A los 83 años falleció en Lima Pilar Coll Torrente quien fuera una activista, misionera y abogada española reconocida por su compromiso en favor de los derechos humanos y la búsqueda de justicia para miles de detenidos desaparecidos durante los terribles años del terrorismo senderista en el Perú.
Nacida en la Provincia de Huesca, al noreste de España, a temprana edad sufrió la pérdida de su padre, Joaquín Coll, quien fue asesinado durante la Guerra Civil Española. El conflicto poco después terminó, pero las secuelas que dejó en cuerpos y almas no fueron pocas. Durante su juventud fallecieron de tuberculosis sus dos hermanas mayores, María Mercedes y María Josefa.
Cuando tuvo 21 años, Coll Torrente fue a Barcelona a estudiar Derecho. Fue allí donde escuchó hablar por primera vez de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, algo que, en cierto modo, le resultó familiar luego de tanta peripecia de vida.
A los 29 años, Pilar, ya graduada en Derecho, ingresó al Instituto de Misioneras Seculares (IMS), lo que hizo que viviera en varias ciudades de España cuando recibió la propuesta para venir a trabajar en Trujillo con universitarios.
En 1967 comenzó a trabajar en la Escuela de Servicios Sociales, con la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC) y en un colegio muy modesto, donde enseñaba religión. Diez años después, llegaría a Lima, a laborar en CEAS (Comisión Episcopal de Acción Social), desde donde ayudó a los miles de despedidos luego del paro nacional del 19 de julio de 1977.
Luego trabajó en distrito limeño de El Agustino, hasta que en 1987 fue ungida como la primera secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). En julio de 1988, después de la matanza de Cayara, Pilar fue a Ayacucho, precisamente para ver las denuncias de desapariciones relacionadas con el hecho y fue detenida junto con el padre Carlos Gallagher, además de dos asistentes sociales.
A pesar de todo, promovieron una misa en el lugar de detención, a la que asistió uno de los policías que los custodiaban. Quizás, entonces, a Pilar revivió los tensos días de la Guerra Civil Española, las detenciones, los asesinatos. Aunque también las posibilidades de la convivencia humana y el respeto por el otro, encarnados ahora en un policía capaz de conmoverse.
Pilar Coll recibió diversas condecoraciones y premios por su destacada labor en la defensa y promoción de los derechos humanos y del orden constitucional del Perú, tal es así que en 1993 fue premiada con la Orden de Isabel La Católica por el rey Juan Carlos I y, en el 2008, por la Defensoría del Pueblo del Perú.
(Datos basados en Wikipedia)