No porque ocurren accidentes de tránsito se debe prohibir la circulación de vehículos…
No porque exploten cocinas a gas se debe prohibir su uso…
No porque existan “barras bravas” se deben prohibir los partidos de fútbol…
No porque algunos utilicen las redes sociales para fines subalternos y malvados se debe cuestionar su existencia. Más de mil millones de personas en el mundo las utilizan todos los días para comunicarse con otros usuarios…y la cifra crece día a día.
En los últimos días se ha informado de varios casos de un perverso, mal uso de twitter y facebook, especialmente.
Esto ha llevado a respetables personalidades a poner en duda las ventajas y beneficios de las redes sociales, por considerarlas verdaderos campos minados de informaciones falsas, con graves consecuencias para la tranquilidad y prestigio de muchas personas afectadas.
Como se sabe, en las redes sociales no hay censura de contenidos para los usuarios y estos pueden utilizarlas para los fines y propósitos que más les convengan.
Lamentablemente no faltan los malintencionados que difunden informaciones falsas.
Los internautas responsables se cuidan de hacerse eco y aceptar como verdades categóricas todo lo que se publica, sin antes verificar las informaciones en otras fuentes. Por lo menos esa es la obligación de todo comunicador profesional. Y en eso radica la diferencia esencial con los comunicadores aficionados, también conocidos como ciudadanos.
Pero hay otro argumento a favor de las redes sociales que sostiene que, gracias a ellas, el mundo puede enterarse de qué es lo que sucede en países que limitan la libertad de información. Y ponen el ejemplo convincente de lo que ocurrió en los convulsionados territorios árabes, donde los medios de información tradicional estuvieron prohibidos o limitados.
Sin embargo, aún en estos casos, es recomendable no aceptar plenamente lo que se difunde por las redes sociales, ya que los que suben las informaciones son parte interesada en la confrontación con los gobiernos y, como es natural y humano, dan los ángulos informativos que favorecen sus demandas. Por ejemplo, el número de víctimas, la magnitud de las demostraciones, la brutalidad de la represión oficial.