Por considerar que el siguiente post de una autoridad periodística como el colega Juan Gargurevich en su blog http://tiojuan.wordpress.com/ es categórico e incuestionable y totalmente compartido por el autor de este sitio, me permito reproducirlo íntegramente:
Amigos: ¿ustedes no suscribirían este párrafo?:
“Delirando, fabricando conspiraciones, cada vez menos creíbles, alentado por la prensa chicha, el padre del infortunado estudiante Ciro Castillo Rojo sigue empeñado en escribir una novela plagada de agravios para quienes no se suman a sus teorías incriminatorias. Es hora de que alguien le diga algo”.
El texto es de la talentosa periodista María del Carmen Yrigoyen y pertenece al reportaje “Castillo de naipes” que publicó en la última edición del semanario “Hildebrandt en sus Trece”.
Y tanta razón tiene la colega que hoy mismo el diario “Ojo” proclama a todo lo ancho de su primera página la última (o penúltima) grosería del doctor Castillo: “Lo mataron y ocultaron”, insistiendo en su delirante teoría del asesinato de su hijo.
Aquí no se han respetado honras, informes, pericias, nada. Lo único que podría calmar el ansia mediática
del doctor Castillo es que los jueces envíen a la cárcel a la igualmente infortunada Rosario Ponce que, por supuesto, ya tiene la vida deshecha.
Los diarios “Trome” (sostén del grupo “El Comercio”) y “Ojo” (del grupo “Correo”) son desde hace casi un año los especialistas en recoger las versiones del padre y lanzarlas con pasmosa irresponsabilidad, como por ejemplo “Ella sabe dónde está el cadáver”, “Asesina”, “Lo mataron en Madrigal” y un largo etcétera que no debe repetirse por mínima vergüenza ajena.
Podrían alegar los colegas de esos diarios que se han limitado a trasladar al público lo que afirma el médico. Pero una razón así convalidaría entonces la irresponsabilidad periodística. Repitan a terroristas, asesinos, total… los periodistas somos meros mensajeros.
Esta posición es inaceptable. El periodismo debe ponderar la calidad de la afirmación y decir si la información es relevante, creíble, válida, útil y sobre todo si no mancha honras ajenas.
Antes de que hallaran el cuerpo de su hijo Ciro, el doctor Castillo hizo un mejor hallazgo: los medios, la TV, la prensa chicha, todos dispuestos a recoger lo que dijera, todo lo que sea útil para alimentar ese periodismo que ha convertido el drama en un show lamentable.
¿Qué sigue? La madre está enferma y, claro, por culpa de quienes mataron a Ciro, etc. Pobre doctor Castillo. Hasta que no haga su duelo personal, como bien dice Yrigoyen, su hijo no descansará en paz.