Archivo por meses: abril 2023

En el sofá

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El sofá tiene pegado su mueblería a mis piernas

se siente el descanso del viento y las tareas

es el lugar frecuente de mis tipeos y lecturas

a veces quisiera que al lado haya una taza de agua tibia

y pueda cerrar mis ojos seguido por la luz maliciosa del computador portátil

a veces quisiera que al lado haya una narrativa almohada

y pueda cerras mis ojos seguido por la ausencia de palabras o ideas

El sofá acomoda mis piernas como un mamífero en su bolsa

y el tronco recae sobre él como si fuera un protector de paz

Y de pronto mis ojos también caen abrazados al sofá

envueltos en un ensueño pacífico donde solo se ve agua cristalina

y se siente la fina arena entre el sol y el viento

No muramos

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Confieso que vi una libélula emancipada

y la indisciplina de una hiena que se resistía a aniquilar a Sudamérica

Confieso que el capellán es un coatí

y que el país, una alpaca por explorar

Aparecen expresiones graciosas de los canguros

los asnos dulcemente escriben una nueva Biblia

era necesario rehacerla desmarcando las líneas cebrísticas

Cómo no, el leopardo nos asombra despertando ráfagas de luz

y los documentos abordan los registros de la iguana

aparecen los desiertos de los camellos

y el agua líquida del pez espada

que con justicia aplica la ley justa del león estudioso

Eternamente el océano levanta uno ramo de delfines

y una sonrisa suelta el elefante y también su tatarabuela

Quisiera que ninguno se extinga o se hormigueen

Quisiera que el alacrán converse con la parihuana

Quisiera que el azúcar moreno bañe a la gaviota

y que los bosques mariposeen sus hojas diariamente, fuertemente, nuevamente

de los nevados las lágrimas del cóndor llenan las lagunas de los patos

y la ventana de los tucanes nos dicen “no muramos”

como desterrados

Confieso que veo todo esto

Y confieso que soy hombre

 

Hoy has vuelto a decirme que sigues enfermo

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Hoy has vuelto a decirme que sigues enfermo

que arrastras un aroma de cansancio, un abrigo de estrés probablemente.

Y yaces en una cama allá en Bulgaria deletreando suavemente tus pensares.

Quisieras estar en una ópera en Buenos Aires -solo de ti he escuchado que supera todo espacio, todo trueno.

Quisieras también, me confiesas, saborear un deliciosa comida, y dices: Perú,

caliente, sabrosa, reconfortante, saludable.

Hoy has vuelto a decirme que sigues enfermo

que un aire tosco te ha tumbado para poder sentir un afecto tierno -sureño

es el tic tac de una preocupación divina -sabe Dios por qué “estar enfermo” es diferente de “enfermarse”-

Y a tu lienzo llegan convocados Luciano, Alessandro y Antonio

y quieres adivinar quién de los tres, sí, quién de los tres murmura, citando

“¡Nadie duerma! ¡Nadie duerma! Incluso tú, oh Delfín”.

Y tu corazón está ahora en Honduras, en Guatemala, en México, en Ecuador

enlazado en una arteria americana muy hilvanada que sana tus heridas, tus dudas, tu “estar enfermo” hoy, y no más

Ya sabes que lo gris puede ser oro, y que la voz “resistencia” es una hermosa carta lexicográfica

Vence, porque la pieza más fuerte del ajedrez es el Delfín, y más del que bebe del adobe sólido, compacto

 

 

 

 

Las cosas de la importancia

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El mar siempre es un amigo, aunque el mayor cómplice de los deseos

si deja un rasguño, un beso o un caricia en el cuello

el mar lo sabe, lo cuida, lo cela, como un guardián elefantiástico

A veces el océano que lo alberga olvida su papel embrionario, marsupial, el de un ualarú

Y entonces las miradas son las que se pierden en el mar, mientras el Océano yace en paz, oculto, tan viejecillo

Y entonces las botellas de otros siglos regresan con papeles, cartas o misivas que nos cuentan avatares, palpitares, cosas de la importancia

y un sueño salva a la gacela, y una estrella abrillanta las fondas gaditanas, las curvas costeras

haciendo que el camino termine zigzageando su silueta para que las voces humanas se conviertan raudamente en koalas

abrazadas unas a las otras, bajando el timbre vocálico, poniendo al día a la faringe silenciosa, y cómo no, a la saliva tibia,

y ya no hay más luces oscuras, ni vientos felinos, ni bullas gordas,

apenas el trazo mueve su muñeca en el mundo terrenal

pues el tiempo ha regalado un momento caprichoso para ser tratado, para incluir al mar, para molestar al sueño, con las cosas de la importancia