A raíz de la divulgación del chuponeo de una conversación de Carmen Rosa Núñez de Acuña, candidata a una vicepresidencia en la fórmula de Luis Castañeda de Solidaridad Nacional, nuevamente muchos medios de comunicación han expresado su condena y las autoridades judiciales y gubernamentales han manifestado su voluntad de combatir esa práctica.

Todo muy bien, salvo que en el caso de los medios son “lágrimas de cocodrilo”.

Que se recuerde, todos, en su momento, divulgaron chuponeos, con la justificación hipócrita de que contenían asuntos de interés nacional y público. Y lo seguirán haciendo siempre con la misma excusa.

Olvidaron y olvidarán que el chuponeo y los chuponeadores prosperan por la difusión que le dan los medios. Cuanta más difusión, más chuponeo.

Si los medios fueran consecuentes con lo que predican y sostienen editorialmente y no difundieran chuponeos que les envían “generosamente” los interesados en causar daño y desprestigiar a sus víctimas, posiblemente se debilitaría esta práctica.

Pero los medios seguirán utilizando los chuponeos ya que el escándalo que provoca su difusión significa, por un lado, más circulación y más rating y, por otro, destruir o debilitar a personajes o posiciones políticas que no son de su simpatía.

Se ha ingresado a un período electoral que será, por lo que ya se está apreciando, implacable, con “guerra sucia” y más chuponeos.

Y los medios estarán jugando cartas decisivas en toda esta situación.