Hoy has vuelto a decirme que sigues enfermo
que arrastras un aroma de cansancio, un abrigo de estrés probablemente.
Y yaces en una cama allá en Bulgaria deletreando suavemente tus pensares.
Quisieras estar en una ópera en Buenos Aires -solo de ti he escuchado que supera todo espacio, todo trueno.
Quisieras también, me confiesas, saborear un deliciosa comida, y dices: Perú,
caliente, sabrosa, reconfortante, saludable.
Hoy has vuelto a decirme que sigues enfermo
que un aire tosco te ha tumbado para poder sentir un afecto tierno -sureño
es el tic tac de una preocupación divina -sabe Dios por qué “estar enfermo” es diferente de “enfermarse”-
Y a tu lienzo llegan convocados Luciano, Alessandro y Antonio
y quieres adivinar quién de los tres, sí, quién de los tres murmura, citando
“¡Nadie duerma! ¡Nadie duerma! Incluso tú, oh Delfín”.
Y tu corazón está ahora en Honduras, en Guatemala, en México, en Ecuador
enlazado en una arteria americana muy hilvanada que sana tus heridas, tus dudas, tu “estar enfermo” hoy, y no más
Ya sabes que lo gris puede ser oro, y que la voz “resistencia” es una hermosa carta lexicográfica
Vence, porque la pieza más fuerte del ajedrez es el Delfín, y más del que bebe del adobe sólido, compacto