Las corridas de toros han despertando en los últimos años una polémica sin cuartel entre los que las defienden y los que insisten en su eliminación.
La discusión se ha centrado en el sufrimiento del animal, y mientras los fanáticos aseguran que el objetivo de una corrida de toros es conquistar y matar al toro en pocos segundos, los detractores responden que toda la faena es una agonía para el animal, desde la pica y las banderillas, hasta la estocada final que muchas veces no lo mata enseguida.
Más allá de todos los argumentos, una corrida es un espectáculo que puede teñirse de sangre no sólo con la de los toros, sino también con las de los profesionales participantes. Y esto ocurrió en la plaza Monumental Zacateca, en México.
El banderillero Héctor Rojas, de la cuadrilla de Joselito Adame, resultó herido de extrema gravedad al sufrir una dramática y brutal cornada.
Rojas fue cogido por el segundo toro de Pozo Hondo, que lo prendió de manera espeluznante por el vientre cuando ejercía labores de brega.
El parte médico oficial, recogido por Periodista Digital, es estremecedor:
«El banderillero Héctor Rojas presenta tres heridas que se establecen así: A) Herida de seis centímetros en fosa iliaca izquierda, penetrante de abdomen. B) Herida transversal de unos 25 centímetros en la base del tórax. C) Herida transversal de unos 20 centímetros a nivel de la quinta costilla.
El pitón del toro «Pregón», de Pozo Hondo, ocasionó las siguientes lesiones: ‘Herida penetrante de abdomen y tórax, y neumotórax abierto; fractura cuatro costillas izquierdas expuestas a nivel del cartílago condrocostal, que descubre pulmón izquierdo y pericardio, con herida del mismo en una extensión de unos ocho centímetros’.
Perforación de la curvatura mayor del estómago como de seis centímetros; laceración importante del epiplón mayor y contusión de asas intestinales’.
OPERACIÓN
Según se explica en el parte, «la operación del paciente consistió en realizar una desbridación quirúrgica y exploración de abdomen y tórax bajo anestesia general.
Se suturó por planos perforación gástrica de seis centímetros. Se revisó epiplón y asas intestinales. Se suturó el pericardio (que es la membrana que recubre el corazón, que quedó expuesto y el pitón estuvo a punto de penetrarlo, lo que hubiera tenido consecuencias fatales), de siete centímetros, dejando una ventana pericárdica.
Se comprobó el estado del pulmón y se colocó sonda endopleural para el sello de agua. Además, se realizó osteosíntesis de cuatro costillas con alambre y se reparan los músculos abdominales y el diafragma seccionados, dejando dos canalizaciones a tórax y abdomen, más una a tejidos subcutáneos y se suturó por planos».
Sin duda, la cogida del banderillero mexicano actualizará más la polémica sobre las corridas de toros.