Quienes seguimos el debate en vivo entre Barack Obama y Mitt Romney no nos fue difícil, desde un ángulo estrictamente televisivo, llegar a la conclusión de que el candidato republicano impactó mejor en el público.
Minutos después las encuestas confirmaron esa convicción en un porcentaje abrumadoramente favorable para Romney. Los resultados de esas encuestas, desde luego, fueron influidas por otros ángulos como el candente tema económico y su correspondiente exposición por los contendores. De hecho, Obama no fue tan convincente en un asunto que es el talón de Aquiles de su gestión.
Probablemente Obama recupere posiciones en los otros dos debates, especialmente en el de la política internacional, en el que Romney no se ha mostrado sólido y ha protagonizado más de un desacierto.
Volviendo al detalle estrictamente del desarrollo televisivo se puede indicar, debido a mi experiencia profesional en el tema, lo siguiente:
a. Mitt Romney lució una personalidad más televisiva que Obama. Fue realmente una sorpresa su comportamiento seguro y su dominio del lenguaje del medio. Y este detalle le otorgará ventaja inicial en las próximas confrontaciones. Recuérdese lo sucedido en el primer debate presidencial entre Richard Nixon y John Kennedy. Las encuestas declararon ganador del debate a Kennedy por su presencia televisiva, no tanto por la fuerza de sus argumentos ya que Nixon ganó las preferencias entre los que siguieron el acto por radio.
b. La suerte de Romney en el sorteo. Fue un detalle importante que perjudicó a Obama ya que él tuvo que iniciar la confrontación y no cerrarla. Romney aprovechó muy bien la oportunidad anhelada en este tipo de programa de decir la última palabra, causar la impresión final. Recuérdese el debate entre Vargas Llosa y Alberto Fujimori, en el que éste cerró las exposiciones con una grave denuncia que su contendor no pudo refutar.
c. Los “tiros de cámara” con tomas de reacción que también favorecieron al candidato republicano. Con esas tomas, Romney casi neutralizó los esfuerzo expositivos del mandatario norteamericano. El director de cámaras parecía un simpatizante republicano. Este aspecto de los “tiros de cámara”, en los debates peruanos, está radicalmente establecido: nada de tomas de reacción de los antagonistas.