filipina e indonesia; sobre todo de la segunda, que había quedado fuera de mi tesis doctoral. Asimismo, también fue ocasión para reflexionar en torno al papel del idioma y la traducción en la elaboración de textos académicos. La tesis está disponible en la biblioteca de la Pontificia Universidad Católica del Perú y probablemente sea la primera tesis peruana que trabaja fuentes en aquellas dos lenguas. Pero con el mayor impulso que estamos intentando darles a los estudios del Sudeste Asiático, espero que no sea la última.
Con el jurado: Liliana Pérez, Jesús Cosamalón y Jorge Lossio
Les dejo con los abstracts de la tesis.
The concept of colonial schadenfreude is proposed as a lens to understand the positively gleeful coverage of Russian defeats during the Russo-Japanese War (1904-1905) as it appeared in two key periodical publications in the Philippines and Indonesia, El Renacimiento/Muling Pagsilang and Bintang Hindia. This affective state differs from the more traditional, individual manifestation thereof inasmuch as it emerges from the colonial condition itself. The chronic threats to the self-image of the colonized drive them to feel pleasure at the misfortune of a group that may be identified with their own colonizers, thus triggering schadenfreude. But unlike the undesirability of conventional schadenfreude due to its perceived maliciousness, colonial schadenfreude is a liberating affect, as it fosters the imagining of a future free from the colonial condition.
Se propone el concepto de schadenfreude colonial para comprender la jubilosa cobertura de las derrotas rusas ocurridas en el transcurso de la guerra ruso-japonesa (1904-1905) tal como aparece en dos publicaciones periódicas clave en Filipinas e Indonesia, El Renacimiento/Muling Pagsilang y Bintang Hindia. Este estado afectivo difiere de su manifestación más tradicional e individual en cuanto a que emerge de la condición colonial misma. Las amenazas crónicas a la autoimagen del colonizado lo lleva a sentir placer ante la desgracia de un grupo que puede ser identificado con sus colonizadores, lo cual lleva a la schadenfreude. Pero a diferencia de lo indeseable que resulta la schadenfreude colonial debido a la malicia con que se le asocia, la schadenfreude colonial es un estado afectivo liberador, ya que ayuda a imaginar un futuro libre de la condición colonial.