Helen Thomas era la Decana de los periodistas de la Casa Blanca. Pero a los 89 años una metida de pata la ha obligada a retirarse por la puerta de atrás.
Informaciones desde la capital norteamericana señalan que todos y cada uno de los presidentes de EE.UU. desde los años sesenta se enfrentaron a las temibles preguntas de Helen Thomas, la periodista de origen libanés que durante cuatro décadas se ha encargado de recordar que el podium de la sala de Prensa de la Casa Blanca no es un lugar para aficionados de la comunicación de masas.
John F. Kennedy llegó a decir en cierta ocasión que “sería una chica estupenda si alguna vez se olvida de su libreta y lápiz”. El ex secretario de Estado, Colin Powell, también se preguntó con ironía “si no habría una guerra en algún sitio donde pudiéramos enviarla”. Y el presidente Barack Obama tuvo el detalle de llevarle unos pastelitos para celebrar su último cumpleaños.
Toda esa distinguida carrera -desde 1943 con la agencia UPI y desde hace diez años con el grupo Hearst- ha terminado abruptamente hace unos días al trascender unas declaraciones que la periodista hizo el 27 de mayo a un rabino de Long Island, «bloggero» e invitado a la Casa Blanca para una celebración de la cultura judía. En ese comprometedor video colgado en internet, Helen Thomas manifestaba al hilo de la saga de la llamada “flotilla de la libertad” que los judíos debían salir inmediatamente de Palestina, abandonar la tierra que ocupan de forma ilegítima y volverse a su casa: Alemania, Polonia, Estados Unidos y el resto del mundo.
Tremenda Polémica
La tremenda polémica generada por estas palabras con un problemático tufo antisemita resultó demoledora. Y, al final, la periodista se vió forzada a presentar su dimisión a los 89 años después de verse criticada a diestro y siniestro por haber negado implícitamente la existencia del Estado de Israel. Sus propios compañeros de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca llegaron a emitir un comunicado de censura calificando esa diatriba como «indefendible». Y hasta Robert Gibbs, el secretario de Prensa del presidente, tuvo que marcar distancias, calificando el pronunciamiento de Helen Thomas como “ofensivo y condenable”.
A decir verdad, Helen llevaba tiempo -sobre todo desde la invasión de Irak- utilizando las ruedas de Prensa de la Casa Blanca como su tribuna personal. Es decir, haciendo colar sus opiniones particulares como preguntas periodísticas. Pero como consentida decana de los corresponsales que cada día se congregan en el epicentro del gobierno de Estados Unidos, nadie se había atrevido a decir nada.
Finalmente, de nada sirvió su intento de contrición: “Mis palabras no reflejaban mi sincera creencia en que la paz llegará al Medio Oriente cuando todas las partes reconozcan la necesidad del respeto muto y la tolerancia”. Ni tampoco su formidable reputación como pionera de la incorporación de las mujeres a las filas del periodismo profesional en Washington.
Dentro de la faceta más ingrata de la profesión, los compañeros de Helen ya han empezado a competir para ocupar su privilegiado asiento de primera fila en la Sala de Prensa de la Casa Blanca. Las apuestas se centran entre la cadena Fox News y la agencia Bloomberg. Pero lo que está claro es que cuando la mujer cumpla noventa años el próximo agosto, Barack Obama no la agasajá con más pastelitos.