Hace doce años un accidente de tráfico le dejó totalmente inútil su brazo derecho.
Desde el codo hacia su mano, su extremidad está totalmente paralizada. No puede hacer ningún movimiento ni notar ninguna sensación. Su mano se ha convertido en un apéndice inútil que le hace cada día más difícil su vida.
«Es doloroso tenerla. Me siento sobre ella sin darme cuenta, se queda atrapada en las puertas, me quemo…Cuanto más cuidado tengo más difícil me resulta tenerla. No la echaré de menos», confesaba Nicola a Neil Bowdler, corresponsal científico de la BBC, hace unos meses tras anunciar que había tomado la decisión de amputársela y cambiarla por una mano biónica.
La decisión la tomó después de ver un caso parecido al suyo en manos de un cirujano austriaco, Oskar Aszmann.
El paciente, un joven de 26 años llamado Milo, también había perdido la utilidad de su mano derecha en un accidente de tráfico.
Milo la cambió por una prótesis biónica cuyo movimiento podía controlar con la ayuda de los impulsos nerviosos que enviaba su propio brazo.
Desde entonces Aszmann ya ha realizado tres amputaciones electivas, por decisión de los pacientes, y ahora el caso de la británica Nicola Wilding podría ser el cuarto.
Wilding ha tomado la decisión de seguir el mismo camino, pero el cirujano austriaco aún no ha dado la luz verde definitiva.
Antes la paciente británica deberá someterse a una cirugía exploratoria para saber si cuenta con todos los requisitos para que su nueva mano artificial funcione correctamente.
Trasplantar músculo de la pierna
Durante la intervención, el cirujano examinará los nervios del antebrazo y comprobará si los nervios que aún funcionan son sensoriales o motores.
Si son sensoriales no hay nada que hacer pero si hay fibras motoras para proporcionar suficientes señales a la mano será una buena candidata para la mano biónica.
El cirujano Aszmann también cuenta con extraer un músculo de una de sus piernas para implantarlo en el antebrazo y conseguir así que funcione mejor su nueva mano.