Ubican al “buque maldito” que llevaba 499 cadáveres en ataúdes a bordo

 

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El S.S. Ventnor era conocido como un buque fantasma, pero no porque navegara a la deriva entre neblinas -a la vieja usanza en este tipo de leyendas-, sino porque se perdió su rastro hace ahora 112 años y muchos lugareños lo envolvieron con una historia maldita de “apariciones” que todavía perdura.

Había zarpado desde Nueva Zelanda rumbo a China en 1902, pero desapareció, y ha sido extrañamente encontrado cuando un investigador sintió “una llamada espiritual”.

Cerca de las costas de Wellington se encontraba el documentalista amateur John Albert cuando escuchó por primera vez la historia del mítico y casi olvidado barco.

En ese momento “sintió un escalofrío, como si un espíritu lo hubiera poseído”, relata ‘Stuff’.

LA HISTORIA

La historia es así: el S.S. Ventnor se hundió hace 112 años al norte de la costa de Nueva Zelanda con una carga inusual: los cadáveres de 499 mineros chinos, algunos en ataúdes de madera y otros en cofres de zinc, para ser enterrados en su país.

Ahora, un siglo después, su esperado viaje de regreso ha quedado saldado con este sorprendente hallazgo.

Los fallecidos orientales se habían dirigido a la isla de Oceanía para probar suerte en la búsqueda de oro y pagando, fieles a la tradición china, el adelanto del viaje de vuelta sin considerar si lo hacían vivos o muertos.

Así ocurrió con 283 fallecidos que fueron devueltos a Pekin en 1883. Por eso, Chole Sew Hoy, un exitoso inversor en los yacimientos de oro que además se dedicaba a venderles enseres a los mineros, quiso hacer lo propio y para ello contrató al S.S. Ventnor, que zarpó de Wellington en octubre de 1902.

Desde ese entonces, las historias sobre el “buque maldito” proliferaron desde entonces a lo largo de la bahía Hokianga, el lugar más cercano al lugar de la tragedia.

Hasta el momento permanece sin ser develada la lista de nombres que el investigador, John Albert, podría rescatar del fondo de la bahía. El único que se conoce es el del propio Chole Sew Hoy. Pero por el momento solamente se han extraído algunos objetos.

EXHUMADOS

Los 499 cadáveres habían sido exhumados -algunos después de 20 años de estar enterrados en Nueva Zelanda- y prolijamente preparados para el viaje.

Según describió el “North Otago Times”, los cráneos fueron lavados por un chino que “mientras tanto fumaba cigarrillos con toda tranquilidad, desechando todos los tejidos que aun permanecían adheridos con un cepillo exfoliante”.

Para ello fueron sometidos a una preparación que tomó años. Tantos, que el mismo Sew Hoy falleció antes de ver zarpar el barco y terminó siendo parte del macabro cargamento.

Al final, muchos restos fueron incinerados y las cenizas empacadas en bolsas colocadas en pequeños ataúdes de madera. Otros cuerpos, intactos, fueron empacados en cofres de zinc.

Finalmente, era hora de regresar a su tierra. Pero un obstáculo se interpuso en el camino: las rocas de la costa de Taranaki abrieron un boquete en el casco del barco y el agua hizo el resto. Se hundió con toda su carga, más el capitán y 12 miembros de la tripulación. Los demás se salvaron usando los salvavidas disponibles.

Algunos cadáveres salieron flotando de las bodegas del barco y quedaron a la deriva hasta llegar a la costa. Los maoríes que los encontraron les dieron sepultura.

Este hecho ha exaltado los ánimos en la numerosa comunidad china de Nueva Zelanda, que considera que se ha violado un lugar sagrado: “Es una tumba. Es un lugar espiritual. Desde un punto de vista moral, debería habernos contactado”, se lamentó Peter Sew.

El nieto del impulsor del proyecto lidera ahora una polémica sobre qué se debe hacer con los restos: parte de la comunidad pretende dejar los cuerpos de sus ancestros en el lugar actual.

El resto, quiere que sus almas cumplan el deseo de regresar al lugar donde se inició su viaje.

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