La Lección Magistral

20141018-1_alumnos-educacion.jpg

Hace algún tiempo escuché este relato de un amigo y mejor abogado, que considero debe ser un clásico en las anécdotas de la vida universitaria:

Una mañana, cuando nuestro nuevo profesor de “Introducción al Derecho” entró a la clase, lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que estaba sentado en la primera fila:

–          ¿Cómo te llamas?

–          “Me llamo Juan, señor.”

–          ¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más!, gritó el profesor.

Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase.

Todos estábamos asustados e indignados, pero nadie dijo nada.

–          Está bien. ¡Y ahora sí!… ¿Para qué sirven las leyes?

Seguíamos asustados, pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta.

–          “Para que haya un orden en nuestra Sociedad”

–          ¡No! – contestó el profesor

–          “Para cumplirlas”

–          ¡¡No!!

–          “Para que la gente mala pague por sus actos”

–          ¡¡¡No!!! ¿Pero es que nadie sabrá responder a esta pregunta?..

–          “Para que haya justicia”, dijo tímidamente una chica.

–          ¡¡¡¡Por fin!!!!. Eso es…para que haya justicia. Y ahora ¿Para qué sirve la justicia?

Todos empezamos a estar molesto por esa actitud tan grosera.  Sin embargo seguíamos respondiendo.

–          “Para salvaguardar los derechos humanos”

–          Bien, ¿qué más?, decía el profesor.

–          “Para discernir entre lo que está bien y lo que está mal”

–          ¡¡Sigan!!…

–          “Para premiar a quien hace el bien”

–          OK, no está mal, pero…respondan a esta pregunta:¿Actué correctamente al expulsar a Juan?

Todos nos quedamos callados, nadie respondía.

–          Quiero una respuesta decidida y unánime.

–          “¡¡¡¡NO!!!!”, dijimos todos a la vez.

–          ¿Podría decirse que cometí una injusticia?

–          “¡¡¡¡SI!!!!”, gritamos con rabia.

–          ¿Por qué entonces nadie dijo nada al respecto?… ¿Para qué queremos leyes y reglas si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica?… Cada uno de ustedes tiene la obligación de reaccionar cuando se presente una injusticia.

–          “¡¡¡TODOS!!!”

–          ¡No vuelvan a quedarse callados nunca más!…

–          Vete a buscar a Juan, dijo mirándome fijamente.

Aquel día recibí la lección más importante de mi clase de Derecho… Cuando no defendemos nuestros derechos perdemos la dignidad, y la dignidad no se negocia.

Esta Lección Magistral es aplicable a todos los órdenes de nuestra vida ciudadana, política, social, religiosa y familiar.

 

Puntuación: 0 / Votos: 0

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *