Una atractiva joven neoyorquina, que no tiene ningún título universitario, ha creado la Naked Therapy , que se puede traducir como “Terapia al Desnudo”, y que se aplica a través de sesiones en el Ciberespacio. Las miles de consultas no sólo significan éxito, sino también mucho dinero para ella.
Sarah White tiene 28 años y dice que se le ocurrió una ‘variante’ del simple porno online, que consiste en dar una supuesta terapia a todos aquellos que dicen sufrir de una adicción a la pornografía.
Así, tras las computadoras de rigor, se apelotonan propios y extraños para pedirle hora, y una vez conseguida se masturban frenéticamente delante de ella y de sus encantos al desnudo en pos de una ‘curación’.
Ella no tiene además reparo en atender personalmente, si el caso es muy grave…
DESNUDA Y SIN TRAUMAS
Y es que la “doctora” ayuda en la Labor quedándose desnuda, algo que agradecen sobremanera sus pacientes, que hasta ahora no han formulado queja alguna.
Asegura haber ayudado a cientos de sujetos alrededor del mundo, “incluyendo celebridades”, a discutir y solucionar su relación y problemas cotidianos relacionados con dicha adicción.
La chica reside en Nueva York, y explica su método:
“al permitir el desnudo hay una sensación inmediata de intimidad, apertura y confianza entre la terapeuta y el cliente. Se sienten cómodos hablándome de sus problemas porque encuentran mi complacencia a desvestirme para ellos como un signo de confianza, y de que no los juzgaré, lo cual es verdad”.
White no está colegiada ni de lejos, aunque este detalle parece no importar a nadie.
Por si fuera poco estudió danza y biología en la universidad, en vez de psicología.
HACE 70 AÑOS
Muchos especialistas de Estados Unidos no apoyan la iniciativa de la terapeuta puesto que la tratan de “pornografía blanda”. Sin embargo, esta técnica no es ninguna novedad ya que fue aplicada en los años 70 por el especialista Bimdrim.
Las sesiones de Bimdrim consistían en charlas grupales que duraban entre 24 y 36 horas donde se desarrollaban juegos donde los pacientes adoptaban roles con experiencias traumáticas y ejercicios de tocamientos en la piscina. Una de las técnicas más famosas que utilizaba era la de hacer mirar a sus pacientes de manera fija los genitales de sus compañeros mientras hablaban sobre las experiencias sexuales por las que se sentían más culpables.
La pregunta es, ¿los pacientes acuden a estas prácticas realmente para solucionar sus problemas y traumas mentales o es sólo una nueva forma de divertirse?