Cuando el discutido ministro del Interior Daniel Urresti “tuitea” un mensaje, si fuera por la llegada propia de Twitter, no sería leído sino por sus seguidores que están conectados (unos cuantos miles).
Sin embargo, sus tuits llegan a millones de lectores, radioyentes y televidentes cuando los medios los difunden como informaciones.
En consecuencia, son los medios los que originan la controvertida popularidad del ministro, para bien o para mal.
Urresti sabe que cuanto más belicosos, discutidos y radicales son sus mensajes, serán noticia y, por lo tanto, los medios los difundirán.
Se ha afirmado que si los medios no se convierten en cajas de resonancia de dichos mensajes, éstos no serían conocidos sino por unos cuantos miles que tienen los elementos tecnológicos (computadoras, smarphones) para conectarse a la red social.
Todo lo cual confirma que las redes sociales no tienen por sí mismas el alcance tremendo que supone una amplia y destacada difusión por las diferentes plataformas de los diarios, revistas, emisoras y televisoras.
Alguien ha sugerido que si los medios no difundieran los criticados tuits el efecto polémico de los mensajes ministeriales carecería de impacto y hasta serían ignorados por las grandes mayorías.
La casi unánime posición editorial de los medios es contraria al actuar del ministro Urresti; sin embargo, contradictoriamente, esos medios son los que se encargan de publicitar al titular del Interior, que no pierde ocasión para criticar a los periodistas.