Emplear ansiolíticos (tranquilizantes menores con acción depresora del sistema nervioso central , destinados a disminuir o eliminar los síntomas de la ansiedad) es un error que comenten “con cierta frecuencia” los médicos de Atención Primaria, según asegura el vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (Asepp), el doctor José Antonio López Rodríguez.
A su juicio, este medicamento “no debe administrarse de forma continuada”, ya que su indicación es para las crisis de angustia, colocándolo “debajo de la lengua”. Por ello, descarta el consumo reiterado de bromazepam, además de que sostiene que “el ideal es el loracepam”.
ATACAR EN TRES FRENTES
En este sentido, López Rodríguez asegura que, como ocurre con todos los trastornos psiquiátricos, el de ansiedad requiere un tratamiento en tres vertientes, siendo éstas “la farmacológica, la psicológica y la del cambio de estilo de vida”.
En referencia a las dos primeras, señala que se basan en “inhibidores de la recaptación de la serotonina y, en muchas ocasiones, psicoterapia para saber qué está pasando”. Por su parte, la tercera vía es modificar hábitos, y es que “la mayor parte de los trastornos se dan por estrés”.
Por ello, el miembro de la Asepp recomienda “no ir corriendo todo el día, aprender relajación, practicar deportes o ‘hobbies’ y tener una buena higiene del sueño”. De cualquier forma, sostiene que lo primero es identificarlo, ya que cuando se produce “uno cree que se está muriendo”.
Se caracteriza por “sensación de ahogo, taquicardia, sudoración fría, pensamiento de huida y de escape, estado de mal cuerpo o malestar gastrointestinal”, llegando, incluso, a debutar con fiebre provocada por una bajada de las defensas.
EL PACIENTE NO SE DA CUENTA
En cuanto al origen, López Rodríguez indica que el ataque de ansiedad “siempre es la gota que colma el vaso de algo que viene produciéndose”, por lo que, normalmente, “no es una tormenta de verano”. De esta manera, el paciente es alguien que se encuentra en una situación de tensión de la que, “generalmente, no se da cuenta”, señala.
La primera alerta es la denominada crisis de angustia, aunque puede haber otras como la jaqueca; sea como fuere, el ataque siempre es “muy intenso” y el trastorno “no aparece y desaparece”, aunque “se diagnostica poco y se trata mucho peor todavía”, lamenta.
Una de las causas de ello es que este problema se pueda “enmascarar”, y es que muchas veces la enfermedad se somatiza “en problemas digestivos, de piel o hipertensión”, asegura. Por este motivo, confirma que desde la Asepp se intenta formar a los profesionales, los cuales deben derivar al paciente al especialista “cuando tengan dudas”.
Por último, López Rodríguez subraya el hecho de que la ansiedad es “fundamental” para la supervivencia, por lo que “en sí no es mala, es una cosa positiva”. El problema es cuando se convierte en un trastorno “porque aparece por un problema que no es real, por estar dentro de la cabeza o por una reacción excesiva ante una situación”, concluye.
(Fuente: Periodista Digital)