https://www.youtube.com/watch?v=bGboIqrI0mI?feature=player_embedded
En los trágicos incidentes del paro provincial contra el proyecto Tía María se produjo el intento de la policía de incriminar al detenido agricultor Coasaca Mamani, “sembrándole” un artefacto conocido como “miguelito” en una de las manos. Un “oportuno” fotógrafo captó las imágenes del presunto portador del peligroso artefacto. Las imágenes fueron entregadas a un diario. Con ellas, ese medio informó, falsa y alarmantemente: “La otra cara de la moneda: así atacaron los anti mineros”.
Es decir, la policía manipuló la información de ese diario para conseguir el propósito de las autoridades: convencer al país que los agricultores de Islay eran elementos violentistas, que agredían a los policías con armas letales capaces de herir y hasta matarlos.
No es la primera, ni será por supuesto la última, esta manipulación externa del periodismo.
Muchas veces los órganos de prensa reciben “reveladora e impactante información” e inocentemente la difunden por considerarla muy reveladora e interesante. Confían en la jerarquía de las fuentes.
Logrado el impacto manipulador perseguido, los autores confían que no se compruebe que toda era falsedad o imprecisión.
En el caso del agricultor Mamani afortunadamente las cámaras de Mollendino TV- una elogiable manifestación del periodismo del interior del país- revelaron la verdad de los hechos. El video correspondiente se difundió por las redes sociales y se pudo comprobar, con justificada indignación, el condenable proceder “sembrador” de la policía.
Ante la evidencia de las imágenes, el ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe, reconoció que, “evidentemente”, un policía dio un objeto cortante a un detenido durante las manifestaciones. Más aún, destituyó el identificado policía protagonista del intento.
Otro matiz
En su larga experiencia profesional, el autor de este blog conoció, en lo que se puede considerar otro matiz manipulador, el caso del director de un noticiero. El colega recibió el dato confidencial de que la gasolina iba a aumentar en un 20 por ciento. La fuente era un conocido que trabajaba en la oficina de prensa del ministerio respectivo. Hay que indicar que siempre el Gobierno temía anunciar alzas del combustible.
Confiado en el dato y pensando que iba a dar una primicia el colega anunció el inminente aumento, lo que originó, por supuesto, la protesta general por el monto del alza.
Cuando oficialmente salió el aumento… no era en 20 sino en un 5 por ciento.
El efecto manipulador había sido logrado: la gente aceptó el alza casi con alivio.