Archivo por meses: diciembre 2021

Ascensor

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Apenas la joven abrió la boca y el ascensor empezó a carraspear

el contoneo de las caderas removieron los regordetes lóbulos

con un gesto de asentimiento la tardanza da permiso al pasillo tan largo

y ningún sonido se oyó

hasta que se asomaron los cortos tramos de escalera, creo que eran cuatro peldaños

de pie en el umbral

Estar ascensorado con miedo y turbación provoca la bestiosa soledad

cuyo color -digamos amablemente dorado- no se mezcla con ninguno

así duró toda una semana; luego un mes; hasta que el calendario se consumió

la luz mudó mientras escalaba la primavera por la superficie de las cosas

Las burbujas entonces volvían a las calles

después de que las compuertas mirasen el acceso a la ciudad

Al llegar la mañana la muralla desalcazarizó

los cerrojos fueron envueltos en sus cajetillas -la verdad es que ya no hacía falta echar cerrojos más-

desde que las puertas se abrieron -ambas de tamaño igual- era de menos que aguantara la presión de los músculos

el hacha de menor tamaño fue escogida y esta blandió en el aire con cautela

Así la luz tuvo razones para enorgullecerse

porque ese invierno no ha sido uno de los muy largos

Ahora discurre un riachuelo donde se puede beber el agua en la azotea sin bajar

 

Cáncer de gato

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A los gatos también les dan cáncer

que sin mentir la verdad evidencia dolor e ira

de una forma infortuita

Así despiertan los lamentos amallaudos

de forma minúscula pero bajo una ola ballenaza vuelve la mordacidad mayúscula

En todos lados prolifera el cáncer

la piel muda a muerta

los órganos se desconocen, se inflaman, se putrefactan

la sangre envenedada cataratea infecciones

marchitándose el cariño que alguna vez una flor mostró

Cáncer de gato, cáncer de perro, cáncer…

parlotea felinamente la llaga mal curada

como si una olla hirviendo te despertara en la cama

y descubres con prontitud que un gato fallece

por tan horrenda maldad

dejando vacío el plato de galletas, el tazón de leche,

la reserva de agua, y el pozo de arena

donde sus heces, su limpieza, sus ronroneos se cortauñearon

en un abrir de ojos paradójico y pelempenpudo

 

 

 

 

Tus viajes a Lurín eran una farsa

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Cuando decías que la vida era dichosa a mi lado, así como cuando te lo hizo notar Cleannis,

mentías, una vez más en tu vida.

Tus viajes a Lurín eran una farsa que terminaban con revolcones y retóricas

Seducías a cuántas personas podías para aprovecharte

y dejar sin linfa, sin dinero, sin emociones a cada víctima, hombre y mujer.

Decías tener corazón

pero tus mentiras se perdían con tus cajetillas

Me preguntaba de dónde tu fortuna salía para el cigarro, la ropa, la pulsera, el reloj,

las ideas y vueltas a la peluquería, al sauna, tus viajes oscuros a San Juan de Lurigancho

Me preguntaba de dónde tu fortuna salía para comer lo que no podías pagar, así como viajar

Decías tener corazón

pero tus mentiras revelaban la maldad que encierras.

Tu frialdad disfrazada de calor

Tus escusas de ir a ver a tus hijos, para irte a acostarte con alguien más (tus llegadas nocturnas eran tus estratagemas, tus llamadas y escritos de WhatsApp a tantas personas por interés también)

O ir a la calle, a los baños, o cualquier otro lugar de bajeza

como cuando contabas que lo hiciste en Curazao, con todo lo que pudiste arremeter, Matute.

Decías tener corazón

pero los mensajes de texto de otros decían que tu promiscuidad era intensa

que te grabaron en videos a escondidas amenazando tu confort y ocultando a esos otros con quienes te hundías.

Cuando decías que la vida era dichosa a mi lado, así como cuando te lo hizo notar Cleannis,

mentías y mentías, con qué fin, de solo apoderarte de lo que no podías obtener por tu trabajo o esfuerzo

el sexo con otros te gustaba, con cuántos podías, desde San Juan de Miraflores, pasando por Surco, Villa María, Chorrillos sin parar…. hasta Lurín, donde no te protegías

Tus dos primeros años aquí cogiste por todos los distritos sin cesar

prostituyendo tu alma y cuerpo por redes sociales donde aún mantienes la desdicha

Nada te hacía cambiar, y decías, que nadie te cambiaría,

pues lo sinvergüenza y tu pornografía definían tu esencia abrupta

enmascarada bajo tus rezos y justificaciones religiosas

testigos de tus hipocresías