Con seguridad, no muchos de los millones de televidentes de las exitosas telenovelas turcas habrán prestado atención al uso frecuente y permanente de los smartphones.

Innumerables secuencias importantes y hasta decisivas de las historias dependen del empleo de una de las maravillas tecnológicas de nuestro siglo: los teléfonos inteligentes.

Con los smartphones los personajes pueden comunicarse en las circunstancias más diversas, desde lugares realmente alejados y distintos, con la rapidez propia de la telefonía celular.

Los productores y guionistas turcos utilizan este asombroso adelanto tecnológico para resolver y encarar detalles argumentales que hace unos años no hubieran podido resolver, ya que los diálogos no requieren la presencia física de los actores en una misma locación.

Gracias a la telefonía celular cualquier persona puede tomar contacto con otra situada en cualquier punto del planeta. Precisamente esta posibilidad, se contrapone a los que sostienen que el abuso en el uso de los smartphones es culpable del aislamiento cercano, familiar, social y causante de peligrosas adicciones y enfermedades.

En las telenovelas turcas, los personajes no muestran ese abuso indeseable, sino la utilización necesaria y razonable para una comunicación a distancia, esencia de esta creación tecnológica.

Un ejemplo contundente del uso del teléfono celular en la trama de una de ellas se dio cuando un personaje gravemente herido, en un lugar muy distante, en medio del campo, logra dramáticamente, en esfuerzo supremo, hacer una llamada para comunicar su situación, y con ello, el envío del socorro médico que le salvó la vida.

Gracias a los smartphones los personajes saludan, enamoran, advierten, aconsejan, amenazan, argumentan…sin estar frente a frente.

Otro detalle: todos los intérpretes, desde los de posición muy afortunada, hasta los trabajadores más humildes, tienen un aparato que llevan permanentemente. En escasísimas secuencias, por no decir en ninguna, se nota la presencia del teléfono fijo, tradicional.

Las telenovelas turcas muestran la realidad comunicacional del siglo XXI.