En marzo del 1989, Máxima Zorreguieta inició sus estudios universitarios. Se levantaba a las seis de la mañana para llegar a las 7.45 a la sede de Económicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina, una de las más exclusivas de Buenos Aires.
Si bien la recuerdan como una alumna responsable, nunca fue de las mejores de su clase. Terminó la carrera con un promedio de 6,35 de un máximo de 10.
A finales de 1991, Jorge Zorreguieta, padre de la Princesa y ex ministro de la última dictadura argentina, ayudó a Máxima a ingresar a Mercado Abierto S.A., una importante firma financiera del país.
Los propietarios de la compañía, amigos de la familia Zorreguieta, quedaron fascinados con Máxima. Lo mismo ocurrió con los empleados:
“Era súper inteligente, divertida y se vislumbraba que tendría un gran futuro”, recordó alguien que trabajó muy cerca de la criolla.
Allí, aprendió las reglas de un mundo que le parecía fascinante y no tardó en convertirse en una de las mejores brokers ( personas que se dedica a operar en el mercado financiero realizando operaciones para sus clientes bajo las órdenes de aquéllos)
Cuando renunció, nunca imaginó que en el futuro, su paso por Mercado Abierto le traería un dolor de cabeza a la Casa Real de los Países Bajos.
Máxima debía tener un pasado impoluto para pretender ingresar a la Familia Real. Y cualquier vínculo con personas o empresas que se manejaran por fuera de la ley, serían un impedimento.
En shock ante la noticia
Cuatro años después de que la Princesa de Holanda fuera empleada de Mercado Abierto, la firma financiera quedó involucrada en una investigación del Gobierno de los Estados Unidos por lavado de dinero.
A Máxima la sorprendió la noticia, nunca había escuchado nada sospechoso en las oficinas. Jamás le habían encomendado una tarea que fuera ilícita y tenía excelentes referencias de sus jefes.
“Cuatro años después de que Máxima dejara la firma, Mercado Abierto quedó involucrada en una investigación del gobierno de los Estados Unidos sobre lavado de dinero: según Interpol, la CIA y la DEA, cuentas de la financiera fueron el destino final de millones de narcodólares enviados desde Nueva York por agentes secretos que infiltraron gran parte de una operación encubierta realizada y reconocida por el gobierno de los EE.UU.: el Cartel de Juárez”, explican los autores de “Máxima, Una historia real” la polémica biografía no autorizada de la futura Reina.
Según los autores de ese libro, escrito por los periodistas Gonzalo Álvarez Guerrero y Soledad Ferrari, la Princesa se mostró “en shock” y sorprendida con la noticia, ya que ella, según afirmó, nunca vio nada sospechoso en las oficinas. Aldo Ducler, uno de los dueños de la firma, siempre negó conocer de donde provenía el dinero que ingresó en las cuentas de su financiera.
En 2008, finalmente, un juez argentino le dictó el sobreseimiento en la causa por falta de pruebas. En su fallo, el juez sostuvo que los dueños y empleados de la firma “no tenían la más mínima idea de que el dinero transferido provenía del narcotráfico”.
En los Países Bajos el caso estaba casi olvidado aunque la sentencia no dejó de aliviar a la Casa Real.
(Versión de Periodista Digital)