Sobre la coma se ha escrito mucho y por muchos literatos y filólogos.
Así Julio Cortázar escribió: “La coma, esa puerta giratoria del pensamiento”
Pedía que se analizara la siguiente frase:
“Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda”.
Cortázar aseguraba “Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer. Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.
En consecuencia las frases serían:
“Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la MUJER, andaría en cuatro patas en su búsqueda”.
“Si el hombre supiera realmente el valor que TIENE, la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda”.
Cortázar concluía: “Es sorprendente. A partir de hoy, habrá que tener mucho cuidado cuando escribimos sin respetar las comas o sin colocarlas en el lugar indicado…”
Otros entendidos dan los siguientes ejemplos con significados diversos:
Una coma puede ser una pausa:
No, espere
No espere
Una coma puede crear héroes:
Eso solo, él lo resuelve
Eso, solo él lo resuelve
Un coma puede ser la solución:
Vamos a perder, poco se resolvió
Vamos a perder poco, se resolvió
Una coma puede condenar o salvar:
¡No tenga compasión!
¡No, tenga compasión!
Otro comentario y ejemplo:
De la coma se hace uso y abuso. La coma genera amor y odio en la misma proporción.
El lenguaje oral la infravalora y la relaciona con algo ínfimo o sin importancia: «No pienso cambiar ni una coma», decimos cuando no queremos rectificar ni una pequeña parte de nuestra opinión.
Pero la coma ha llegado a salvar vidas: el zar Pedro el Grande tenía unos impresos preparados en los que ponía: «Matar no tener piedad». Los usaba para firmar las penas de muerte o conmutarlas. Si quería ejecutar el reo, ponía la coma de la siguiente forma: «Matar, no tener piedad». Si, por el contrario, quería salvarlo, era así como lo expresaba: «Matar no, tener piedad».
En el lenguaje musical, la coma es un signo que indica el momento para respirar.