Sin fundamentos el mito acerca del amor en los ancianos
«La actividad sexual no tiene por qué perderse con el paso de los años. Evidentemente, con el envejecimiento ocurren una serie de cambios, tanto anatómicos como funcionales (…), pero no tienen por qué impedir la actividad sexual». Según expuso el doctor Carlos Verdejo Bravo durante el 54 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, el mito de que el sexo desaparece con la vejez carece de fundamento.
Bajo el lema «Caminando hacia un nuevo envejecimiento», el congreso reunió a más de mil especialistas del ámbito geriátrico y gerontológico en el Palacio de Congresos de Santiago de Compostela, en el que los médicos analizaron y propusieron medidas y soluciones para la nueva situación de envejecimiento poblacional prevista para España. En el año 2050, la población mayor de 65 años superará los 15 millones de personas.
Con este horizonte sobre la mesa, el doctor Verdejo Bravo alegó que, en el marco sanitario, «se deberían abordar los problemas sexuales con la misma naturalidad que los otros problemas de salud».
Adaptación a las nuevas características
En un estudio realizado a 179 mujeres con una media de edad de 75 años, se observó que el 20 por ciento de ellas mantenía relaciones sexuales. Para el doctor Verdejo, «ninguno de los cambios que se producen con el envejecimiento condicionan obligatoriamente el cese de la actividad sexual, sino que exigen más bien una adaptación del anciano a sus nuevas características». En este contexto, predominan las prácticas sexuales solitarias, influyendo en ellas, explica Verdejo, «factores tanto orgánicos como psico-sociales».
Entre los principales obstáculos que pueden alterar la actividad sexual de los hombres mayores, se encuentran la disfunción eréctil (que afecta a un 75-80 por ciento de las personas a partir de 75 años), la disminución de la libido (asociado a un déficit hormonal o a un trastorno psicológico) o los trastornos en la eyaculación (relacionado con alteraciones de la glándula prostática). La eyaculación precoz no es frecuente en los ancianos.
Las mujeres, por su parte, se ven afectadas por la dispareunia (o dolor durante el coito), la disminución del deseo sexual o la falta de orgasmos.
Según se desprendió del congreso, otros factores como la edad, la actividad sexual previa, el estado conyugal y la situación emocional predicen un mantenimiento de la actividad sexual durante la vida de una persona.
(Versión de periodistadigital.com)