La historia es poco conocida, y da idea de cómo algunos adoraban el régimen nazi hasta morir. Y nunca mejor dicho.
Lo cuenta Florian Huber en su libro ‘Kind, versprich mir, dass du dich erschiesst’ (Niño, prométeme que te dispararás), donde este historiador y productor de documentales describe al detalle los macabros acontecimientos que se desarrollaron entre el 30 de abril y el 3 de mayo de 1945, en la ciudad alemana de Demmin.
Según se hace eco ‘Suddeutsche Zeitung’, en aquellas fechas se vendieron a mansalva hojas de afeitar, revólveres, cianuro, sogas… todo les parecía poco a los habitantes de esa localidad de 15.000 vecinos para un suicidio masivo que pone los pelos de punta.
CADÁVERES POR TODAS PARTES
Al final unas 2.000 personas se quitaron la vida. No podía soportar ser gobernados por un gobierno que no fuera el nazi.
En aquellas fechas se podía encontrar numerosos cadáveres por todos lados: sentados ante sus escritorios, acurrucados en las camas, colgados de las ramas de los árboles y en el suelo de las calles de la ciudad.
Los altos números de suicidios se registraron los días en que la derrota del Estado nazi era inminente: el Ejército Rojo avanzaba hacia Berlín y todo el mundo era consciente de que el Tercer Reich tenía los días contados.
Las tropas de Alemania huyeron apresuradas y quemaron los puentes como intento desesperado de ralentizar el avance soviético.
Para Demmin, una ciudad encerrada entre los ríos Peene, Tollense y Trebel, esta medida resultó determinante.
El número extremadamente alto de suicidios se debe a que Demmin fue una ciudad ‘campeona’ en la Alemania nazi. Fue aquí donde el Partido Nazi obtuvo el mayor porcentaje de votos en todo el país en 1933.
Asimismo, la ciudad se involucró en muchos de los crímenes del régimen nazi, como las persecuciones de judíos y de comunistas.
Interesante artiulo
Interesante artiulo